El director del Instituto de Estudios Ceutíes (IEC) y también director de la Biblioteca Pública del Estado, José Antonio Alarcón, ha ofrecido una conferencia en la que se ha remontado hasta mediados del siglo XIX y los primeros años del XX para descubrir una figura poco conocida de las cercanías de Ceuta: los bandoleros.
Un evento que ha generado interés por parte del público, que ha asistido hasta casi llenar la sala.
Durante su simposio, Alarcón se ha centrado en los Valientes, una familia que dominó durante medio siglo los terrenos más próximos a nuestra ciudad, la zona de Castillejos y la cabila de Anyera. Desde este minúsculo territorio, consiguieron poner en jaque, incluso, al Imperio Británico.
“Secuestró a dos de sus oficiales, con los que el gobierno inglés negoció para su liberación”, ha explicado el investigador. Para perpetuarse durante 50 años, el padre de esta familia, que fue el que comenzó a poner en práctica el bandolerismo como forma de vida, se lo heredó a sus tres hijos: “Mohamed, Jameido y Larbi, que durante bastantes años realizaron sus fechorías en las cercanías de Ceuta”.
Una supervivencia que se conseguía a través de, desgrana Alarcón, “un secuestro, un robo, el asesinato se contaba entre ellas, la imposición de impuestos a aquellas personas que venían a comerciar a Ceuta, asaltos en el camino de las carreteras que ellos controlaban”.
Movidos por un deseo práctico, como el de amasar riquezas, pero también por un anhelo inmaterial como es rebelarse, consciente o inconscientemente, contra el poder. “Era la rebeldía de las zonas pobres y miserables, con la gente marginada que responde al poder a través de por ejemplo el bandolerismo”. Un poder, como ha señalado Alarcón, que se manifestaba en la figura de las potencias ocupantes del territorio marroquí y, por ende, “de rechazo al extranjero”.
Una actitud que llevaban al extremo, cuando consiguieron apropiarse de las minas de antimonio, un mineral característico de la zona. “Ellos las explotaban. Esa era la forma de vida. O vendían la traída de agua de los propietarios de los manantiales, o se apropiaban de las tierras, del ganado…”, argumenta Alarcón. Todo con el propósito de “asentar el poder en la zona”.
Así que los sultanes de la región intentaron “institucionalizar” el poder que tenían estos bandoleros en sus límites territoriales.
Una historia de medio siglo que acabó de manera trágica: “Todos los hermanos Valientes mueren además violentamente”. Su legado como bandoleros finalizó, pero aún hoy perdura su sangre en algunos descendientes lejanos que habitan por la región.
“Sí hay descendientes, ellos procedían de una zona de Annuar, del Anyera, hubo muchos familiares, primos, tíos, hermanos… que dejaron una importante fortuna en Tánger”.
A nivel genético queda algo de estas personas que hicieron del bandolerismo su vida. Pero, también, aún queda algún resto arqueológico de aquella época. “Lo más importante fue su casa de Beni Msala, pero García Aldave la dinamitó en 1909 en una acción de castigo”, explica el investigador, que “próximamente” publicará un artículo extenso sobre esta familia.
“Quedan vestigios en la frontera, alguna torre… en el Serrallo también, es un sitio típico donde ellos actuaban. En Beni Msala, sitúa Alarcón, también perduran restos que han estado “como siempre” en las alturas del valle de Castillejos.
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