Las investigaciones de Macarena Ros han estado centradas en la biología de las invasiones y sus efectos sobre ecosistemas marinos. En las jornadas sobre el medio natural de Ceuta, la experta ha resaltado la existencia de pequeños organismos que tienen la capacidad de alertarnos de que algo peor puede llegar.
–Tal y como se ha estado hablando a lo largo de estas jornadas, ¿nos vas a presentar otra bioinvasión extrema y alarmante?
–Lo nuestro es menos llamativo porque son organismos muy pequeños que pasan inadvertidos. Cuesta más transmitir la importancia que tienen estos pequeños organismos en las dinámicas de invasión. A veces son peligrosos y otras no, pero lo que está claro es que alertan de que está sucediendo algo. Lo que ocurre es que en la mayoría de los casos no se ven los problemas que generan. Hasta que no llega una alga como la parda que invade todo y todo el mundo lo ve, la gente no se empieza a interesar.
–Aunque sean pequeños, ¿pueden resultar igual de alarmantes?
–Estudiamos una comunidad de pequeños crustáceos peracáridos que son muy útiles como indicadores de que algunos problemas están sucediendo y se pueden capturar con mucha facilidad y rapidez en las vías de entrada de especies exóticas. Una vez llega una alga invasora e invade todas las zonas naturales, erradicar este problema es muy difícil de controlar y requiere mucha inversión económica. Nosotros lo que decimos es que hay que controlar las vías de entrada y las invasiones antes de que lleguen a generar un problema. Si no se hace, llega un momento que es difícil que las medidas sean eficientes.
–Y como ocurría con la especie de alga asiática, ¿se les podría sacar algún beneficio?
–Se están empezando a utilizar como alimento para peces. Se está estudiando su uso en acuicultura porque son muy útiles para incrementar los valores de Omega 3 en los pescados, ya que es interesante proporcionarles un alimento más natural que los piensos. Sin embargo, su utilidad sobre todo reside en que alertan de cuáles son los vectores de introducción. Por ejemplo, nosotros encontramos por primera vez algunas especies que no eran de aquí en puertos deportivos. Aunque no fueron muy abundantes, nos advirtieron de que los puertos deportivos son una red de propagación de especies exóticas porque hasta hace poco se centraban en los puertos comerciales. Comenzamos a ver organismos que no eran de aquí en puertos deportivos y esto nos avisó de que las embarcaciones estaban propagando estas especies. No quiere decir que sea algo positivo, pero por ahora estos pequeños organismos no están generando un impacto extremadamente grande.
–Entonces ¿son buenas y malas a partes iguales?
–Están compitiendo con otras especies nativas de aquí y se ve que las están desplazando, pero todavía de alguna forma se encuentran contenidos en estos hábitats de los puertos deportivos y no han llegado a colonizar ambientes naturales. También estamos empezando a ver que estas especies pueden llevar virus y otros patógenos que los traen desde sus lugares de origen, por lo que ayudan a entender, antes de que suceda un problema grave, qué es lo que puede suceder, por lo que desde hace varios años podemos comprender que los puertos deportivos son vías de entrada gracias a que estos organismos nos han estado diciendo que estos puertos son un vector de propagación.
–¿Ceuta jugaría un papel importante en todo esto?
–Ceuta es clave porque es un punto estratégico al estar el Estrecho de Gibraltar, donde vienen barcos de todo el mundo. Ceuta es muy interesante como estación centinela para la detección temprana de especies exóticas. Es un punto estratégico para detectar de forma temprana especies exóticas. Nos permite encontrar puntos de alerta que te avisan de que son una vía de entrada de especies.
–¿Cuál sería el peligro real al que nos enfrentamos?
–Lo que venimos diciendo desde hace tiempo es que hay que tener cuidado ya que, aunque estemos viendo organismos pequeños que de momento no son extremadamente dañinos en los puertos deportivos, hay que controlar este vector de introducción porque no tiene regulación. A los barcos no les exigen una limpieza. Las aguas de lastre están reguladas debido a que hace mucho tiempo apareció el virus del cólera en Latinoamérica provocando muchas muertes, por eso ese vector se empezó a controlar haciendo que el agua de lastre esté regulado, por lo que dejó de ser un problema. Sin embargo, todos los organismos que se pegan por fuera cuando van de camino no lo están. Hay muchos organismos que se pegan en el trayecto o cuando están amarrados en el puerto de origen. Hay que limpiar muy bien el barco para que cuando se viaje no se contaminen otros lugares, y eso no se exige. Como no hay una regulación, hay unos propietarios que los limpian y otros que no, y en los puertos deportivos tampoco se limpian las instalaciones.
–¿Pesimismo de cara al futuro?
–Estamos a tiempo de que no si detectamos el inicio del problema. Destacamos que hay unos organismos que nos están indicando que hay un problema y nos permiten alertar en el inicio, cuando todavía no hay un gran problema. Nos avisan de que si cuidamos estos vectores de introducción, se limpian y se gestionan, se puede evitar que otras especies mucho más dañinas lleguen. Hay esperanza si se consigue que las autoridades competentes entiendan que la clave está cuando todavía no hay un problema.
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