Carta abierta al cielo…

La última vez que te escribí era una madrugada de un dieciséis de marzo de dos mil dos, donde mi sección cofrade del diario “El Faro” tuvo que teñirse de luto por tu inesperado destino a tierras celestiales. Recuerdo aquella noche larga, llorando delante del ordenador para cuadrar una triste carta de despedida que se tornaba por momentos en la más tortuosa de las labores. Mis ojos se nublaban de lágrimas, suspiros y desesperación para dar forma a un puñado de palabras, mezcla de rosas y espinas que ojalá nunca tuviera que haberlas escrito.
La soledad y el silencio rondaban mis paredes ocupando de vacío el bullicio, tanto fue así que huí de todos aquellos lugares que habías llenado durante mi vida. Me alejé de un mundo que no entendía sin ti.
Pero no podía desaprovechar la oportunidad de resarcirme de aquel día cruel de cuaresma y poder darte una buena nueva, una oportunidad de acercar tu cielo a tu tierra y dar eternidad al bello recuerdo de tu presencia. Aunque lo inalcanzable se torne en ocasiones en proeza, se cumplió la ilusión de dos sobrinos que soñaron con ver tu nombre rotulando una calle de Ceuta. Si alguno se molestara de ver como aprovecho mi sección para mandar una carta abierta a la misma Gloria, le pido acepte mis disculpas, pero le debía una alegría a una tristeza, la desolación tenía una cuenta pendiente con mis dichas y debía pagarme un atraso de angustiosa nostalgia con un ramillete de merecida felicidad.
El lunes quince de noviembre, a las diez de la mañana en la Plaza de África se plasmará en realidad un anhelo de dos hermanos que no te dejaron en el recuerdo y siguen orgullosos, honrándote por la herencia de sentimientos que forjaste para que nos acompañaran toda nuestra vida. Son tantas las veces que te haces presente, tantas las ocasiones que  nos inundas la memoria con el amor de tus palabras, en un pasado repleto de cariño y confidencias.
Dedicarte una calle será un dulce detalle para recompensar, en parte, la cercanía a tus amigos, a todos aquellos que colmaste de alegría a cambio de la certeza de sentir como respuesta la palabra verdadera, unida al compromiso de quien nada niega y sabe el valor de la amistad por encima de absurdas rencillas.
Pronto tu calle se convertirá en testigo de aldabonazos de llamadores de pasos que sonarán en levantás dedicadas a ti, el recuerdo de tantos cofrades por la incesante entrega al mundo de las hermandades que ofreciste siempre de forma desinteresada. Nadie puede olvidarte por ser ejemplo a seguir, por tu aporte en lo patrimonial y humano, irrumpiendo como artesano cofrade de una forma magistral sin parangón en la ciudad.
Se me agotan las líneas y habría querido decirte tantas cosas que seguro que algunas se me quedarán en el tintero, volviendo a tus divinas estancias no olvides darle un beso a la abuela y gozad de esa fecha como nosotros en la tierra.
Enclave repleto de adoquines y muros de la Iglesia, de vecina a la Patrona la Virgen de África, como siempre estarás junto a ella…. Y por un bosque de sombras de alargadas palmeras se pasearán cofradías, llegando a su recogía de puntual manera… Calle José Durán y a su Templo… bendito homenaje que vale una vida entera.