La magistrada titular del
juzgado de lo Penal Número 1 de Ceuta dejó visto para sentencia un
juicio en el que se le acusa a la llamada M.A.M., celadora del
hospital, de un delito de robo con fuerza en las cosas. Después de escuchar las distintas versiones, tanto de la acusada como de los testigos, el Ministerio Fiscal y la Acusación Particular siguieron con su escrito de acusación solicitando 2 años de prisión. Por su parte la Defensa solicitó la libre absolución de su representada con todos los pronunciamientos favorables ya que a su juicio no quedaron acreditado los hechos con las versiones ofrecidas por los testigos. Los hechos a los que se ha hecho referencia en este juicio ocurrieron el 13 de enero del año pasado. Sobre las 10:30 horas, la acusada acudió al Hospital Universitario, según testificó, para visitar a una compañera que se encontraba de “entrante”. De la desaparición de 9 ampollas de Dolantina, por la cual está acusada, negó ser la autora. Insistió, una y otra vez, que ella, por su función de celadora, se puede mover por todo el Hospital, pero que en esa ocasión apenas estuvo “15 minutos” y solo fue a visitar a una compañera con la cual estuvo hablando “de su vida privada”. A preguntas de por qué esa compañera no acudió como testigo, la acusada se limitó a contestar que “no lo sabía”. Asimismo explicó que lleva diferentes tratamientos médicos, pero que hace años que no se medica con Dolantina, por lo que no entiende que se le acuse del robo. Además desconoce qué hay en la RCP, lugar de donde desapareció las ampollas de la caja fuerte. Los testigos que declararon en el juicio y que son
sanitarios del Hospital Universitario siguieron todos una misma línea culpando a la acusada. El primero en declarar fue el responsable del servicio de Enfermería de Urgencias que relató que él no fue testigo de los hechos, que solo le llegó la información una vez que las enfermeras le denunciaron los hechos y que al comprobar que faltaban las ampollas de Dolantina en la caja fuerte puso la reclamación a sus jefes. Asimismo explicó que no es la primera vez que ocurre estos hechos, siempre estando la acusada de por medio, pero nunca se había puesto una denuncia. La declaración de una testigo es la que más puede aclarar los hechos, ya que fue la única que vio a la acusada. Explicó que llegó una ambulancia a Urgencias y al lado estaba la acusada. En un principio pensó que venía con la ambulancia, por eso le preguntó si era familiar suyo el paciente que trasladaban. Afirmó que mantuvo una conversación y que la acusada insistía, una y otra vez, quién era la persona encargada de estar en la zona de Urgencias como Enfermería. Esa insistencia, según los testigos, se debe a que la persona responsable es la que tiene la llave encima continuamente. Al irse a desayunar una de sus compañeras, las llaves quedaron encima del mostrador de Enfermería, momento en el que la testigo vio cómo la acusada se guardaba algo en la chaqueta y se marchaba rápido del lugar. Al tener ya aviso de los supervisores de estar atento a ella, fue corriendo a mirar los cajones donde seguían los medicamentos y al salir de ahí comprobó que salía de la zona de RCP con “gran velocidad” sin darle tiempo a detenerla. Por eso se puso en aviso rápidamente al supervisor y después de estar buscando las llaves desaparecidas comprobaron que la caja fuerte del RCP se encontraba abierta y no estaban las ampollas. La acusada en su última palabra explicó que ella puede ver a quien quiera, como hacen otros compañeros, y que desde hace tiempo cada vez que va a la zona de Urgencias para ser tratada (se encuentra en baja médica) siempre es “perseguida” por un vigilante de seguridad.