“¿Qué estáis grabando?, lo de ayer es poco, lo siguiente un tiro en la cabeza”. Con estas advertencias, en forma de gritos, fueron recibidos los agentes de la Policía Nacional que acudieron al barrio del Príncipe para intentar colocar las esposas primero, y trasladar a la Jefatura después, al autor de los disparos contra el Subgrupo de Noche del CNP.
Faltaban quince minutos para las tres de la madrugada, cuando el ambiente volvía a ponerse rebelde y peligroso para unos agentes que se conocen el barrio al detalle y que perciben, sin embargo, una hostilidad apreciada solo por quienes se apegan al ámbito delincuencial pero odiada por el resto de una barriada atrapada en el infierno.
Tal y como ha podido conocer este periódico, los agentes patrullaban a pie por el barrio solo 24 horas después del ataque a disparos. Se dirigieron con un objetivo: detener al implicado. Cuando se encontraban en la puerta de su vivienda se produjeron esas amenazas. Después se escuchó una fuerte explosión causada por un artefacto explosivo casero que fue lanzado por un grupo de individuos que emprendieron la huida hacia la explanada situada frente al colegio Reina Sofía.
No hubo daños materiales, pero sí que se materializó una acción que refleja la oposición más radical hacia las fuerzas de seguridad y, en este caso, hacia los componentes del Subgrupo de Noche. El recorrido por la barriada continuó para dar con los implicados en las graves amenazas de muerte y en este atentado.
No se lograron detenciones pero sí la constatación de un hecho grave: en las inmediaciones del antiguo Poblado Legionario varios individuos estaban realizando más artefactos caseros de tipo explosivo para arrojárselos a los integrantes del CNP. El término ‘kale borroka’ sirvió para referirse a los actos de violencia callejera ocurridos en el norte de España.
En Ceuta, en el otro norte, se estilan acciones que persiguen ese mismo fin: atentar contra las fuerzas de seguridad aunque amparados en la protección que, sus ejecutores, otorgan a quienes se mueven al margen de la ley. Ya lo denunciaban los propios vecinos a El Faro, hay grupos que se disputan su parcela en esta caótica situación y fomentan este tipo de actos que terminan causando una sangría a todos los residentes. Los individuos que estaban fabricando estos artefactos esperaban usarlos para arremeter contra los policías.
En el lugar los agentes recuperaron, detrás de un macetero, varios artículos usados precisamente para estas prácticas. Ver en este tipo de acciones una mera chiquillada o un vandalismo de juventud supone una visión reduccionista de la fractura social abierta de la que se están beneficiando aquellos que aspiran a tener un protagonismo en el mundo del delito. La Policía trabaja en dar con los autores de estas nuevas agresiones, verbales y físicas, acometidas.
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