En esta ciudad nuestra somos tradicionalmente sensibles a declaraciones de los políticos, cuando éstas nos implican. Y cuanto más alejados en el espacio se encuentran de nosotros, parece que más nos afectan. Cualquier ceutí que cuestione la españolidad de Ceuta y Melilla nos produce cierta molestia, pero no mucho más: Manipuladores de la historia y la realidad, o sea, mentirosos, son y están, que de todo tiene que haber. Pero si el político de turno es más lejano y, por omisión o por acción, se posiciona en ese sentido, entonces nos produce verdadera indignación.
La responsable de la diplomacia europea, la británica Catherine Ashton ha defendido con contundencia la soberanía de su país sobre las Islas Malvinas, respondiendo a la solicitud de la presidenta argentina Cristina Fernández de abrir una negociación sobre este asunto. Es importante hacer hincapié en la condición de la Sra. Ashton en el momento de su respuesta, “jefa de la diplomacia EUROPEA”. Según el guión, tanto la presidenta argentina como la responsable europea cumplieron con su papel.
Un día antes, Marruecos, por boca de su Primer Ministro El Fassi pidió, en el legítimo ejercicio de su cargo, “reabrir (¿reabrir?. Pero… ¿alguien la había abierto alguna vez?) la discusión para terminar con la ocupación española de Ceuta y Melilla” (sic). Y en este caso, nuestra ínclita representante europea, hija de la gran…. bretaña, decide mantenerse en silencio. Y este no-gesto de “nuestra” representante, ante la pretensión (basada en mentiras que no por repetirse mil veces se van a convertir en verdad), ante la pretensión, repito, de un país NO europeo de anexionarse territorio de un país europeo, este silencio nos produce cierto escozor. Sobre todo porque un día después salta como una leona protegiendo a sus cachorros ante una pretensión similar por parte argentina.
En realidad tanto nos hubiera dado que la Sra. Ashton hubiese hecho cualquier declaración grandilocuente defendiendo nuestra españolidad. Los habitantes de estas tantas veces ninguneadas ciudades estamos ya muy por encima de muchas cosas, y sabemos que “obras son amores….”.
“Obras son amores…y no buenas razones”. Así que manos a la obra. En estas dos ciudades europeas le sugeriríamos a la U.E. que mejor haría en tomar algún tipo de medida ante la irracional insistencia anexionista de un país, Marruecos, que goza de un Estatuto Avanzado con Europa, y que ha recibido 654 millones de euros (que no nos sobran precisamente) de la U.E. en los últimos 3 años. Se le podría rebajar un 10% por ejemplo, cantidad que se destinaría a las ciudades autónomas, advirtiendo a Marruecos (sin acritud, que diría Felipe González) que como nos siga tocando las narices, lejos de perjudicarnos, nos estaría beneficiando. Y beneficiar a Ceuta y Melilla es más de lo que pueden soportar los gobernantes de nuestro querido vecino Marruecos. Les produce urticaria.
La amistad, sea entre personas o entre países, es cosa de dos, y un buen amigo no intenta robarle al otro. Si eso ocurre, se termina la amistad. De lo contrario, además de robarte, quedas por tonto, lo que EN ROMÁN PALADINO significa “además, poner la cama”. Y éste es un axioma que vale tanto para el individuo como para la diplomacia.