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De Cataluña y la Democracia tercera entrega del proceso independentista que se está dando en Catalunya por la Generalitat. Y, que no se acaba con el 1 de octubre; sino que a nuestro parecer, es cuando verdaderamente arranca este proceso a la nada, o a una meta inalcanzable, con un Gobierno sin respuestas de diálogo ni puentes tendidos a una negociación con los independentistas que conlleve a una posible solución de la cuestión catalana
Y, ahora, ¿qué?
“Un pueblo que no conoce ni contempla su pasado, como una búsqueda de su propia identidad y su cultura atávica, está condenado a repetir su historia...”
Pareciera que el término “democracia”, va y viene, se empequeñece y se agiganta, se apropia y se roba, se adueña y se desprende, se pone en boca de unos políticos y de los contrarios, se usa y se tira, se hace ley irrevocable e intocable por el Gobierno de España, y se toma al asalto como un bien supremo por el ”Govern de Catalunya”...
Los perros de la guerra se han soltado de sus ataduras y andan bramando alaridos como presagios de malos tiempos, que han de llegar abocados por la falta de cordura y entendimiento entre los diferentes nacionalismos que cabalgan desbocados en este país.
Y, hoy, un día después, nos encontramos en el día 2 de octubre del presente, donde aproximadamente 2.200.000 millones de catalanes han votado en el referéndum propuesto por la Generalitat. El 90% de los ciudadanos que han ido a los colegios electorales, han votado "SÍ”, a la independencia....
Y, ahora, ¿qué?, preguntamos al Gobierno. Con millones de ciudadanos catalanes de signo independentista. No hubiera sido mejor sentarse Gobierno y Generalitat, y llegar a unos acuerdos razonables, antes de dar el espectáculo de las cargas de los cuerpos de seguridad del Estado para cerrar colegios electorales y arrebatar urnas... No; no se ha sabido estar a la altura de las circunstancias y, a día de hoy, tenemos una Catalunya más independentista que ayer...
Sólo había que haber consultado a la historia para darse cuenta, que con la represión y a la apelación constante a la ley, nunca, nunca se han solucionados los problemas cercanos a la independencia, véase el caso de Yugoslavia. Y, en nuestra propia historia, la independencia de las colonias americanas, que tampoco lo contemplaban las leyes españolas del momento; y, sin embargo, teniendo en contra las leyes que reinaban en España, alcanzaron sus independencias...
De tal modo, que alejémonos del 155 y de mandar a los cuerpos de seguridad y orden público a Cataluña para sustraer urnas y papeletas de voto, que, a nuestro modo de ver, no debe de implicárseles en estas cuestiones políticas, y sí contra los corruptos y ladrones de este país que son muchos y abundantes.
Y, no esperen más, siéntense ya a negociar día y noche hasta encontrar una solución, que indudablemente tiene que pasar por un nuevo referéndum que cumpla todas las garantías procesales, y puedan acudir todos los catalanes para votar los que sus conciencias les dicten... Sólo así avanzará nuestro país en el marco de una verdadera democracia, tal como ocurrió en Canadá con Quebec, Reino Unido con Escocia, y el acuerdo al que llegó Checoslovaquia para su referéndum de Chequia y Eslovaquia....
Porque la democracia es sencilla en su aplicación, a saber: “En el pueblo, sólo en el pueblo reside la voluntad y la libertad de elegir de manera democrática su destino”. Por tanto, habrá necesariamente que consultarlo, porque aunque este referéndum, es claro que no ha ofrecido las garantías mínimas para poder ser convalidado, no es menos cierto, que más de dos millones de ciudadanos catalanes -a pesar de las dificultades del ejercicio de ir a votar- han depositado su voto con una respuesta abrumadora por el “Sí”.
Como se apunta en la leyenda inicial: “Los pueblos que no conocen su historia, están condenados a repetirla”. Y, como se van desarrollando los acontecimientos, parece que los pueblos que conforman esta nación de naciones llamada España, no atienden como fuera menester su pretérito, y cabalgan a lomos de cabalgaduras procelosas y desatentas con el devenir de los acaecimientos terribles ocurridos en el siglo anterior.
Nos sorprende y nos deja exangües en nuestras reflexiones, el perfecto recorrido, cual una derrota trazada en una carta náutica del discurso de Catalunya en contraposición con el Gobierno de Madrid. Y, este trazado, este rumbo atávico permanentemente grabado en el tiempo y en la distancia, permanece con más o menos intensidad a través de los años en la cultura identitaria catalana y el acervo de “les llengües de països catalans”.
Nada nos es nuevo, y todo aparece antiguo si contemplamos las biografías de Antonio Pérez(1), Rafael Casanova(2) y Lluís Companys(3), que respondieron al impulso independentista catalanista de referencia histórica, con los momentos presentes de parecidos sentimientos, que parecieran que vuelven con nuevos bríos tras un periodo de sosegada espera. Y podemos preguntarnos, y nos preguntamos: ¿Por qué este carrusel continuo de vueltas y más vueltas a la misma problemática soberanista de Catalunya? ¿Por qué esta problemática de aspiración soberana de constituirse en un Estado(4) a equidistancia de Madrid, parece que no tiene olvido en el tiempo; y, por el contrario, vuelve con una agitación mayor, pasados un tiempo de acomodo y apaciguamiento?
