Si en los años setenta la población magrebí se encontraba en una franja entre el 10 y el 15 por ciento de la población; ahora, actualmente, cuarenta años después, en el año 2013, puede que haya alcanzado a la mitad del censo. De tal manera que Ceuta ya no es aquella urbe donde la ciudadanos predominantes era cristianos y oriundos de España; ahora, la población musulmana, llegada de la vecina Marruecos, ha igualado a la primitiva y establecida en esta capital desde hace seis siglos, concretamente, desde que en el años 1415 los portugueses desembarcaran en sus playas y la conquistaran “manu militari”.
Siempre ha habido una confusión –interesada o no, no lo sé- entre los conceptos: cristiano y español; y musulmán, moro* o marroquí. La mayoría de la población musulmana es de origen marroquí, pero su nacionalidad es española, con lo cual no debería de cuestionarse algunas desconfianzas que atan y lastran la convivencia de nuestra ciudad de tal manera y de forma tan evidente, que pueda pensarse que la viabilidad de entendimiento de las dos comunidades fuera, llegado un punto, del todo imposible.
Sin embargo, existen dificultades y hechos constatados que hacen nada fácil esta convivencia. Entre los hechos constatados que hacen que la “desconfianza” sea un sentimiento generalizado entre la población, se encuentra la continua reivindicación del reino de Marruecos a que Ceuta pase a formar parte de su territorio. Quizás esta reivindicación pese demasiado en el subconsciente de los ceutíes y haga que la larga mirada a su futuro y al de sus hijos se vea enturbiada por un paisaje donde el pintor no acaba nunca de mezclar sus mejores colores para dar término a su trabajo en su mejor lienzo…
En los años sesenta, en la Puntilla, llegó la familia de Mogtar, Amín y Hamido, y nosotros, los muchachos de aquella barriada, nos relacionamos con ellos con la normalidad que los muchachos, a esa edad, suelen tener…Y recuerdo que algunas tardes, Amin, se sentaba en el poyete de su casa, encendía el transistor y buscaba la emisora donde daban el “Hit Parade” con la canciones del momento que, en mi recuerdo, “Baby, Come Back” de The Equal, llegaba a los primeros puestos. Y puedo apuntar que ellos fueron mis amigos de juegos, y que Amín y yo fuimos muchos domingos al Casinillo de Hadú, a bailar los primeros bailes…
Y esta convivencia que se daba entonces se me antoja que hoy ya no se da. Y al preguntar a algunos jóvenes, ellos me dicen que cada comunidad, salvo casos contados, sólo se relaciona entre personas de la misma comunidad… Y pudiera ser que si las diferentes comunidades no se integran y se entretejen entre ellos en un solo tejido que, les auné y les dé la suficiente tolerancia para ejercer una convivencia más allá de sus culturas originarias, entonces no podrá haber un futuro esperanzador para el modelo de ciudad que deseamos para Ceuta.
La”multiculturalidad” puede ser un concepto muy hermoso acuñado expresamente para la convivencia de los seres humanos que conviven en una sociedad con diferentes culturas. Sin embargo, puede ser utilizado como una trampa, como un engaño, por lideres fanatizados de la religión que, a su resguardo, captan para sus ámbitos a ingenuos fieles que, desconocen, que a través de mesiánicos mensajes sus mentes van a ser dirigidas y desposeídas de la capacidad de pensar, dejando al libre albedrío como algo residual en la conducta ordinaria de su comportamiento como ser humano.
Cuando leo a diferentes articulistas y observo las posiciones tan diferentes que mantienen, se me antoja que el grado de agresividad y vehemencia que practican les hacen descarrilar de la realidad del día a día; yendo a problemáticas pueriles y que dejan las cuestiones principales del lado del ya desaparecido “limbo”. Mas les valieran que aparcaran sus diferencias y se aprestaran a colaborar entre ellos para que toda la ciudadanía se sintiera acogida por las Autoridades Publicas; y propiciada para generar una tolerancia que hiciese posible un acercamiento de culturas que fuese nuestro propio acervo cultural y nuestras propias señas de identidad; pues he de decir que lo magrebí y lo hispano, se amalgama en nuestra capital de tal manera, que ha favorecido un mestizaje que nos hace diferentes y característicos dentro de nuestro propio país.
He de abundar en este mestizaje porque llevo cuarenta años fuera de Ceuta, y mi impronta la ejerzo fuera de mi ciudad y la ejerzo con total plenitud y con total responsabilidad, tanto -no hace falta añadir más-, que a algún mal intencionado de turno, con frase fácil, le he tenido que aclarar las ideas de manera contundente…
Si dejara entrever lo que mi corazón siente, dijera que no soy optimista con lo que el futuro prevé para nuestra localidad; sin embargo, no hay que bajar las manos y dejarse llevar por el desánimo. No; no cabe el desánimo…. Ceuta, se merece el modelo único de tolerancia que pretendemos y, que se encuentra en nuestro memoria pretérita, la incorporación a nuestra identidad de las diferentes culturas que se manifiestan en nuestro municipio.
No cabe duda, por tanto, que en Ceuta no cabe ningún tipo de fanatismo venga de donde venga. Pues el fanatismo es la antítesis de nuestra capital, de nuestra tradición de ser habitada por magrebíes, fenicios, cartagineses, romanos, vándalos, visigodos, bizantinos, árabes, portugueses y castellanos. No cabe el fanatismo en nuestro territorio, no cabe, no… Digan, hablen, apunten lo que quieran y deseen… Pero Ceuta es tierra de libertad, tierra de África donde la palabra y el pensamiento tienen alas para volar hasta los verde pinos del Hacho y los altos picos de la Mujer Muerta…
Ceuta es tierra de libertad, hemos dicho y, por tanto, no vamos a permitir que ninguna religión, ni ningún fanatismo, ni ninguna determinada política, no quite la palabra de la boca y podamos gritar: ¡libertad, libertad, libertad…! Libertad como seña de identidad que habita en nuestras almas, y que se columbra allá en el horizonte donde se allegan nuestros sueños personales y nuestros sueños colectivos de ser un pueblo, un pueblo como otros de España…
* Moro: Para mí no tiene sentido peyorativo, me lo han llamado algunas veces por ser de Ceuta; sin embargo yo les he apuntado: “Miren para la Alhambra de Granada; miren para la Giralda de Sevilla y sus Alcázares; miren para la Alcazaba de Málaga y Almería. Miren y pueden que encuentren sus señas de identidad en ellos… Pues la ignorancia y la estupidez no pueden darse en mayor grado que, en aquel que no se reconoce así mismo, y en su propia historia.
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