Protectorado de España en Marruecos1
La reciente publicación del libro de José María Campos, Héroes y Villanos, viene a formar parte, como otros escritos del mismo autor, del valioso legado con el que algunos autores ceutíes han contribuido al conocimiento de un periodo histórico en el que la vinculación con Marruecos, a través del Protectorado, fue una ligadura muy especial entre España y este país, que repercutió en el devenir de ambas naciones de forma desigual. Un legado de obras notablemente acrecentado con las muchas aportaciones del Instituto de Estudios Ceutíes y del Archivo General de la Ciudad, que partiendo de un interés fomentado desde aquellos precisos años ha generado un valor cultural que arraiga ya en nuestra identidad local como una contribución importante a un saber más universal. Congratulémonos por ello una vez más, en ese sentido, dando la bienvenida al nuevo libro que se suma a esta extensa y profunda corriente de investigación.
Tras las dos ediciones de Abd el Krim y el Protectorado y en la corriente de obras que sobre el Protectorado, el desastre de Annual, Abd el Krim o las campañas africanas se han venido editando en los últimos años, este libro se diferencia de los demás en que persigue describir experiencias que se produjeron en torno al periodo histórico, y cuya originalidad se sustenta en dos pilares que José María Campos maneja con gran habilidad: por un lado, el gran conocimiento que ha acumulado desde joven por la historia del Protectorado al que se suma la experiencia personal de sus relaciones con el vecino Reino y, por otro, su convicción de abordar la época a través de episodios concretos de contenido humano, que enfocan el escenario de la guerra a través de relatos que pretenden sumergirnos en la parte humana del suceso.
Con un punto de vista al que guía la madurez, profundiza en la historia del Protectorado buscando un acercamiento a los dos partes, sin primar a ninguna de ellas, alejándose de opiniones extravagantes. Por un lado, un territorio atrasado, devastado a veces por la hambruna, donde algunos indígenas colaboraban con la administración colonial, pero en el que la mayoría sentía que su país estaba invadido por extraños que “quizás querrían imponer otra religión a los musulmanes”. Y por otro, un ejercito pertrechado miserablemente que se vio forzado, invocando acuerdos firmados entre las potencias invasoras, a realizar sangrientas campañas hasta conseguir la paz.
En ese equilibrio tan complicado va trenzando sus relatos, descubriendo acontecimientos en los que por igual surgen héroes y villanos en ambos lados. En el contexto de crueldad y miseria en el que se desarrolló la guerra de África, los malvados crecieron silvestres en las dos partes: brutalidad, salvajadas, vileza, corrupción, cobardía y traiciones. Pero también surgieron los héroes, los que se comportaron con valentía y honor, los compasivos y los profesionales que no perdieron su dignidad. Unos y otros componen el mosaico que describe el autor.
Su ecuanimidad resulta edificante, porque permite no olvidar el trasfondo que se fraguó en aquellas circunstancias, aunque “el balance y la evaluación de los acontecimientos puede ser distinta según la percepción del interlocutor”. Ese transfondo para España fue una sucesión de hechos que culminaron con el golpe militar que terminó con el poder constituido de la República. Mientras que para Marruecos, dio como resultado que la intervención extranjera en esa discutida etapa produjese que el país salido de ella en 1956 se integrara “con naturalidad en el conjunto de las naciones, al contar con unas estructuras políticas, administrativas, económicas y militares aportadas por el Protectorado”.
¿Qué relación tiene esta serie de relatos bien trabados con la ciudad de Ceuta? En conjunto, todo lo abordado tiene como un hilo umbilical que le conecta con ella. Los personajes, los sucesos, las comunicaciones, los suministros, la organización, todo conduce de uno u otro modo a la repercusión entre ellos y nosotros. O quienes los protagonizaron pasaron por aquí, o volvieron a pasar, o se apoyaron, o las secuelas de sus actos o sus efectos redundaron en la vida de la ciudad. Es, por tanto, un libro en el que Ceuta resulta un referente que se adivina permanentemente como un punto en la retaguardia donde habita la seguridad.
Pero es también parte del escenario, donde muchos acontecimientos no solo tuvieron repercusión sino que se protagonizaron en este mismo lugar. Y he aquí algunas muestras de ello:
Me ha resultado especialmente emotivo el trágico final del general Capaz, quién desde que inició su trayectoria en el ejército en 1913 había desarrollado una intensa labor en la que combinaba el diálogo y cooperación con las labores militares, llevando a cabo peligrosas misiones con enorme éxito como el Raid de Gomara, que rompió el tapón entre el Rif y la Yabala y terminó con la toma de Chauen, o como la ocupación de Ifni mediante una acción combinada por mar y aire. También había desempeñado importantes destinos, como la Jefatura de la Mehall-la y la Inspección de Intervenciones, o el de Delegado de Asuntos Indígenas de la Alta Comisaría. Llegó a convertirse en un militar de confianza para el gobierno de la II República, que en 1935 le nombró para mandar la circunscripción de Melilla y en febrero de 1936 para la Jefatura del mismo cargo, esta vez por el gobierno del Frente Popular.