Vistos los antecedentes y sumergidos en la historia de Cataluña y sus continuos enfrentamientos con el Estado, nos parece -en nuestra opinión- que además de las diferencias abismales que pudieran darse, existe otro problema añadido, de “FALTA DE DIALOGO”, que dificulta cualquier tipo de acuerdo que pudiera darse. Y, en este sentido, acogiéndonos al artículo 25 de la Constitución de 1978, que nos posee del derecho a expresarnos de manera libre nuestro pensamiento político, tenemos a bien apuntar, que no podemos estar de acuerdo con el monarca en su discurso de ayer, cuatro de octubre, sobre los argumentos referidos a Cataluña; porque en su breve mensaje de apenas seis minutos, no hubo una sola mención al “dialogo” entre la Generalitat de Catalunya y el Gobierno de la nación. Y, hemos de mencionar que en el artículo 56, el apartado primero se significa lo siguiente: «El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, “arbitra y modera” el funcionamiento regular de las instituciones...» Y, en el caso que nos ocupa, no nos parece que el monarca haya apelado -tal como señala el articulado 56 de nuestra Constitución(5)- “a arbitrar y a moderar el funcionamiento regular de las instituciones del Estado”, como son el Gobierno y la Generalitat; sino que no ha ejercido esta potestad que le indica la constitución, y está obligado a cumplir como todos los ciudadanos también lo estamos. Sin embargo, acaso pudiera ocurrir, que el monarca creyera que “arbitrar y moderar” al Gobierno y a la Generalitat suponga: hacer como propios la interpretación política del comportamiento del Gobierno del partido Popular, en contra de cómo viene actuado los responsables de la plaza de San Jaume. Y, si bien, ésta, al parecer, es la interpretación -dada a las palabras del discurso- que ha elegido la Corona para manifestar lo que le tiene encomendado el ordenamiento jurídico de la Constitución; nos cabe la tristeza, que de manera manifiesta se ha decantado por una parte, la de la Moncloa. Y, desde luego, podía haber construido otro discurso ejerciendo verdaderamente de “moderador y árbitro· -según la RAE, árbitro, es la persona que, como autoridad reconocida o designada por las partes, resuelve un conflicto o concilia intereses- De manera, que pensamos que la Zarzuela ha perdido una buena oportunidad para establecer un diálogo que necesariamente tiene que producirse para el bien de España y Catalunya, y que ella -la Corona- con su papel de “árbitro y moderador”, no debiera haberse inclinado por la opción política del partido Popular, que destaca sobremanera, por su falta de voluntad de solucionar los problemas de índole político por acciones de naturaleza políticas; sino judicializando la vida política hasta extremos insoportables, que en nada adelanta la solución del problema en cuestión, y alargando la agonía hasta la desesperación.
Como decíamos más arriba, todo lo que acontece en Catalunya, parece “La crónica de un muerte anunciada”, novela de Gabriel García Márquez, pues como en la novela del colombiano, todo se anuncia y estar por llegar. Y, todo este enorme desencuentro, principia en la denuncia del PP al Constitucional, para hacer quitar del Estatut d´autonomia de Catalunya, la palabra “nación” y sustituirla por “nacionalidad”; palabras de idéntica raíz etimológica, pero que la estulticia humana a veces no deja de asombrarnos con tan escrupulosa distinción semántica.
Lo demás ya convino, como el recodo al camino, dando un paso adelante, y otro atrás, aumentando a cada paso el alejamiento y el distanciamiento de las diferentes posiciones políticas, que -como decimos- nunca, de parte y parte, han tenido el más mínimo interés de sentarse en una mesa y debatir las cuestiones de Catalunya, como responsable políticos que están obligados a solventar la problemática derivadas de dichas cuestiones.
Y, ¿ahora qué?, podemos preguntarnos... Y, ahora pudiera el Gobierno de la Generalitat con los dos millones de votos apostando por el “Sí”, declarar la independencia de Catalunya. Y, más tarde el Gobierno, votar en el Senado el artículo 155, y dejar en suspenso la Generalitat(6)... Y, se habrá consumado por segunda vez aquella primera suspensión de 1934... Y, cabría también preguntarnos, 83 años después, ¿qué hemos aprendido con el paso de los años? Porque ahora nos hallamos próximos a la misma situación donde un día nos encontramos... Porque al parecer columbrados los hechos de estos días, parece darse en los catalanes las mismas aspiraciones de antaño, pero distanciados 83 años en el tiempo... Nada hay nuevo bajo el sol, porque como hemos dicho anteriormente y volvemos a repetir: “Un pueblo que desconoce su propia historia, está condenado a repetirla de nuevo, mal que nos pese...”
Y, podemos pronunciarnos en estas tierras feraces bañadas por las aguas milenarias del Mediterráneo, donde el poeta Jacinto Verdaguer cantó en versos excelsos el mágico poema de L’Atlàntida, el continente perdido, y que ahora la campana de la historia deja su son metálico y sonoro por Catalunya. Y ahora, si ninguna voz llena de cordura lo evita; si la razón no se torna verso en los sentimientos, y no deja que fluya el alma de las cosas en el corazón de los hombres y mujeres de nuestras tierras, vamos camino de repetir la historia de ayer, de hoy, y seguramente de mañana...