Categorías: Opinión

Catalanes de ayer y de hoy ante la bandera de España

Lo vengo poniendo de manifiesto en numerosos artículos. La deriva radical soberanista que algunos independentistas están teniendo en Cataluña, incluyendo a los más altos dirigentes del Gobierno autonómico, partidos e instituciones, es de todo punto intolerable, impresentable, estrambótico y, siguiendo a Valle-Inclán, es también esperpéntico. Y, a mi modo de ver, la radicalización viene del Estatuto, en el que esos catalanes separatistas encontraron el caldo de cultivo para que en Cataluña germine y se fomente el independentismo más radical, con la aparición en el mismo de principios, conceptos y normas que en ningún caso permite nuestra Constitución; habiendo sido luego apoyados en tal empeño por quien entonces tenía la imperiosa y grave responsabilidad de oponerse a tan extrema radicalidad separatista.
Desde entonces, los independentistas comenzaron a crecerse, proclamando públicamente que Cataluña es una “nación”, cuando nunca pasó de ser un simple condado. También, que podían tener un Tribunal Supremo no sujeto al del mismo nombre del Estado español, y de ahí que ahora hagan caso omiso de las Sentencias del Tribunal Constitucional 31/2010, como otras tres del Tribunal Supremo y otras tantas del Tribunal Superior de Justicia que obligan a la enseñanza también en castellano, ya que vienen imponiendo de manera dictatorial la llamada “inmersión lingüística”, en virtud de la cual los españoles castellanoparlantes que allí residen no pueden estudiar su lengua madre, el español, pese a que lo mande la Constitución. Presionan lo indecible de cara a conseguir una especie de bilateralidad en sus relaciones con España, es decir, como si de Estado a Estado se tratara por igual. Persiguen a toda costa tener ellos por su cuenta una propia Agencia Tributaria mediante su “pacto fiscal” que a toda costa quieren, con el que ellos mismos se lo guisarían y se lo comerían. Abolieron la fiesta de los toros por el sólo hecho de ser la fiesta nacional de España; pero, a la vez, enaltecieron y elevaron a la máxima categoría institucional sus “corre-bous”, en los que los animales sufren las mayores atrocidades en aras del divertimento catalán, porque dicen que constituyen su genuina tradición. Han comenzado sistemáticamente a falsear su historia, presentando a bombo y platillo en TV 3 un documental mediático con el título de “Anatomía de un rey”, por el que invocan, como gran aureola del catalanismo separatista, al que dicen que fue su “rey Père II el Gran de Catalunya”, pero que todo es un falso montaje porque dicho rey lo fue de Aragón, no de Cataluña, como pretenden para exaltación de su independentismo. Y también desde entonces dieron gran impulso a la “guerra de las banderas”, a la que más adelante me referiré por ser el tema principal de este artículo.
Y lo más lamentable de todo esto es que el Poder central, que tiene la gravísima responsabilidad de impedir todas estas ilegalidades, no sólo mira para otro lado con tal de no tener que enfrentarse a tan incómodo problema, sino que lo toleran e incluso a veces llegan a condescender con tales desafueros para ver si congraciándose más con Cataluña le crea menos problemas. Cada vez se vacía más de competencias al Estado, mientras se engordan las Autonomías. Y esto es mucho peor que si, en lugar de hacer dejación de su autoridad, sometieran a prohibición todo aquello que tanto constitucional como legalmente les está a los catalanes y a cualquier otra Autonomía prohibido. Es más, en esa debilidad del poder central, tantas veces puesta de manifiesto, ahí es donde los independentistas catalanes han encontrado una especie de filón para ahondar en sus reivindicaciones exorbitantes; piden y piden cada vez más y sin límites; nunca se ven saciados en sus ambiciones, persuadidos como están de que cada vez que pidan algo más sacan, porque para ellos una de las cosas más importante es que “la pela es la pela”. Su afán desmedido no tiene límites; quieren a toda costa ser diferentes a los demás y tener más que los demás, y a veces hasta con malas artes, como cuando algunos dirigentes catalanes llegaron a decir que “los extremeños eran unos mal nacidos”, y con sorna y recochineo pidieron que cada catalán adoptara a un niño de Extremadura “pobre y sucio”.
Ahora bien, no todos los catalanes son así, porque hay otros muchos que son laboriosos, emprendedores y ejemplo de honradez y caballerosidad. Pero uno piensa que ya es hora de que el Estado ponga pies en pared a este estado de cosas y de que diga “hasta aquí hemos llegado”. Para ello cuenta con la Constitución y el resto del Ordenamiento jurídico; de lo contrario, la bola de problemas separatistas se irá haciendo cada vez más grande en Cataluña y el País Vasco, hasta que ya no tengan solución, con consecuencias imprevisibles, que pueden amenazar seriamente la sacrosanta unidad de España.
