Hemos tocado fondo. El fondo de la inmundicia, de la vergüenza, de la infamia. El martes fue elegido como presidente del gobierno de Cataluña un tal Quim Torra, individuo que nunca ha disimulado su racismo y xenofobia, y que no duda en situar como referentes de su visión del nacionalismo a grupúsculos filofascistas como “Estat Català” y “Nosaltres sols”. Para ser investido contó, no solamente con los votos de su partido, sino los de otro llamado Esquerra Republicana de Catalunya y la aquiescencia de otro, supuestamente antisistema y de izquierda radical llamado CUP. ¿Hay quién dé más? Haciendo de tripas corazón he estado recopilando (y verificando), testimonios escritos de la repugnante ideología que abraza el sujeto referido. Habría para unos cuantos folios, pero mi espacio es limitado así que recojo algunas de las perlas más selectas. Después juzguen ustedes mismos. Daniel Cardona, ínclito referente del nacionalismo catalán para Torra, fundó “Estat Català” y “Nosaltres Sols”. En una revista llamada Cuadernos del Separatismo, editada por Nosaltres Sols, está publicado un artículo titulado “Fundamentos científicos del racismo” que se conserva en la hemeroteca de la UAB. Extraigo algunos fragmentos traducidos del catalán: "En España (…) mestizaje que se reconoce por unos caracteres morfológicos externos (cabellos más oscuros y rizados y color de la piel más oscuro y que es debido a mayor poder pigmentario y no al sol), además el ángulo anterior mandibular es inferior al del catalán. Se puede considerar al español como un elemento de la raza blanca en franca evolución hacia el componente racial africano-semítico (árabe). El coeficiente de inteligencia de un español y un catalán según las estadísticas publicadas por el Ministerio de Educación y Ciencia español da una clara ventaja a los catalanes.La progresiva degradación racial española puede contagiarse a los catalanes debido a la fuerte inmigración, los frutos se pueden ver si observamos la diferencia caracteriológica entre el hombre del campo, no contaminado por el linaje español, y el de las ciudades. El carácter trabajador y europeo del catalán es un factor anímico bien contrario al gandul y pro-africano español. Por todo esto tenemos que considerar que la configuración racial catalana es más puramente blanca que la española y por tanto el catalán es superior al español en el aspecto racial". En un artículo escrito por el propio Torra, dice, referido a los españoles: “Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana (…) Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos!". Hasta ahora el supremacismo y xenofobia del nacionalismo catalán se disfrazaban de elementos sentimentales, cínicamente endulzados con postulados integradores y mantras beatíficos capaces de seducir, dentro y fuera de Cataluña, a los más incrédulos: “libertad”, “democracia”, “derecho a decidir”, y otras entelequias hueras de contenido sin situarlas en el contexto adecuado. Sin embargo, ese contexto parece más claro si leemos la letra pequeña del tsunami nacionalista, la que no sale en los discursos políticos ni en los programas electorales: la propaganda incesante de los medios de comunicación y el adoctrinamiento escolar que lleva más de treinta años lavando cerebros. Algún ejemplo más, que he tomado de un reportaje del diario ABC. En los manuales de Historia de Bachillerato se presenta de manera hagiográfica a ideólogos nacionalistas como Pompeu Gener y Prat de la Riba. Pero se oculta, a beneficio de la propaganda del régimen, su componente racista, que queda explícito en los siguientes textos. Gener escribió: «En España, la población puede dividirse en dos razas. La aria (celta, grecolatina, goda) o sea del Ebro al Pirineo; y la que ocupa del Ebro al Estrecho, que, en su mayor parte, no es aria sino semita, presemita y aun mongólica [gitana] (…) Nosotros, que somos indogermánicos, de origen y de corazón, no podemos sufrir la preponderancia de tales elementos de razas inferiores». Y Prat de la Riba: «Cataluña tiene la fuerza de la prosperidad económica, con su acompañamiento natural de energías intelectuales, morales y artísticas; la tiene menos intensa, es verdad, que las naciones extranjeras bien gobernadas; pero es, con contadas si bien honrosas excepciones, prácticamente la única dentro de España, la principal representante de la civilización europea en ese fajo mal atado de kabilas africanos que el Estado español encarna». Un profesor de Historia de un instituto de Barcelona ha decidido complementar la visión idílica presentada por los textos “ortodoxos” de la Generalitat con la real, para lo cual les ha aportado fotocopias con los textos recién citados. ¿Consecuencia? El profesor ha sido expedientado. El régimen nacional-catalanista no se anda con contemplaciones, y todo ello bajo el vigor del artículo 155 de la señorita Pepis. Xenofobia. Racismo. Totalitarismo. Lavado de cerebros. Y a todo esto, ¿qué dice la izquierda? En Cataluña ya lo sabemos: en pleno ajo fascista, fenómeno único en Europa y tal vez en el mundo. Pero, ¿y en el resto de España? ¿Dónde está el rechazo y la condena sin ambages de sus líderes, el clamor popular, las movilizaciones, las pancartas, la indignación, las protestas? ¿Puede soportar (o incluso hacer el caldo gordo) la izquierda española al neofascismo que se apodera día a día de Cataluña? O quizás deberíamos preguntarnos: ¿acaso existe una verdadera izquierda solidaria e internacionalista en España? Su implicación y respuesta al avance del neonazismo en Cataluña nos dará la real medida de su autenticidad.