Galicia tiene una embajada en ese incomparable marco que forman las Murallas Reales: el Centro Gallego, que acerca a los ceutíes su gastronomía tradicional y de innovación en la plaza bautizada con el nombre de su Patrón, Santiago, que también es el de España.
Y nada mejor que hacer patria chica con el paladar. Guillermo Gorostiza, al frente del restaurante desde hace cinco años, descubre esta tierra, de Finisterre a Cabeza de Manzaneda, a través de una decena de platos de su extensa carta y ante los cuales resulta imposible no salivar.
De un lado cultiva una línea de cocina más pura, con los sabores reconocibles por todo el mundo y, por el otro, el Centro Gallego ofrece sus elaboraciones, sus ideas con las que darle una vuelta a los productos típicos y completar su oferta gastronómica.
Ese recorrido por su geografía de pastos, rías y lugares emblemáticos comienza con los torrados o tostas de mojama con salmorejo y rematadas con frutos secos en una combinación que nunca falla
El chorizo de pincho, importado directamente desde Galicia y con ese delicioso toque ahumado, tampoco puede faltar como tapa o entrante con el que abrir boca.
Antes de que naciese la creativa cocina de deconstrucción, en la zona lindante con Galicia, como es León, los norteños ya consumían la denominada pasta de morcilla liberada de la tripa para embutido.
Los mejillones abundan en su gastronomía autonómica que, en el restaurante regentado por Gorostiza, se aderezan con salsa de aceite sofrito con pimentón. Y también del mar es el pulpo, casí el rey de la cocina gallega.
En el Centro Gallego lo sirven en su especialidad A Feira que rememora a aquellas pulpeiras cociéndolo en grandes calderos, cortándolos y adobándolos con aceite, sal y pimentón en las ferias periódicas de los pueblos gallegos.
O con salsa para acompañar con un Albariño, el vino por excelencia de Galicia. Dentro de esa innovación en sus fogones, está el pulpo rebozado dentro de un cuenco crujiente y rociado con alioli. Sensacional. En su preparación del lacón con grelos, otro plato típico dentro de su carta, corren aires frescos.
El Centro Gallego ha inventado una forma nueva de degustación con todos sus ingredientes y sabor: lacón, chorizo, cachelo y grelo integrado en una masa que rellena un crujiente.
O las patatas raimundas, en honor a su presidente, Raimundo Romero, con una salsa de alioli con miel, pimentón y cebolla frita. Para terminar un buen almuerzo o cena, nada mejor que una queimada de orujo blanco, granos de café, pieles de naranja, de limón –o de ambas– y el fuego que purifique el ambiente y el alcohol dejando un licor suave y tan mágico como el conjuro de una meiga.
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