Carlos Santos, actor: “La comedia hace más llevaderos los pequeños dramas del día a día”

La vida resuelta, de los guionistas de 7 Vidas y Aída, mañana a las 20:00 horas en el Auditorio del Revellín.

La vida resuelta parte de una premisa sencilla: dos parejas y una madre soltera se encuentran en una guardería para pelear por la única plaza vacante que queda en el curso siguiente, donde quieren inscribir a su hijo. Esta obra, de la compañía de teatro Laruta, es la propuesta cultural del Auditorio del Revellín para mañana a las 20:00 y cuyas entradas aún están disponibles a 16 euros en el patio de butacas y 14 en el anfiteatro –existen descuentos para niños, mayores, titulares de carné joven, miembros de familia numerosa y grupos–.
Carlos Santos (1977, Murcia), conocido por su papel de Povedilla en la serie de televisión Los hombres de Paco y que también destacó en El tiempo entre costuras o películas como Fuga de Cerebros o También la lluvia, interpreta a uno de los protagonistas de la función y, sin destripar el argumento, ahonda en algunos de los aspectos que podrán verse mañana sobre las tablas.      
–¿Qué nos puede contar sobre los personajes?
–Las parejas son Adriana Torrebejano y Javier Mora; él es el típico peter pan que se acaba de separar con un niño de dos años y, desde entonces, se ha comprado una moto, se apuntó a un gimnasio y se echó una novia de 20 años fanática de Gran Hermano. Bastante reconocible (risas). Luego esta mi matrimonio, que somos Berta Hernández y yo. Soy un periodista que en principio he dejado el trabajo, aunque no se sabe muy bien si lo han echado, para encargarse de su hijo. Su mujer es una arquitecto de éxito de aquí para allá viajando que, mientras él cambia pañales, ella disfruta de su vida, su trabajo y profesión. Con lo cual la frustración de este personaje... Imagínate. Luego está la madre soltera, Cristina Alcázar, una hippie. Ese es el punto de arranque. A partir de ahí pasan muchas cosas que no se pueden destripar.
La función realmente trata de, no me gusta llamarla crisis de los 40, esa generación de personas que nos acercamos a los 40 y empezamos a mirar para atrás. Y dices: ¿Y si hubiese tomado otras decisiones, si hubiera hecho esto, aquello... En ese entorno de esa guardería, de cuando eran niños y tenía toda la vida, todos los sueños por delante, es un entorno estupendo para este tipo de reflexiones de ‘madre mía, lo que yo quería ser y en lo que me he convertido’. Pero todo esto, a pesar de tener ese punto en algún momento agridulce, evidentemente tiene muchísimo humor. La obra está escrita por Marta Sánchez y David Sánchez Olivas, guionistas de 7 Vidas, Aída, Ahí abajo, Perdiendo el norte... Series y películas de muchísimo éxito y humor. La gente que no se asuste que va a venir al teatro de Ceuta a reír, a pasarlo bien aunque eso sí, algún pellizquito en el corazón le daremos.
–De las personas a esa edad, se espera que tengan casa propia, pareja estable, una carrera prometedora, ¿puede ser parte del trasfondo social de la obra?
–Habla de eso también. Aunque es verdad que en estos últimos años se ha agudizado un poco más, es algo universal. Nos han enseñado que a los 40 hay que tener una casa, el Mercedes, la hipoteca y tres niños. Y de repente, a lo mejor, llegas a esa edad y no tienes nada de eso, o la vida te ha llevado por otro camino totalmente diferente al que has planeado, o al que nos han planeado, porque parece que hay veces que no lo haces tú, sino que lo hace alguien y no sabes muy bien quién. De eso va un poco la función: cuando eres un niño los sueños y aspiraciones que tenemos pero, cuando llega la realidad, te golpea. Más hoy día. Tengo muchos amigos con treinta y tantos que, desgraciadamente, están en el paro o cambiando de trabajo cada dos meses. Parece que la vida no era como nos la habían pintado o nos habíamos imaginado.
–Se prodiga en la nueva comedia española, ¿cree que es el género que mejor conecta con esta generación confusa?
–Evidentemente, adoro hacer comedia. Pero yo soy de Mary Poppins: ‘Con un poco de azúcar la píldora entra mejor’. Entonces, cuando quieres contar algo de esto, entonces, desde el punto de vista del humor, siempre entra todo mucho mejor, que se ve todo de otra manera y tienes a la gente más de tu parte. La plasmación de la realidad es la misma que en el drama. La comedia, como dijo Woody Allen, es tragedia más tiempo. Es la mejor definición que jamás se hizo. Tiene ese punto que lo hace más cercano y, sobre todo, más llevaderos los pequeños dramas cotidianos del día a día.
–¿Qué registro o papel le gustaría encarnar?
–Siempre el mejor personaje es el próximo, el que está por venir porque es el que toca y al que hay que dedicar toda tu imaginación, tiempo y energía. