Opinión

Cataluña no es igual que Quebec o Escocia

El nuevo Govern separatista catalán de Pere Aragonés ha entrado a gobernar con muchas prisas, arrebatos, exigencias, imposiciones para que Cataluña sea independiente “ya”. En su primer día gobernando visitó a los presos del “Procés” en la cárcel, desde donde antes negoció con ellos acordando una hoja de ruta: “referéndum” vinculante; “amnistía” (indulto no les vale) e “independencia”. Tres líneas rojas que nuestra Constitución prohíbe terminante sobrepasar. El indulto lo les vale, exigen la amnistía. Pero los condenados siguen presumiendo de que no quieren medidas de gracia y que “volverán a hacerlo”.

Llevan ya celebrados tres referéndums, desde 2012 que Mas pasó de ser un constitucionalista confeso a luego dirigir, impulsar y fomentar el separatismo del “Procès, con el tránsfuga Puigdemont y el supremacista Torra. Así terminó Mas siendo “menos”. Dicen que todas las consultas las han ganado “pacífica y democráticamente”, pero resulta que ninguna les vale y ahora quieren otro referéndum y nueva declaración de independencia. Votando han descubierto su “modus vivendi”, con el que debe irles muy bien, porque eso de votar, pedir, exigir, imponer y saltarse las leyes y la Justicia, les encanta. Luego se quejan de que España les oprime no permitiéndoles ejercer su voto. Pero siempre ocultan que son ellos quienes desobedecen y vulneran la Constitución que prohíbe terminantemente votar independencia.

Al primer “referéndum” ilegal del 9-11-2014, lo llamaron “proceso participativo”, a ver si colaba con tan sugerente nombre. El segundo, del 25-09-2015, fue “cuasi” legal, porque aprovecharon unas elecciones autonómicas legales, que convirtieron en engañosas con la trampa de disfrazarlas de “plebiscito”, llamando a votar masivamente por la “independencia”. Y el tercero del 1-10-2017, fue ilegal y prohibido por el Tribunal Constitucional. Pero lo forzaron poniendo urnas a escondidas, compradas en China de “matute”, colocadas sigilosamente en bares, calles, viviendas particulares y centros escolares pro separatistas; con un censo electoral por ellos elaborado, votos emitidos y contados por ellos mismos, sin interventores, sin apoderados y sin control alguno, poniendo de escudos humanos a niños pequeños para impedir que fueran retiradas por las Fuerzas de Seguridad, enfrentándose violentamente a ellas subidos en lo alto del coche policial y pateándolo. A eso llamaron votación “pacífica y democrática”.


Todos esos montajes, triquiñuelas, artimañas y pueriles comportamientos ponen de claro manifiesto su falta de seriedad, su mediocridad, falacias y trucos trileros con los que nos quieren hacer “comulgar con ruedas de molino”. Lo mismo que un llamado Instituto de Nova Historia, subvencionado por la Generalidad, que sin avergonzarse enseña a los niños que fueron ilustres catalanes: Cervantes, El Quijote, Colón, Maquiavelo, Lope de Vega, Américo Vespucio, Marco Polo, Leonardo da Vinci, Santa Teresa de Jesús, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Erasmo de Rotterdam, el Lazarillo de Tormes, la Celestina, etc. Y resulta que no lo sabíamos. Como mienten cuando a sabiendas tanto se regocijan presumiendo de que Cataluña fue reino, nación, estado, independiente, soberana, sin haber pasado nunca de ser un simple condado sometido al vasallaje medieval del antiguo reino de Aragón.

Empezaron exigiendo un referéndum como los de Quebec (Canadá), porque a los quebequenses les habían autorizado dos, en 1980 y 1995. Pero, como éstos sólo obtuvieron un 40 y 49,4 % de votos, respectivamente, y desde entonces se les marcharon las empresas, perdieron 600 euros de renta per cápita cada uno respecto de las demás regiones canadienses, su PIB bajó del 2,5 al 1,9 % y Quebec se empobreció, pues desistieron de su independencia y hoy ya no la quieren ver ni en pintura. Entonces, los separatistas catalanes se olvidaron de Quebec.

Pero en 2014 el exprimer ministro británico, David Cameron, autorizó un referéndum legal de independencia al líder independentista escocés, Alex Salmon. De inmediato los de Cataluña se aferraron a que ellos exigían otro igual al de Escocia, pretextando que su caso era idéntico. Salmon perdió el referéndum y dimitió e inmediatamente los radicales catalanistas huyeron de la “quema” de Escocia, inventándose su amañada “unilateralidad”, porque eso “era lo que había”, optando por la vía de la fuerza.

