Hace unos días Julio Pérez, presidente de Auto Taxi, criticaba “el hecho de que no sea la Guardia Civil quien se esté ocupando de los atascos de la carretera de la frontera y que sea la Policía Local”. En primer lugar, el presidente de Auto Taxi miente, porque la Guardia Civil siempre está presente en esas situaciones y, por supuesto, lo criticable sería que no hubiese agentes regulando el tráfico. En ese sentido, no podemos tolerar que desde Auto-Taxi se menosprecie la labor de los compañeros de Policía Local, porque entendemos que el motivo de la crítica es que prefiere a la Guardia Civil. Pensamos que esa es la razón, aunque también podría estar interesado en el estricto cumplimiento de lo regulado sobre competencias en la Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Lo cierto es que desconocemos su especial interés, aunque lo intuimos.
El sector del taxi no es un sector exento de problemas y de particularidades. Sin embargo, a AEGC nunca nos ha dado por meter las narices en saber si los asalariados del taxi trabajan más horas de la que tienen en el contrato, ni las particularidades de los contratos, ni si las subvenciones que reciben son o no lógicas. Y no lo hemos hecho porque creemos que están perfectamente representados por sus asociaciones y sindicatos que son los que conocen más y mejor sus problemas laborales. Y ahora lo hacemos, porque no vamos a permitir que desde una asociación del sector se ponga en entredicho la labor de la Policía Local ni de la Guardia Civil.
Desde AEGC nos preguntamos: ¿No tienen problemas los taxistas de Ceuta; todos trabajan las horas establecidas; tienen los trabajadores dos días libres como en otros ayuntamientos donde está regulado por matrículas para garantizar el descanso de los trabajadores del sector? No lo sabemos, porque no hemos oído quejarse a los representantes. El problema más importante para Auto-Taxi es quién regula el tráfico en un determinado punto kilométrico, no que se regule, quiere que lo haga la Guardia Civil. Esta asociación es muy caprichosa.
El título del artículo hace referencia a la “carta” que el presidente de la Asociación de Usuarios del Tarajal Bab Sebta, Hamadi Mohamed Amar, ha enviado al coronel Gómez Salinero. No hemos leído la carta, entre otras cosas, porque una carta es algo muy privado y sería una falta de respeto entrometernos. Sin embargo, eso que llaman carta es más un escrito enviado a los medios de comunicación poniendo en cuestión la labor de la Guardia Civil y eso legítima a AEGC a responder, aunque conociendo solo lo publicado en los medios de comunicación.
El Sr. Hamadi conoce perfectamente que la Guardia Civil tiene como misión proteger la Seguridad e Integridad física de los ciudadanos y, atendiendo a esas funciones por razones de sobra conocidas, puede hacer los controles necesarios para evitar cualquier incidente o aglomeración, porque ese paso de mercancías en régimen de viajeros no es aceptado en determinados momentos por las Autoridades marroquíes. Los guardias civiles nunca hemos puesto impedimentos al paso de mercancía en régimen de viajeros y somos los primeros afectados a nivel profesional y personal cuando debemos poner orden en las colas o tomar medidas restrictivas nada populares, pero la seguridad de los ciudadanos está por encima de los intereses económicos. Los ciudadanos españoles y del vecino país pueden estar seguro que cuando se toma una decisión se hace pensando en la seguridad de todos los usuarios, porque somos los profesionales capacitados para valorar las medidas que en todo momento se debe tomar para garantizar la seguridad de todos. Ninguna decisión se hace de forma caprichosa y, mucho menos, a título individual, porque la Guardia Civil es un Cuerpo jerarquizado y nadie actúa a su libre albedrío en situaciones perfectamente tasadas y controladas.
Desde AEGC como asociación representativa apoyamos y apostamos por un comercio fluido a ambos lados de la frontera, porque consideramos que es beneficioso para los ciudadanos y comerciantes de ambos países, pero los guardias civiles no somos los encargados de negociar el tránsito de personas y mercancías, ni de impulsar los mecanismos para un libre comercio y, mucho menos, decidir qué se puede o no pasar, porque somos servidores públicos que cumplimos fielmente las leyes y órdenes legales que nos trasmiten y, por tanto, cualquier crítica en ese sentido no puede ir contra la Guardia Civil, ni contra los guardias civiles.
No hace falta decir que no es fácil mantener el orden en un lugar donde miles de personas tratan de buscar el sustento en unas condiciones lamentables y en jornadas eternas. No hace falta decir que la fluidez del paso de mercancías y personas no depende de los miembros de la Guardia Civil, porque estamos hablando de una frontera con muchas particularidades. No hace falta decir que no somos ajenos al sufrimiento de las mujeres y hombres que tratan de buscarse un sustento digno para vivir. Mujeres y hombres que dentro de unos años cuando el llamado ‘comercio atípico’ sea leyenda serán recordados como lo que son: unas heroínas que han trabajado con dureza en unas condiciones inhumanas. No hace falta decir que cuando los guardias civiles toman una decisión va dirigida a mantener el orden y nunca por puro capricho.
Por todas estas razones, el Sr Hamadi Mohamed, presidente de la Asociación de Usuarios del Tarajal Bab Sebta, debería dirigir su misiva a otra dirección, porque la Guardia Civil como Institución y los guardias civiles como trabajadores llevamos más de siglo y medio cumpliendo fielmente lo que nos ordenan y así será hasta que el dios -con minúscula- que usted y nosotros sabemos considere conveniente, pero ese dios no reside en la avenida Otero.
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