Sobre las 7.45 horas de la mañana del pasado lunes, un desprendimiento sorprendió a Juan Pérez, que se encargaba del servicio de limpieza en la calle Isabel Cabral esquina con Agustina de Aragón. “Por poco no me mata, cayó a 40 centímetros de donde yo estaba”, narró con todavía cierto miedo tras lo sucedido. El cascote que, según cuenta el trabajador, tenía el tamaño de de un plato, se hizo añicos al caer al suelo, impactando uno de ellos en la pierna de José. Por suerte, no tuvo que recibir asistencia médica aunque confiesa que ahora barre esa zona “con respeto y siempre mirando hacia arriba”.
A la llamada de una señora, que vio lo sucedido y acompañó a José, acudió el servicio de bomberos y una patrulla de la Policía Local. Los operarios retiraron los trozos que restaban colgando de la fachada, dejando al descubierto la enorme abertura causada por el desprendimiento. Tanto la calle Isabel Cabral como la calle Agustina de Aragón fueron precintadas durante algo más de una hora mientras la zona era habilitada. Cuando se aseguraron de que la pared no tenía fragmentos sueltos, acordonaron la esquina del bloque a fin de que nadie se situara en ese punto. La escueta cinta está fijada al suelo, permitiendo el paso a pesar de que ese no era el objetivo de los agentes.
Varios testigos aseguran que éste es el primer accidente que ha sufrido el edificio, a pesar de su antigüedad. Destacan el “susto que se llevaron” al ver la calle acordonada y consideran “insuficiente” la cinta colocada por los bomberos ya que “es peligroso” al tratarse de “una calle muy transitada”, alegan los propietarios de un comercio cercano.
Lo más habitual para este tipo de accidentes es avisar a la consejería de Fomento, que son los responsables de averiguar el alcance del problema. Según confirman desde la Administración, en los próximos días un técnico de LODIU, departamento encargado de realizar las inspecciones, acudirá al lugar para realizar un informe técnico de la salud del inmueble y las posibles causas del infortunio.
La cornisa del inmueble se encuentra en muy mal estado. Una enorme fisura divide la zona superior de la fachada junto al orificio que dejó el trozo de pared desprendido. Las ventanas de las tres alturas del edificio conviven con unas enormes humedades que atraviesan, dejando incluso el rastro del agua, toda la fachada hasta llegar al piso inferior. Las marcas de los escombros siguen en la acera y la calzada, a pesar de que José ha acudido esta mañana de nuevo a trabajar al lugar.
Por su parte, un vecino que vive en uno de los pisos del inmueble asegura que el problema de las humedades “es peor por dentro de las casas” y que han tenido muchos inconvenientes para poder solucionarlo. “Al tratarse de una construcción protegida, no nos dejan hacer obras y tenemos que aguantarnos”, manifestaba el inquilino.
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