Efectivamente, el día 27-10-2017, todos asistíamos atónitos ante las cámaras televisivas a su pomposa declaración de independencia; aunque repentinamente la suspendieron “unos días”, porque cayeron en la cuenta de que el día 31 tenían ya que pagar las nóminas de funcionarios de todas las instituciones: desempleo, pensiones, sanidad, servicios públicos, mossos, etc, sin tener ni una “pela”. Porque ellos exigen separarse de España, pero a costa de España. Y como ahora los escoceses pretenden celebrar otro referéndum porque no quieren el Brexit, para seguir beneficiándose de la Unión Europea, pues los radicales catalanes se vuelven a enganchar al carro escocés, exigiendo el mismo derecho que Escocia a celebrar su referéndum vinculante.


Pues bien, como ni soy político ni capaz de entender la política mezquina, me limito a opinar desde la perspectiva histórico-jurídica de Cataluña, para tratar desenmascarar sus argucias, falacias y esclarecer la verdad en sus justos términos. Porque los casos de Quebec y Escocia son diametralmente opuestos al de Cataluña, como veremos.

Quebec forma parte de la antigua monarquía simbólica de corte federal de Canadá, que es el único Estado que en su ordenamiento jurídico-constitucional tiene previsto el derecho de secesión. Y el Derecho Internacional admite que los Estados federados puedan segregarse por derecho histórico, porque como antes tuvieron soberanía propia, aunque después se federaran libremente, también libremente pueden separarse. Y esa fue la razón jurídica por la que ambos referéndums de Quebec fueron autorizados. En cambio, cuando se trate de regiones pertenecientes a Estados formados democráticamente, como Cataluña respecto de España, la segregación unilateral carece de viabilidad jurídica.

Cataluña es también la Comunidad Autónoma donde el Estado más dinero le ha prestado, con el que mantiene una deuda pública que tiene que pagar, porque es dinero de todos los españoles. Así es que, ¡ya está bien!. Menos exigir, menos desobedecer, menos imponer

En el otro caso de Escocia, ésta también fue antes reino independiente. En el siglo XIII Inglaterra quiso conquistarla por la fuerza, pero fracasó. Y el año 1707 decidió voluntariamente unirse a Inglaterra y País de Gales, formando los tres territorios juntos el nuevo Estado de Reino Unido de Gran Bretaña, firmando el Acta de la Unión. Y, como antes Escocia había sido Estado independiente, pues tiene perfecto derecho a separarse.

En 2014, el dirigente independentista escocés, Alex Salmon, solicitó, no la independencia, sino la mera ampliación de sus competencias regionales. El expremier británico, David Cameron, en un golpe de soberbia inglesa, les dijo: “¡o todo o nada!”. Y entonces terminaron votando independencia; pero perdieron la votación. Y ahora los escoceses quieren celebrar un segundo referéndum, porque no quieren Brexit, sino Unión Europea. Boris Johnson se lo niega; pero tienen base jurídica para exigirlo.


Además, Gran Bretaña no tiene Constitución escrita; se rigen por normas constitucionales consuetudinarias (la costumbre) que, como no tienen nada escrito que prohíba separarse, pues pueden hacerlo. Mientras que el referéndum de Cataluña no puede celebrarse para romper la unidad española, al ser indisoluble. Lo único que pueden hacer es lo que Ibarretxe en el País Vasco, como ya expuse en mi artículo pasado. Dice el Catedrático de Derecho Constitucional Díaz Revorio: «Se pueden proponer ideas contrarias a la Constitución para reformarla. Ello supondría disolver las Cortes y la intervención de dos legislaturas distintas y dos consultas al electorado”. Pero la reforma tendría que recoger de forma expresa que las regiones pudieran segregarse de España. Y esa es también la doctrina del Tribunal Constitucional.

Más el nivel de autonomía de que disponen Cataluña y Escocia, es muy distinto; pues así como ésta ni siquiera reivindicó el referéndum para independizarse, Cataluña tiene concedida amplia autonomía como ninguno otro país ha dado a sus regiones: un autogobierno amplísimo, siendo España el país más descentralizado del mundo, donde todas las Autonomías tienen un Parlamento que se puede permitir incluso aprobar leyes inconstitucionales como instrumento para independizarse, como la Ley de consultas de Cataluña que aprobaron para forzar el referéndum inconstitucional que celebró, aunque luego le fueran anulado por el Tribunal Constitucional.

