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Celia Viñas

Mis amigos de la editorial Letra Impar de Almería acaban de publicar un libro homenaje a Celia Viñas, la inolvidable profesora de Literatura de la provincia vecina que, si aún viviera, el pasado mes de junio habría cumplido los cien años.

Yo pude haber sido alumno de Celia Viñas. También pude haber sido compañero de curso de Agustín Gómez Arcos. Dos causas lo impidieron: en el Instituto de Almería no había internado y, aunque lo hubiera habido, tampoco habría ido a estudiar al instituto. Mi familia era muy católica y consideraba que la enseñanza frailera era mucho mejor que la laica. Esta fue la razón que me llevó interno a un colegio de frailes de Almería y la que hizo que jamás fuese alumno de esta gran profesora. Los dos últimos cursos del bachillerato los hice externo y entonces tal vez hubiera podido pasar al instituto, pero no, mi familia prefirió que continuara con los frailes, donde había misa y rosario todos los días, confesión todos los sábados y ejercicios espirituales todos los años. Cuando ya estaba en el último curso de bachillerato, en una ocasión que yo iba con un amigo por el Paseo, –entonces Paseo del Generalísimo-, en el momento que nos cruzábamos con una mujer, ni alta ni baja, ni fea ni guapa, oí a mi amigo que me decía: "Ésa es Celia Viñas". Es la única imagen que guardo de Celia y ahora lamento no haberla conocido cuando vivía en la misma ciudad que ella.
Fue a raíz de su muerte –año 54- cuando, ganado por los comentarios que aquí y allá se hacían de Celia, compré su libro "Canción tonta en el Sur", que me encantó. Entonces yo estaba muy interesado en la poesía ingenua e infantil. Alguien me dio la dirección del marido y yo le escribí dándole el pésame; él, muy amable, me envió el libro "Como el ciervo corre herido...", que se había publicado en edición póstuma en 1955. Posteriormente, al empezar a leer a Agustín Gómez Arcos, sin la menor duda el mejor prosista que ha dado Almería y uno de los escritores más relevantes del exilio español, cuando supe que había sido alumno de Celia Viñas –el alumno preferido, dicen algunos-, esta novedad se convirtió para mí en un atractivo más para adentrarme en su obra y profundizar en ella. De él he escrito varios artículos y he viajado dos veces a su pueblo, Enix, el último pueblo de la Alpujarra almeriense, (si se va desde Granada), con el fin de tratar de conocer y comprender la infancia y adolescencia del gran escritor almeriense.
Ahora, después de tantos años sin hurgar en la obra de Celia Viñas, este nuevo encuentro con la poesía de esta mujer excepcional me trae un soplo de juventud y la rememoración de un ayer que, si vuelvo la cabeza hacia atrás, casi parece que se toca con la mano. El libro recoge todas las décimas que la gran escritora publicó en sus 39 años de vida. Sólo uno más que García Lorca, que murió con treinta y ocho. España tiene la desgracia de que sus grandes genios casi siempre mueren jóvenes: Garcilaso, Cadalso, Bécquer, Ganivet, Lorca, Miguel Hernández, Celia Viñas... Pero a este indudable mérito del libro, del que en seguida voy a hablar, hay que añadir dos atractivos más que es imposible pasar por alto. Me refiero a los dos estudios que preceden al poemario de Celia. El primero lo firma Francisco Galera y hace alusión a la biografía de la escritora. Me parece imprescindible para conocer en profundidad la vida y la obra de esta mujer excepcional y la labor que realizó en pro de la cultura en aquella Almería empobrecida y desolada tras la represión franquista que sufrió al final de la guerra civil. Francisco Galera, a sus indudables dotes de investigador, une un estilo ágil y atrayente que hace que el lector se beba sus páginas con extraordinario interés. El otro atractivo del libro es el completísimo estudio que Pepe Criado dedica a la decima o espinela, así llamada debido al apellido de su creador Vicente Espinel (Ronda, 1550, Madrid, 1624) que, además de poeta y músico, –añadió a la guitarra la quinta cuerda-, también fue un extraordinario prosista. Su libro "Vida del escudero Marcos de Obregón" es una de las novelas más importantes e interesantes de la picaresca española. Pero Pepe Criado no se limita a estudiar esta estrofa en la poesía castellana: movido por un encomiable afán investigador también nos ofrece unas muestras de la misma estrofa en otras lenguas de la península: catalán, gallego y portugués. Todo un trabajo de investigación digno de elogio y atención.
Digno de elogio y atención es también la recopilación de todas las décimas que Celia Viñas había publicado en libros, revistas y periódicos y que ahora, gracias al trabajo de Pepe Criado, se nos ofrecen agrupadas en este libro, cuyo interés sobrepasa con mucho la ciudad de Almería y llega a toda persona que disfrute leyendo un poema. Los temas que Celia Viñas toca en sus décimas son muy diversos –paisajes, religioso, infantil, amoroso, etc.-, y en todos ellos la escritora hace alarde de su calidad poética y de su asombrosa maestría en el manejo del octosílabo. También nos muestra un incontenible vitalismo que en seguida gana al lector. Leyendo sus poemas en seguida uno se pregunta: ¿Cómo puede ser que esta mujer, tan llena de vida, esté muerta a los 39 años? Aquí es imposible hacer un recorrido por cada uno de estos poemas, pero sí me voy a parar en dos –uno nocturno y otro diurno- que Celia dedicó a uno de los pueblos más hermosos de Granada: Baza.
No quiero terminar mi intervención sin aludir a la rememoración que Julio Alfredo Egea, sin duda el mejor poeta que ha dado Almería, hace de Celia. Merece la pena la cita:
El regalo espiritual mayor que puede recibir una ciudad lo recibió Almería con la llegada de Celia, la llegada seguida con la integración total en la ciudad, y de la sembradura permanente de su ser prodigioso y de su estilo de vida en alumnos y vecinos; en cierto modo Almería fue de "otra manera" a partir de Celia y el tiempo ha demostrado la perennidad de su huella. (....) Celia, síntesis de ternura y fortaleza, hecha para el Sur, con la gracia y la espontaneidad de un amanecer marino, repartiendo por el manadero de sus versos guiños de sol y golpes de mar
Ya sólo me queda dar las gracias a todas las personas que han intervenido en este libro homenaje a Celia Viñas que, al cabo de tantos años, nos permite volver a disfrutar de la poesía de esta gran profesora y, un poco de soslayo, de la Almería de mi infancia y adolescencia.

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