Debía conocer la conspiración en marcha contra la República. Es probable que sus compañeros de la guerra en Marruecos contaran con él para que se integrara con el grupo de conspiradores, pero sus últimos éxitos y ascensos se los debía a la República. El uno de julio de 1936, desde su destino en Ceuta, cuando la rebelión era inminente, solicita la baja médica y un permiso para restablecerse. El 3 de julio se le concede licencia para Madrid y Zaragoza. Unos opinan que no quería involucrarse en la rebelión, otros que era favorable a la República y pidió trasladarse a Madrid y ponerse a las ordenes del gobierno. Incluso hay quién opina que, con ese alejamiento, pensaba esperar acontecimientos antes de tomar una decisión. Teniendo en cuenta el desenlace, José María Campos opina que en cualquier caso, se equivocó.
Tras el levantamiento militar, sin el brazo coercitivo del ejército, la República se descontroló y actuaron impunemente las Brigadas Populares, que injusta y arbitrariamente detuvieron a Capaz. Un Juez Especial ordenó que fuera puesto inmediatamente en libertad, pero quizás con la intención de protegerle añadió que quedase a su disposición en la Prisión Celular. En la madrugada del 23 de agosto “milicianos de CNT-FAI le fusilaron y remataron” junto a las tapias del cementerio de San Isidro. “Parece que cuando Indalecio Prieto conoció la noticia e incluso visitó poco después la Cárcel Modelo -escribe el autor- dijo abrumado: “así es como se pierde la guerra, la libertad y la democracia”. Sucesos como este tuvieron graves consecuencias posteriormente.
Otras referencias son históricamente significativas. Como la visita del Mariscal Pétain a Ceuta en 1925, que buscaba un acuerdo con España para acabar definitivamente con el problema de Abd-el-Krim, mediante el desembarco en Alhucemas. O la relación del coronel Pérez Ortiz con Ceuta, autor del libro De Annual a Monte Arruit, un testimonio directo muy importante por su destino en la posición de Annual y por haber recorrido el triste camino de retirada a Monte Arruit. Después de su peripecia africana, Pérez Ortiz se presentó en Ceuta a las elecciones de 1931 por el partido republicano, siendo el segundo más votado y fue elegido Alcalde el 15 de octubre de 1931. O también, el traslado de Franco herido desde la posición de Cudia Federico hasta el hospital de Ceuta, donde se comprobó que la bala que le había alcanzado no había afectado en profundidad ningún órgano vital. El proyectil había recorrido una trayectoria a lo largo del cuerpo del capitán y sus padres viajaron hasta Ceuta mientras se encontraba en estas graves circunstancias.
Aparece también evocada, como no podía ser de otra manera, en las menciones a la Legión –La Legión en disposiciones oficiales- o a los Regulares –Historia de dos tumbas-, donde cuenta el traslado a Ceuta de los restos de algunos oficiales fallecidos en las campañas africanas y relata la importancia de las acciones de quienes ahora están enterrados en el Conjunto del mausoleo de Regulares en el Cementerio Municipal de Ceuta. Pero hay constantes referencias a su organización, acciones y al paso por nuestra ciudad, como en el capítulo Los Regulares en Marruecos.
El libro ilustra sus muchos pasajes concretos con obras del pintor Mariano Bertuchi. Le dedica, además, uno de sus capítulos: Bertuchi y la Revista de Tropas Coloniales. En él se contempla su fructífero paso por Ceuta, donde precisamente se tomó el acuerdo por algunos de los más destacados representantes del Ejército de África de fundar la revista que representaría el sentir de los militares africanistas, orientando a la opinión pública sobre la misión de España en el norte de África. En esta Revista colaboró Bertuchi desde el primer momento, compenetrado con la idea que representaba. Entre la rica información que el capítulo aporta, apoyado en el conocimiento que el autor tiene sobre la obra del pintor, podemos encontrar un grato comentario sobre una ilustración a color aparecida en las páginas centrales del número de septiembre de 1927, que según él, representa mejor el ambiente de Ceuta en aquellos años, titulada La llegada del Correo, en el que el artista granadino supo captar el ambiente festivo producido por la llegada del buque que significaba la unión diaria con la Península. Añade un comentario muy de su estilo a este pasaje (no podía ser menos), en el que se nos informa que en aquellos tiempos existía un viaje diario con Algeciras en cada sentido y uno semanal que hacía el trayecto Algeciras-Tánger-Ceuta, “hoy lamentablemente desaparecido”.
Por todo ello es un libro muy recomendable, teniendo en cuenta que, además, no cae en la irritante práctica que en la actualidad se observa de manipular la historia, y que tan recurrente resulta en estos tiempos que corren entre los intereses vinculados a nacionalistas, revisionistas o populistas. Un chorro de aire fresco entre tanta sinvergonzonería.
1.-José María Campos. HÉROES Y VILLANOS. Protectorado de España en Marruecos. Editorial Almed. Granada, 2017. 205 págs. Con ilustraciones de Bertuchi.
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