Carta al Sr. Fran Rivera

Estimado Sr. Rivera ¿Cómo está usted? Sinceramente deseo que esté bien y que se recupere lo antes posible. Me alegró mucho saber que se iba a recuperar. Espero que entienda que me dirijo hacia usted con todo el respeto que puedo mostrar a una persona mayor que yo. Es por eso que, tal y como fui educada, me dirigiré hacia usted de una manera formal.

Por eso y al igual que me enseñaron mis padres le deseo lo mejor en su vida. Ojalá tenga usted una vida larga, feliz y plena. Mis padres me enseñaron que el respeto hacia las personas es algo que nunca debemos olvidar, y siendo usted una persona conocida menos. Pero también me inculcaron que al igual que nosotros, los animales son seres vivos y debemos respetarlos. Entendería que si alguna vez llega usted a leer esta carta, el primer pensamiento que le venga a la mente sea que es la carta de una anti-taurina y no tiene usted tiempo para leer cosas que ya ha leído tantas veces. Aun así me alegraría que leyese lo que tengo que decirle. No pretendo ni mucho menos convencerle a usted de dejar el trabajo con el que se gana el pan, ni de abandonar una pasión que seguramente tiene usted desde la cuna.
Al enterarme del terrible accidente que tuvo usted recé. Siempre rezo cuando sé que alguien está sufriendo, sea una persona cercana a mí o alguien que nunca conoceré. He rezado cuando alguno de mis familiares ha fallecido, y he rezado en desgracias como las de las dos chicas que por culpa de un miserable (ruego me perdone la expresión) han muerto. El día que recé por usted y por su recuperación, no solo lo hice porque usted se recuperase. Pensé también en el alma del toro que le causó tan graves heridas. Rogué porque pudiese descansar una vez muerto. Vuelvo a repetir que ni mucho menos me alegro de su desgracia. Ojalá nada de esto no hubiese sucedido y usted y ese toro estuviesen los dos, cada uno por su lado, viviendo sus vidas.
Una pregunta ¿Le dolió a usted la cornada? No hace falta ni que responda, sé que sí. Pero en todas las veces que ha toreado nunca se ha planteado…ha pensado …¿Y al toro le duele? Quiero pensar que sí. Que usted es consciente de que al quitarle la vida a un ser vivo, en la mayoría de las veces inocente (por no decir siempre), le hace daño. Y no piense que todo lo que le estoy diciendo se lo digo a usted, se lo digo a todos y cada unos de los toreros.
De acuerdo, admito que es una `fiesta nacional´, que seguro que tiene mucha más historia detrás de la que mi cerebro de dieciocho años podrá nunca comprender, y que mueve cantidades de dinero que yo nunca veré ni ahorrando en toda mi vida. Pero Sr. Rivera ¿Puedo pedirle un favor? Acuérdese la próxima vez que salga del alma del toro al que se enfrenta. No sé si usted es religioso o no. Pero si lo es recuerde que Dios nos creó a todos, hombres, animales y plantas. La próxima vez que mate a un toro, rece posteriormente por su alma. Si no es religioso admírela. Tenemos muchos que admirar de los animales, lo que pasa es que no sabemos verlo.
Le deseo lo mejor en su vida, y otra vez más, espero que se recupere pronto. Creo que va a ser usted padre, disfrute de esa experiencia. En pocas palabras, le deseo que sea feliz. Yo por mi parte jamás pisaré una plaza de toros pues no estoy de acuerdo con la actividad que allí se celebra y seguiré sufriendo al ver morir a cualquiera persona o animal, ya sea por causa de la tauromaquia o por otras causas.
Atentamente una anti-taurina que le desea lo mejor.