Opinión

Cataplexia

Hace muchos años me encontraba destinado en un Cuartel de la Guardia civil en Andalucía muy tranquilo y por qué no decirlo muy familiar. Allí todos éramos compañeros en todos los sentidos de la palabra.

Una mañana sobre las doce recibió el sargento comandante de puesto una llamada muy intrigante, segun me confesó momentos posteriores, del alcalde.

Me dio la orden de coger el coche y salir a la calle con él.

Nos dirigimos hacia el Ayuntamiento y después de aparcar el vehículo oficial me dijo que fuera con él.

Subimos y empezó la entrevista.

-Manolo tenemos que hacer una investigación muy exhaustiva. Sobre las nueve de la mañana el guardia del cementerio ha venido a hablar con el jefe de personal diciendo que había encontrado un nicho abierto, y un ataúd destrozado. Lo primero que ha pensado ha sido que algún ladrón ha intentado robar las cosas del muerto y ha comprobado el interior y no había nada allí. Me refiero al fallecido. Había desaparecido. Así que hemos pensado en ustedes para que investiguéis. Ya que esto se ha pasado de claro a oscuro. No se puede permitir que hagan esto por esta comarca. El robo de joyas e incluso que se lleven el cadáver.

El sargento le dijo: “No te preocupes que vamos a investigar”.

Nos dirigimos al cementerio y nos entrevistamos con el guarda del mismo, que nos llevó hacia el lugar. Allí empezó nuestras pesquisas. Sacamos el ataúd fuera y vimos unos detalles que no cuadraban.

Aquí no utilizamos artes del cine sino la pura lógica de la experiencia.

Ya tenemos muchos años de calle y a nosotros no hay quien nos las den.

La rotura del féretro era de dentro hacia fuera. Luego no había sido un robo. Se había roto la punta donde en teoría el muerto tiene los pies. Yo me imaginé la escena. Por la causa que fuera se “despertó” el finado e intentó salir del ataúd pegando patadas. Se me puso la carne de gallina pensando en la escena tan tétrica. Despertarse, verse en esas circunstancias e intentar salir. Ahora sólo faltaba averiguar el nombre del pobre hombre. Fuimos al registro y nos facilitaron los datos. La lógica ahora era ir a la casa de este hombre. Y así hicimos. Pegamos en la puerta y al poco tiempo apareció una mujer de unos 40 años con el pelo alborotado, la cara la tenía con toda la pintura corrida tanto de los ojos como el carmín se “notaba que había habido una fiesta”. Le preguntamos por Luis y ella se puso las manos en la cara y pego una voz diciendo: “Luis viene la Guardia Civil por ti”.

A los pocos segundos apareció en calzoncillos el mismo y comenzamos las preguntas.

- Luis ¿qué ha ocurrido?

-Pues la verdad que no me acuerdo de mucho. Sé que me encontré metido en un lugar cerrado y empecé a gritar. Nadie me respondía y decidí salir de allí. Empecé a pegar patadas y rompí el ataúd y luego rompí la loza para salir. Tuve que saltar la tapia del cementerio y me fui a mi casa donde mi mujer primero le dio “las siete cosas” y después estuvimos más románticos que nunca hasta que llegásteis ustedes.

Fue un caso super curioso que se escuchó por todos lados. Pero aquí no quedó la cosa. Como tenemos poco espacio seguiremos narrando está declaración de Pedro en un próximo artículo.

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