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Carrasco, pasión por inmortalizar recuerdos

La familia Carrasco lleva décadas mostrando cómo una afición puede convertirse en la profesión soñada, la fotografía. Un trabajo que requiere de gran dedicación, aprendizaje y esfuerzo. Todo esto fue lo que Juan José Carrasco adquirió de su padre, Juan Carrasco, quien fundó el laboratorio de fotografía J. Carrasco en 1958.

El padre de esta familia llegó desde el protectorado de Marruecos a Ceuta, más concretamente al barrio de Hadú, donde creó su primer estudio. Así comenzó la trayectoria de la familia Carrasco, conocida perfectamente por Juan José. “Él tenía un estudio grande de películas en blanco y negro, que era lo que por aquel entonces existía. Invirtió en el negocio y en la maquinaria, y salió adelante”. El actual dueño se enorgullece del gran logro de su padre, traer el revelado de fotografías en color a Ceuta. “En 1970, cuando llegó el color, mi padre estuvo en Casablanca y en Francia aprendiendo cómo se hacía el revelado, con la maquinaria y todo. Luego se vino hacia aquí, invirtió en maquinaria y en el local y montó el primer laboratorio de revelado de carretes a color en Ceuta”.

Juan José Carrasco comenzó a ayudar a su padre con quince años. A los diecisiete, decidió salir a la calle a realizar diversos reportajes fotográficos. “Empecé a hacer trabajos de bodas, bautizos, comuniones y todo lo que se hacía en la calle. Iba yo solo, y entonces me enfrentaba a los grandes fotógrafos, que tenían muchos años y que se rebelaban ante mi presencia. ‘¿Dónde va este niño con la máquina y el flash?’ Pero claro, yo traía una buena escuela, la que me había enseñado mi padre, y no me echaba para atrás ante nada. Y me puse a hacer bodas, que antes eran todo el fin de semana. Había fines de semana que hasta hacía tres bodas, ayudado por mi padre. Pero fue muy bien”.

El que dirige la tienda en estos días recuerda la profesionalidad de lo que hacía su padre. “Trabajaba con mucha paciencia, y era muy meticuloso con el trabajo, la maquinaria, la atención al cliente, la hora de contar, las cuentas... Y todo eso me lo inculcó, lo dejó dentro de mí para que, en el día de hoy que él no está, yo pueda seguir experimentando con el público, con la misma calidad y todo”.

Padre e hijo siempre se han dedicado a la fotografía, mientras que luego otros miembros de la familia colaboraban con el negocio de otras formas. “De forma tradicional como mi padre, con el laboratorio y demás, he sido el único de la familia. Aunque mi madre también ha estado muchos años en el mostrador, y mis hermanas también”.

Desde que Juan Carrasco se jubiló en 1964, su hijo ha querido continuar con la excelencia y la cercanía de su padre. “Lo que más me gusta es agradar al público, ver la cara que ponen cuando les entregas sus fotos, aquellas que con tanto cariño han querido sacar, y tú les has ayudado en ello. Si salen negras, se las aclaras, si salen mal de color, se lo corriges, se les ayuda en todo lo posible. Y al final el público se va con una satisfacción, que es de lo que se trata”. Además, se une su apego al negocio con su pasión por la fotografía. “A mí siempre me ha llenado trabajar como fotógrafo, porque aparte de mi profesión, es un hobbie. Y siempre busco ayudar a la gente que me pregunta, para que hagan las fotos bien”.


El negocio ha cambiado mucho desde sus inicios, junto con el avance de la fotografía, pero la calidad sigue siendo la misma. “Ahora en la era digital se hacen más fotos con los móviles que con cámaras de fotos, lo que ha cambiado es la forma de tomar la foto. Antiguamente se hacía con una película que se impresionaba a la luz del día, y a día de hoy se capta la imegen y se guarda en una memoria, pero el revelado de la fotografía, sacarla y verla en papel, no ha cambiado. Aquí no se usan impresoras, con lo que las fotos siguen teniendo la durabilidad que las de carrete”, explica.

J. Carrasco es de los pocos estudios tradicionales de fotografía que se mantienen con vida en Ceuta, por lo que si cerrase, no habría nada. “No tenemos hijos que puedan seguir con el negocio. También el otro estudio que había está cerrando, por lo que la única tienda de revelado que va a quedar es la nuestra. Y yo evidentemente, no puedo seguir toda la vida. Igual que se acabó la fotografía de carretes, esto pasará a la historia”.

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