Ceuta ante el colapso civilizatorio

Nuestro mundo heredó la decadencia romana y la potenció como nunca gracias al enorme auge tecnológico que nos ha permitido tantas imprudencias y extravagancias merecedoras de grandes castigos, algunos de ellos fueron literarios y por ello escritos por la mano de visionarios como nuestro admirado H. G. Wells. Somos Roma pero con más tecnología, estas palabras retumban en mi mente y desvelan cierta verdad sobre la “ permanencia del imperio” y su transformación paulatina en lo que hoy en día somos todos los pertenecientes al mundo occidental y los que no perteneciendo a este ámbito han abrazado su fe y se comportan de forma parecida en sus formas económicas y estilos de vida extravagantes. Las lecciones de Noé Villaverde (véase Tingitana y la antigüedad tardía, siglos III-VIII) sobre el territorio norteafricano muestran como la esencia burocrática de Roma se metamorfoseó entre los legajos y prácticas de la iglesia cristiana para nutrir las ansias de poder y gloria de los recién llegados a las ciudades del imperio. Destrucción y saqueo material pero también asimilación y vuelta a la reproducción de modelos bien custodiados por sacerdotes y escribanos.

Ahora que José Manuel Pérez-Rivera ha realizado un destacado descubrimiento arqueológico sobre la época romana de nuestra “mágica y marinera ciudad” podemos decir que los romanos exprimieron todo lo que pudieron nuestros recursos naturales marinos para contentar a las élites extractivas y ayudar a mantener el sostenimiento de una máquina militar y burocrática imposible por su tamaño y la cantidad de energía que requería. El denominado círculo de factorías del estrecho es una expresión máxima del interés depredador desplegado por los romanos para acaparar recursos y energía que emplearía en la protección de su forma de vida insostenible. Joseph A. Tainter es un historiador que ofrece un marco estupendo a Jeremy Rifkin (véase la economía del hidrógeno) para la reflexionar sobre las caídas de las grandes civilizaciones y además propone un modelo para explicar el ocaso del imperio romano en base a la depauperación de los recursos naturales y sobre todo de las tierras de cultivo. Según Tainter fue la sobreexplotación de las tierras de cultivo y el aumento de la población urbana improductiva las que propiciaron el hondo desequilibrio. Ciertamente cualquier sociedad de consumo moderna es insostenible y solo compra tiempo a costa de la depredación de su propio entorno y del de los demás. Son muchas sociedades de empobrecidos económicos las que ponen a disposición del mercado sus productos que han sido obtenidos, en muchas ocasiones, a costa de la destrucción de valiosos ecosistemas. Toda esta degradación, se lleva a cabo en el mismo territorio del estado opulento o en otros países a los que saquea a cambio de matar el hambre a los pobres y enriquecer materialmente a las élites extractivas.

A pesar de que los avances tecnológicos se incrementan, las vidas de los habitantes del nuevo “imperio mundial tecnológico de occidente”, el ámbito civilizatorio en el que vivimos, se precarizan y sus emolumentos no se incrementan. La situación continua deteriorándose y el trabajo remunerado se reduce por los propios costes de los impuestos pues el imperio debe mantener e incrementar los tributos si desea lograr algún equilibrio social. Los subsidios no los han inventado los estados de hoy en día sino que ya en Roma, y en determinados momentos, había muchos súbditos subvencionados que vivían del propio estado sin trabajar ni producir. La energía barata petrolífera ha creado nuestro mundo artificial y será también el agotamiento del petróleo quien le ponga fin. Roma se volvió una civilización insostenible porque al suspender las conquistas ya no podía arrasar bosques y obtener los beneficios de sobreexplotar ecosistemas vírgenes de tierras remotas. Entonces la única respuesta posible fue adaptarse a sostener un vasto imperio sin crecer más sino colonizando y cultivando la tierra, de hecho, su declive estuvo ligado a la reducción progresiva de su producción agrícola. El enorme impacto ecológico provocado por la feroz deforestación de Italia y otros territorios ocupados por el imperio romano y su rápida conversión en tierras de cultivos unido al incremento de la ganadería acentuó el desequilibrio ecológico mientras la población no cesaba de aumentar. En el siglo VI el imperio se había hundido y la ciudad de Roma pasó de contar con más de un millón de personas a tener menos de 30.000 habitantes. La unión fatídica de incremento poblacional y colapso de los ecosistemas agrícolas artificialmente generados fueron la clave del ocaso romano, la desaparición del petróleo barato y en abundancia para movernos, cultivar nuestros campos, saquear los mares, destruir valiosos ecosistemas y desarrollar la industria petroquímica será el fin del actual sistema insostenible de vida opulenta.

