Hay niños muy pequeños. De muy corta edad. Niños que no llegan ni a los 5 años y que han cruzado a Ceuta solos. Es, sin duda, la mayor indignación de una crisis histórica que ha puesto en evidencia hasta dónde llega Marruecos con sus propios nacionales. Esos pequeños están ahora controlados en la nave del Tarajal, recibiendo el apoyo y la atención de la Cruz Roja, intentando ser filiados por la Policía Nacional. Este miércoles se les estaban realizando pruebas de detección del virus a todos ellos. Representan el gran drama de la inmigración y un auténtico problema para una ciudad como Ceuta que se ve desbordada ante la inmigración infantil, sin medios para atenderlos, asumiendo lo que supone la forma más cruel que tiene un país de usar a los suyos.
La imagen que se tenía de la nave del Tarajal antes de que estallara esta auténtica crisis nada tiene que ver con la de ahora. Colapsada de menores que vinieron en muchos casos engañados, y sobre los que han puesto el foco de atención las oenegés para pedir que no se les criminalice. Ellos representan el eslabón roto de una cadena inmoral, de una cadena tendida por el reino de Marruecos al que le ha dado igual que sus menores se arrojen al mar con todas las consecuencias. Pero por aún, que dejen atrás a sus propios progenitores porque pensaban que esto era una aventura.
Ahora se encuentran atrapados en la ciudad, no pueden salir hasta que sus padres los reconozcan. Vivirán en las naves hasta que la Ciudad habilite ya Piniers y pueda, una parte estar allí, ya que en el centro de Hadú de La Esperanza se encontraban todos los demás. Los pequeños están siendo sometidos a los controles de detección del virus, porque ante todo este caos existe la necesidad de aplicar cuarentenas y de separar los casos sospechosos de sufrir algún tipo de contagio.
La inmigración, en la calle a la búsqueda de cobijo
Y si llega más al corazón estas estampas de niños pequeños, supone un auténtico descontrol que todavía, hoy por hoy, no se disponga de alternativa para los inmigrantes que, también en número importante, siguen en la calle, buscando cobijo por las distintas barriadas.
Están cogiendo cartones, mantas o incluso colchones abandonados para buscar un lugar en donde dormir. Luego piden por las calles comida y ni siquiera han recibido medios mínimos de protección como las mascarillas. Esto ha llevado a que ceutíes, por propia iniciativa, hayan iniciado repartos por propia voluntad. De momento oficialmente no se ha dicho dónde van a ir, después de haberse descartado el uso del campo federativo José Benoliel. En su día se habló de que existía un protocolo sanitario que funcionaría ante una posible entrada masiva de inmigrantes, en base a los hechos acontecidos es claro que no ha funcionado.