Como antes adelantaba, en el tema de las banderas Cataluña y el País vasco se resisten numantinamente a que la Bandera de España ondee también junto a las de dichas Autonomías, pese a que es un mandato constitucional y aunque en tantas ocasiones el Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo y otros Tribunales de Justicia tienen ya declarado por activa y por pasiva que la enseña nacional tiene que enarbolarse, con carácter imperativo e inexcusable, junto a las banderas autonómicas. Pero no sólo desobedecen y se ríen de la autoridad y de la Justicia, sino que hacen lo que les da su real gana, y van todavía a más quemando banderas, símbolos nacionales o efigies del Rey. La última de tantas hace sólo unos días, cuando un grupo de independentistas catalanes quemó la bandera española que ondeaba en el balcón del Ayuntamiento de Begas (Barcelona). Y lo mismo hicieron otros cuantos energúmenos soberanistas en San Pol de Mar, donde pintaron una bandera “estelada” en la pared del propio balcón con proclamas en contra de la bandera española; todo ello con grave infracción de lo dispuesto en la Ley de Banderas y de la pena tipificada para estos casos en el propio Código Penal, que, además, se produce alentados también por el mismo partido allí gobernante, que vienen haciendo discursos y proclamas incendiarios amenazando con la independencia de Cataluña hasta los Presidente y ex Presidente.
Ladelegación de ERC, liderada por Joan Puigcercós y por Oriol Junqueras, se ha manifestado tras una pancarta en las que pedían la "Independencia". Solidaritat Catalana per la Independència reclamaba en otra pancarta "Som una nació. Volem un Estat Propi" (Somos una nación. Queremos un Estado propio). Colectivos como las CUP, Endavant o Maulets, han marchado tras otra pancarta unitaria que se leía: "Por los derechos sociales y nacionales. Independencia y socialismo. Países Catalanes". La manifestación fue seguida con banderas independentistas y cánticos soberanistas. Pero el colmo de tal disloque se produce cuando se anunció que el propio Parlamento catalán debatirá eliminar la bandera española de todos los edificios públicos, habiendo sido admitida a trámite tal proposición con el apoyo de CiU. Según la Ponencia de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), aprobada por 1.900 delegados en su XVI Congreso de Reus, “se apuesta por seguir tensando la cuerda con el Gobierno y con la legalidad vigente”, declarando “el propósito de que el CDC “ha de destinar sus esfuerzos y ha de promover el debate en el seno de la sociedad para construir el ´Estado propio´ que nos garantice la pervivencia [de Cataluña] como nación”. Y añade que “el catalanismo soberanista del siglo XXI ha de actuar con actitud de independencia y ha de plantear la idea de Cataluña igual a nación, más Estado…, lo que ocurrirá pronto, muy pronto”, según manifestó el portavoz del Gobierno autonómico, Francesc Homs, ante el delirio de los asistentes y los gritos de “independencia”. El propio Presidente autonómico, Artur Mas, ha declarado en Reus: “Hemos subido a las barcas y hemos puesto rumbo a Ítaca, eso es la transición nacional. Pero queremos que, en este rumbo hacia Ítaca, nuestras escuadras sean todas la embarcaciones de Cataluña, es decir, toda la gente de Cataluña”. Y eso creo que es rebasar todas las líneas rojas.
Pues, vamos a ver cómo esta actitud refractaria y desafiante de hoy contra la bandera y los símbolos de España contrasta con la de aquellos otros valientes catalanes de ayer abrazados a la enseña nacional rojigualda en las guerras africanas de los siglos XIX y XX. Porque, ¿bajo qué bandera combatió el general Prim con el Tercio de Voluntarios Catalanes de Nuestra Señora de Montserrat en la batalla de Castillejos, próximo a Ceuta?. El cronista de guerra Charles Yriartes describe así el embarque de catalanes de Málaga para Ceuta: "La muchedumbre llenaba los muelles; tocaban las campanas, una banda militar entonaba la ‘Marcha Real’, los vítores de la multitud se mezclaban al silbido de las locomotoras. Desde lo alto del muelle el obispo de Málaga bendecía las naves y las tropas; a su alrededor, la multitud devota se arrodillaba rogando por los que partían, que quizá nunca más volverían a ver tierra española". Atravesando el Estrecho llegaron a Ceuta.
Y el cronista-soldado Pedro Antonio de Alarcón cuenta así la batalla de los Castillejos: “Prim se encontraba en enero de 1860 al mando del Cuerpo de Voluntarios Catalanes. En el valle de los Castillejos sus tropas estuvieron a punto de sufrir un serio revés; pero el General les arengó así: ¡Soldados, podéis abandonar esas mochilas porque son vuestras, pero no podéis abandonar esta bandera porque es de la Patria. ¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder del enemigo?. ¿Dejaréis solo a vuestro General?!. Prim tomó la bandera en alto y se lanzó a la carrera hacia el enemigo arrastrando al combate a sus soldados, que así lograron rechazar a los marroquíes”. Por este gran gesto de valor, Prim recibió el título de Marqués de los Castillejos. Vemos así, cómo los catalanes de entonces y su heroico General Prim desplegaron valor y patriotismo en defensa de España y su bandera. Pues, ¿por qué en Cataluña tanto valor y patriotismo de ayer en defensa de España se han transformado en tanto odio de hoy hacia lo español?.

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