Estamos en los días de Carnaval. El sábado pasado me lo hizo notar, claramente, uno de los vecinos de la casa en la que habito. Iba en los brazos de su padre y disfrutaba enseñando el disfraz que llevaba puesto. Era bastante temprano, por la mañana, pero ya iba feliz el pequeño en los brazos del padre y atendiendo, a su manera, a lo que yo le decía. No me entendía y el padre le tenía que ayudar para que contestara a mi saludo con un golpe de su mano abierta sobre la mía. Me imagino que a lo largo del día se encontraría con mucha gente, familiares o completamente desconocidos que le dirían cosas agradables pero él no entendería nada de lo que le dijeran. Sólo se quedaría con el ambiente festivo y todo a causa del disfraz que la madre le había colocado.
Aprovechando el Carnaval nuestros vecino de Rusia también se han disfrazado y debo asegurar que el disfraz le viene muy bien, muy ajustado a lo suyo, a su forma de ser. Se han vestido de tropas de invasión y como no podía ser de otra forma, tanto por tradición como por proximidad, de invasión de Europa , empezando por lo que tienen más próximo, geográficamente, y apropiado a sus intereses, que ya vienen de lejos en el tiempo. Tengo que reconocer que el disfraz es perfecto. bien diseñado y ajustado a la época y circunstancias. Ha sido una sorpresa verlos embutidos en esos disfraces guerreros, aunque algo de ello se barruntaba desde que los conflictos empezaron a producirse en el seno de Ucrania.
Hay quienes se toman el Carnaval muy en serio y le dedican mucho tiempo y dinero a prepararse para ello. La información gráfica, a lo largo del tiempo de preparación suele ser abundante y muestra detalles francamente interesantes, aunque en alguna ocasión se produzca un contratiempo, precisamente en la figura principal del Carnaval de Canarias. En el caso de este otro espectáculo que se ha montado en Crimea también pueden ocurrir algunas desventuras porque el disfraz utilizado es sumamente tentador y dispone a la violencia en grados altos. Personalmente desearía que todo se deshiciera, sin detalles desagradables, en el plazo más breve posible; el fijado normalmente para el Carnaval en cualquier lugar.
Algo le han dicho a esos carnavalescos desde distintos lugares, haciéndoles ver que el Carnaval es algo muy pacífico y simpático; una fiesta en suma y que no es bueno apuntarse a ello sin un disfraz adecuado. El empleado hasta ahora en Crimea hay que convenir que no es el más a propósito para tranquilizar a nadie; es demasiado ajustado a la realidad de una Fuerza de invasión. ¡Son ganas de estropear la Fiesta, aunque sólo sea con miedos! Pues ¿Quién se fía de las ideas de esos uniformados? Es cierto que se están haciendo gestiones, por quienes pueden hacerlas, para que la ‘fiesta’ discurra en paz y vuelva cada uno a su casa en el plazo más breve posible, pero la verdad es que hasta ahora no se han visto gestos a tenor con lo que parecen ser las circunstancias. De cualquier forma que se mire esta cuestión se llega a la conclusión de que a Europa le falta algo relacionado con la Defensa . No se trata de meter miedo a nadie sino de que no lo padezcamos nosotros y haya que llamar al teléfono del otro lado del Atlántico para que nos digan la realidad de la situación.
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