Cazando jueces

A pesar de mi escasa inteligencia he llegado a la conclusión de que los jueces hacen pipi y caca, son simpáticos o antipáticos, tienen familia, hijos, se divorcian y algunos tienen hasta amigos. Son como personas, con sentimientos, vida privada y un montón de problemas laborales y personales como el resto de los habitantes del planeta. Y para colmo, pueden estar  sometidos a la barbarie de los que tratan de amedrentarlos para que los corruptos y violentos campen a sus anchas por este país de golfos de traje de chaqueta y corbata.
La Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), ha tenido que salir en defensa del juez instructor de Palma de Mallorca, José Castro, porque  está siendo sometido a seguimientos desde hace meses. Hablar de seguimientos es lo mismo que decir que están intentando escarbar en su vida privada para desacreditarlo ante la opinión publica. Eso no es nada nuevo. Esa táctica la padeció un Magistrado de nuestra Ciudad y gracias a Dios y a la Justicia, los infames  pasaron por la vicaría del Estado de Derecho y fueron condenados. Me alegro mucho por la justicia y por los golfos.
Hablaba de que los jueces hacen pipi y caca y tienen amigos, y lo hacía, porque determinados medios de comunicación tratan de desprestigiar al juez Castro, por tomar café con una abogada que ejerce la acusación particular en el caso Nóos. Resulta desmoralizante para cualquier demócrata ver como un juez toma café en un local público con una señora. ¡Existe algo tan perverso y tan inmoral! Claro que no y además, igual hasta pagó la abogada.  Pero el juez ha sido pillado y existen hasta pruebas fotográficas del encuentro, que barbaridad.
Los canallas no se han quedado tranquilos con el reportaje fotográfico, además le han pinchado las ruedas del coche, le han sellado con silicona las cerraduras de su casa y le han inundado de excrementos la puerta. Estas razones son suficientes para corroborar que el juez Castro está realizando un trabajo perfecto e inmaculado. El que nada teme, nada debe hacer para tratar de desprestigiar a ninguna persona, sea o no juez.
Se desconocen a los autores de estos delitos y el motivo de las presiones, pero si los poderes públicos, el Consejo General del Poder Judicial y las Fuerzas de Seguridad con sus investigaciones no ponen todos los medios para detener esta avalancha de mafiosos, estaremos a los pies de los que quieren llevar a nuestro país al absolutismo de los poderes económicos.
La sociedad civil tenemos la obligación moral de rebelarnos contra estos indecentes que tratan de romper la independencia de los jueces y, por extensión, los principios de una sociedad democrática a la que tanto nos costó llegar y tanto hemos tenido que alimentar y proteger. Ellos preparan las pruebas para crear las dudas y nosotros no podemos caer en la desidia del silencio, porque los mafiosos e intolerantes no reparan gastos económicos e intelectuales putrefactos para gangrenar nuestra inteligencia.
No es fácil ser juez, porque una de las partes se siente "injustamente tratada", pero los que apostamos por la democracia sabemos que la independencia del Poder Judicial es vital para sostener esta sociedad y, por lo tanto, debemos luchar para que estos se vean arropados por los ciudadanos. Sin duda pueden existir jueces corruptos, prevaricadores, malos jueces, pero la inmensa mayoría de ellos son personas y profesionales decentes. Sin embargo, a pesar de esto, no apreciamos que desde la clase política se cierre filas en defensa del Poder Judicial y, todo lo contrario, observamos con indignación y pesar, que la critica despiadada contra los jueces se ejerce a derecha e izquierda según convenga.
Somos los ciudadanos los que debemos apoyar, arropar y defender a nuestros jueces,  porque somos los principales beneficiados de que la justicia funcione en un país, donde los magistrados están dando muestras sobradas de que pueden tomar café con quien les plazca y hacer su trabajo con independencia, transparencia, honestidad y rigor. De esta forma nos protegeremos de tejerazos, golfos, caudillos, mafiosos, de los Barcenas y ERES.