No soy depresivo, mas esa sensación parece anidar en mi ánimo. No es el levante, no. Ojala. Es mi ciudad, su imagen, sus temores, su futuro. Arde Ceuta. Su imagen se deteriora con los hechos. Los puramente ígneos y los que no lo son. Cunde el desánimo. Dudo ocurran hechos similares en otra parte de España. Cuidado, no olvidemos que hablamos de un territorio cerrado de poco más de 20 kilómetros cuadrados, tabicado por una frontera con Marruecos y aislado por el mar con la Península, y con el índice de fuerzas de seguridad más alto del país por habitante. Ni Melilla parece igualarnos ahora mismo.
Sé de quienes estas vacaciones de Semana Santa se marcharán con sus vehículos y volverán sin ellos. Al menos de momento. El temor ante la escalada progresiva de incendios provocados, no ya en el extrarradio sino en el propio centro, es evidente. Tenga usted su automóvil en la calle o en el garaje, para el caso es igual si el pirómano de turno decide actuar en ese lugar.
Lo de Parques Ceuta ha sido el último eslabón de una inquietante cadena. Ocho coches calcinados, decenas de ellos afectados, además de dos motos y un trastero, más de 300 personas desalojadas durante siete desesperantes horas en la calle, cobijadas con las mantas generosamente repartidas por Cruz Roja ante las inclemencias del fuerte levante.
“Pudo haber sido una tragedia”, confesaban a este medio algunos de los afectados. A un centenar de ellos les queda ahora por delante un largo peregrinar con sus seguros para tratar de solucionar los daños sufridos en sus propiedades. Meses atrás fue en Galea. ¿Mi garaje y mi bloque será el próximo?, se pregunta, inquieta, la ciudadanía. Las llamadas a emergencias se suceden. La mínima sospecha es suficiente. Hay temor, sí. Salvando las distancias, igual que cuando en la segunda mitad de los setenta se produjeron aquellos atentados terroristas en la ciudad. La alerta y el resquemor eran generales. Había incluso quienes, antes de subir a su vehículo, revisaban los bajos por si habían alojado en ellos algún artefacto.
Bomberos señala el de de Parques Ceuta como uno de los incendios más complicados de los que se vienen sucediendo. Horas antes el salvaje de turno dejaba su impronta en el barrio de Las Latas con dos contenedores y un vehículo ardiendo. Esto no puede ser. 600 coches quemados en algo más de tres años en una ciudad tan pequeña es una auténtica barbaridad. ¿Qué o quién falla aquí? ¿Cómo se ha dado lugar a esto?
Existe una premisa clave como esta semana nuestra directora reseñaba en su columna, la denuncia por parte de ‘El Faro’, hace ya algún tiempo, con los datos por delante facilitados por Bomberos, poniendo el dedo en la llaga. Problema que determinadas autoridades negaron o trataron de alarmista al periódico. Matar al mensajero, vaya.
Es lo mismo que cuando en los años ochenta este diario decano clamaba sin cesar sobre el alarmante proceso de marroquinización que venía produciéndose en la ciudad y la inquietante deriva que iba tomando el Príncipe. Nadie se dio por aludido. Y quienes pudieron remediarlo, un día hicieron las maletas y adios Ceuta, si te vi no me acuerdo. Como siempre.
Ese Príncipe que, recientemente, desnudó ante la opinión pública nacional su cara más negativa en el programa ‘Callejeros’, para vergüenza y desprestigio de la ciudad. Una realidad que está ahí y que, informativamente, mal que nos pese, vende. Como venderá, desgraciadamente también, esa nueva serie de ficción que anuncia Tele 5, nada menos que bajo el título de ‘El Príncipe’. Con el mundo del narcotráfico como fondo argumental y la difícil vida de un policía, especialmente cuando se enamora perdidamente de la hermana mayor del capo de la zona, Dios o Alá nos coja confesados. Con el masivo seguimiento y aceptación popular que tienen las series, imaginemos lo que nos espera.
Arde Ceuta, sí. De fuegos y de indignación. Como si no tuviésemos bastante con el drama de las llamas del paro y la progresiva destrucción de nuestros modelos económicos tradicionales. Y a todo esto los sindicatos calificando de “parásita” a la ciudad por la nula incidencia de la huelga en la misma. ¡Ay!
Al fin y en medio de esta humareda, un destello de claridad. La detención de tres jóvenes por el incendio de Parques Ceuta. El delegado se mojó y se salió con la suya. Policía, judicatura y delegación tienen por delante un difícil e importantísimo reto. Ojala sea el principio del fin del enquistado problema de los incendios. Más nos vale.
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