Ya quisiera Escocia tener para sí la amplia autonomía y descentralización de que gozan las Autonomías españolas, incluso muy por encima de las que tienen los Estados federales en una federación. Y Cataluña es la Comunidad española a la que más competencias del Estado se han transferido. Aunque todo eso les viene a ellos pequeñísimo, porque lo que quieren es un Estado propio para luego tratar de dominar al resto de España que quedara, como dijo Unamuno: “El deber patriótico de los catalanes consiste en catalanizar España”; al igual que están imponiendo, como exclusivo y excluyente, el catalán y eliminando el castellano, contra lo dispuesto en la Constitución. E igualmente quieren imponerlo a Aragón, Valencia, Baleares, etc, bajo su lema imperial de los “paísons catalanes”.

Escocia es más bien una región pobre y discriminada respecto de Inglaterra y País de Gales, mientras que Cataluña antes del Procés” fue la región española más rica; cuya riqueza la ha recibido de las demás Autonomías a base de las grandes inversiones del Estado en industrias, infraestructuras, vías férreas (todas las provincias tienen AVE), autovías, autopistas, puertos, aeropuertos, exposiciones universales, Universidades; dinero de bancos que estuvieron asentados en otras regiones y fueron luego trasladados a Cataluña, industrias enteras desmanteladas en otros puntos para acercarlas a Europa.


Han contado con mano de obra barata de varios millones de obreros de otras regiones, a los que ahora al que no se adhiera a la causa de su sacrosanta independencia quieren convertir en “extranjeros”, haciéndolos de peor condición que a los inmigrantes de otros países, a los que costean enseñanza en sus lenguas maternas que al resto de España niegan, incluso a sabiendas de que ellos mismos en español pueden entenderse con 2.410 millones hispanohablantes en todo el mundo, pero en catalán sólo con 3,8 millones, incluyendo Valencia, Baleares y Andorra.

Tan mal uso y despilfarro hicieron de tanta riqueza los gobiernos separatistas con el “Procès” que ahora Cataluña tiene que ser rescatada por el resto de España, si no, estaría ya en bancarrota; pese a que ha sido la Comunidad a la que más dinero del Estado ha ido a parar, dinero público de todos los españoles, que para sí quisieran otras regiones españolas mucho más pobres y comparativamente agraviadas. Y, encima, van por todo el mundo pregonando su victimismo con su “España nos roba”, para “sacar” más dinero a las arcas públicas, culpándola de todos los males de Cataluña.

El referéndum de Escocia fue previamente concertado con el Gobierno de Cameron, con una propuesta pacífica y razonada; fue una negociación civilizada y no beligerante, sin imposiciones. Por el contrario; los “separatistas catalanes” (no todos los catalanes, porque muchos son constitucionalistas y buena gente) han traicionado la Constitución que votaron con el 92 % del electorado, provocando, retando y desafiando constantemente al Estado.

Los independentistas escoceses perdieron su referéndum, que tuvo en vilo a Gran Bretaña, Unión Europea y parte del mundo en cuanto a sus posibles efectos desestabilizadores. Y es que no entra en cabeza humana que siendo la UE una organización de 27 Estados que cada día se propone más la armonización, cohesión y plena integración en bien de todos, pues vengan ahora los separatistas trasnochados a desintegrar lo que de Europa en 40 años se lleva construido.

Suponiendo que el referéndum del “1-o” hubiera cumplido con las garantías legales de las que careció, que fueron todas, me pregunto: ¿Qué pasaría en la hipótesis de que en algunos lugares de Cataluña hubiera ganado el voto favorable a la independencia y en otros no? ¿Puede dividirse España pero no Cataluña?. Quienes defienden el derecho a independizarse de España, ¿con qué legitimidad se lo pueden negar ellos a otras partes de su territorio?. ¿Permitirían, por ejemplo, separarse de Cataluña a Tarragona?.

Cataluña es también la Comunidad Autónoma donde el Estado más dinero le ha prestado, con el que mantiene una deuda pública que tiene que pagar, porque es dinero de todos los españoles. Así es que, ¡ya está bien!. Menos exigir, menos desobedecer, menos imponer; y más gobernar, más producir y más pagar, como hacen muchos otros catalanes serios, responsables y honestos. La Constitución manda que todos los españoles somos iguales. Los separatistas no pueden ser de mejor derecho que los demás.

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