Cerrar las mezquitas que no respeten los valores de la UE. Esta es la nueva propuesta que nuestros onerosos eurodiputados han aprobado en aras a combatir el terrorismo. La medida, que a priori puede parecer útil, esconde un espíritu demoledor contra las libertades humanas, sobre todo porque no quieren tener claro cuáles son los valores de la Unión Europea tras el rechazo frontal a la base cristiana.
Lo que ha autorizado esta élite económica y social a costa de nuestros impuestos es, poco más o menos, que queda prohibido el derecho a reunión si no piensas igual que ellos. Algo peligroso y voluble teniendo en cuenta las fuertes corrientes de ciénagas que corren contra la cristiandad, el judaísmo, o todo aquello que se niegue a ir en sintonía con el pensamiento políticamente correcto.
Con esta medida dejan en evidencia a un sistema judicial y policial incapaz de hacer respetar la ley existente, porque supongo que todos los países de la UE persiguen delitos de terrorismo, incitación al odio, la discriminación, la violencia y a todas las asociaciones que se dedican a ello. No hace falta cerrar mezquitas, basta aplicar la ley a quienes la transgredan. Los locales difícilmente son culpables de delitos.
Cada eurodiputado gasta alrededor de 500.000 euros al año, de los cuales cerca de 100.000 euros es sueldo, más otros 50.000 en dietas que no tributan, unos 25.000 euros más por asistir, más gastos de viajes, dietas de estancias, otros gastos sin identificar y, como no, el privilegio de una jubilación de oro del 3,5% del sueldo por cada año que ha sido eurodiputado. Teniendo en cuenta que son 751 eurodiputados, esos 751 privilegiadísimos gastan más de 375 millones de euros en sí mismos para acabar dictando normas que recuerdan a una dictadura más que a un ámbito de libertad como pretende erigirse la UE.
Pese a que gastamos todo ese dinero en ellos para que piensen y acuerden soluciones a nuestros problemas, son incapaces de reflexionar sobre atajar el problema de raíz con una inmigración más selectiva, aplicar la ley sin complejos en los autoconfinados guetos sin miedo a ser tildados de racistas por esos nichos políticos que justifican el delito por el color de la piel, dejar de ser esclavos del buenismo, presos de la foto políticamente correcta (que ya los acabará atendiendo la Iglesia Católica con Cáritas), y ser valientes dictando leyes justas.
Esta nueva forma de despotismo des-ilustrado también ha acordado realizar evaluaciones previas a los clérigos y una lista negra de los predicadores que no estén de acuerdo con esos valores de la UE. No van a tardar ni un año en hacer lo mismo con los rabinos, sacerdotes o maestros hinduistas, budistas… Y ya saben que todos estos ya cuentan con “antecedentes” contra la ideología de género, el aborto o la eutanasia, nuevos valores de la UE.
Y como colofón, una lista de libros prohibidos y contenidos de Internet inaccesibles, al más puro estilo Mao Tse Tung.
Cuando veas las barbas de tu vecino remojar…