Opinión

Carta pastoral al comienzo de la Cuaresma

El día 2 de marzo es Miércoles de Ceniza. Aquí comienza la Cuaresma, el tiempo litúrgico que pretende la conversión, que nos arrepintamos de nuestros pecados y seamos mejores, viviendo más cerca de Cristo y del prójimo que nos necesita. Se trata de los 40 días de preparación para vivir los misterios centrales de la fe: la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. El signo inicial de la imposición de las cenizas en nuestras cabezas es expresivo de algo que ha de morir en nosotros para poder renacer y cambiar de vida. En estas semanas donde se preparan los que van a ser bautizados en la fiesta de Pascua se nos recuerda la relación especial que hemos de tener con el Señor Resucitado, el compromiso con el evangelio que nos ha enseñado y una vida moral consecuente con quienes como cristianos aspiramos a la santidad. Es tiempo, por todo ello, de reflexión, de penitencia, de conversión y reconciliación, para un combate contra el pecado cuyas potentes armas son la oración, el ayuno y la limosna.

Este Miércoles de Ceniza el Papa nos pide hacer una jornada de oración y ayuno pidiendo por la paz en Ucrania. Una vez más la situación dolorosa del mundo en guerra nos angustia y llena de preocupación, y nos hace pensar en tantos males, desórdenes y pecados personales que influyen dramáticamente en la vida común. ¡Cuánto sufrimiento provoca nuestra violencia, avaricia o afán de poder! Pero también la búsqueda del bien nos llama a la solidaridad. Arrojemos de nuestros corazones el odio, la envidia, los celos y personalismos que se oponen a los hombres y a Dios.

Esta Cuaresma tiene que llegar al corazón o, de lo contrario, se quedará en lo superficial. Es tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado. Este año, sin las restricciones del COVID-19 de la anterior, lasparroquias –así como las hermandades y cofradías, los movimientos y asociaciones, etc.—, han de ayudarcon todas sus fuerzas para que hagamos una auténtica renovación personal con la fuerza de la liturgia bien preparada y expresiva de nuestra relación con Dios, en la escucha y aceptación de la enseñanza del evangelio, con los actos de devoción, conferencias cuaresmales, retiros y celebraciones de la Palabra, Vía Crucis y rezo del rosario. El Señor nos enseña a vencer la tentación con él y con nuestra propia colaboración, y mueve nuestra transformación interior. Solo hay que dejarse encontrar por quien nos busca con tenacidad y solicitud incansable, a pesar de nuestra tibieza.

La conversión nos lleva siempre a la caridad, que expresa nuestro compromiso y el deseo que cambiar la realidad, de llegar más allá y de buscar a los alejados. El Papa nos recuerda: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga6,9-10a). "La resurrección de Cristo anima las esperanzas terrenas con la 'gran esperanza' de la vida eterna e introduce ya el en tiempo presente la semilla de la salvación" (Benedicto XVI, Spe salvi, 3.;7). "No nos cansemos de orar ni de extirpar el mal de nuestra vida". "No nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo. Practiquemos la limosna, dando con alegría".

La Cuaresma es tiempo de conversión y misericordia. Cáritas Diocesana invita a colaborar con la campaña de emergencia por Ucrania. Queremos ofrecer nuestro apoyo a la población víctima de los ataques y la emergencia humanitaria. Por esta razón, y en respuesta a la petición de Cáritas Ucrania a través de Cáritas Internacionalis, nos sumamos a la campaña "Cáritas con Ucrania" en solidaridad con estos hermanos en su labor con las personas más vulnerables que están siendo víctimas de esta nueva guerra en el este de Europa. Socorrer a los necesitados es un deber de justicia y de caridad que ordena en nosotros la seducción de las riquezas materiales y nos abre a la recompensa de la bendición de Dios y a la entrega de nosotros mismos.

Esforcémonos por recuperar el estilo de los hijos de Dios aceptando su amor. Pido al Señor nos conceda vivir este tiempo como tiempo de alegría y de esperanza —que es fruto de la confianza en el Señorde la renovación del espíritu y de la caridad— y llegar a la Pascua siendo mejores, más amigos de Cristo. La Virgen María nos acompaña siempre en la Iglesia en esta peregrinación interior a la fuente de la misericordia, animándonos a progresar en la oración y en el amor, y nos muestra el camino de la gracia que nos transforma y nos lleva a su Hijo, Nuestro Señor.

Os bendigo a todos con afecto.

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