En Ceuta, nos dedicamos a despreciar cualquier lección de la historia. De hecho, nuestra ciudad es un ejemplo de insostenibilidad que se podría estudiar en las universidades del futuro. Todo se derrocha y en especial los recursos de los que carecemos: agua, luz, territorio y energía. Los residuos no se reciclan sino que se sacan en grandes contenedores para que otros se dediquen a separarlos por nosotros en vertederos especializados de la península, todo el proceso presenta unos costes astronómicos. En el capítulo de la burocracia, jamás hemos tenido tan elevado número de personas improductivas para la sociedad cobrando sueldos surrealistas que en ningún caso tienen relación directa con sus capacidades profesionales ni personales. Un director general en Ceuta puede desarrollar una gestión vulgar, incluso en algunos aspectos negativa y llegar a cobrar un sueldo cercano a los siete mil euros al mes. Todo o casi todo el patrimonio natural y cultural está abandonado sin que se perciba el menor atisbo de vergüenza en los gobernantes municipales ni estatales. El medioambiente y la rehabilitación de espacios y monumentos están fuera de la agenda política actual. El caso más reciente y palmario es quizá el fallido parque de Santa Catalina y la Sirena de Punta Almina rehabilitada con fondos públicos y cerrada a cal y canto sin aprovechar su atractivo espacio para desarrollar actividades ambientales. Síntomas inequívocos de la gran decadencia del sistema político-burocrático y económico ceutí. Lo que sí está de actualidad en la mente del alcalde presidente es continuar con sus molestos saqueos aduaneros y captación de fondos públicos para el mantenimiento de la costosísima burocracia municipal y continuar con sus políticas propagandísticas de obras y ajardinamiento. Todo esto funcionará siempre que el imperio de occidente desee mantener Ceuta dentro de su órbita teniendo en cuenta que será de los primeros lugares que abandonará cuando ya no haya recursos económicos. Además J. Vivas vive inmerso en el mito del crecimiento infinito y de la resolución mágica de los problemas ecológicos y demográficos a través de ciertos conjuros que se establecen entre parlamentarios desnortados, en los despachitos oficiales y en las oficinas de Tragsa que ha quedado bien demostrado que sirva prácticamente para todo incluido acumular algas de forma ilegal en una zona LIC. El devenir del mito exigirá pronto grandes sacrificios rituales a sus grandes sacerdotes. Para finalizar esta colaboración me gustaría recordar la visita de un hombre bueno y honrado que me pidió ayuda para poder fundar una pequeña institución que enseñara a construir pequeñas barcas de pesca a los jóvenes. Este visionario estaba convencido que el colapso energético estaba más cercano que lejano en el tiempo y quería dejar algo sólido en pie para ayudar a los habitantes del incierto futuro de la mágica y marinera ciudad. Por desgracia, solo pude ofrecerle nuestra colaboración en una exposición sobre sus proyectos y desearle toda la suerte del mundo pues estaba muy de acuerdo con lo que pensaba de cara al futuro. Por supuesto en el ayuntamiento sus planteamientos no interesaron en absoluto.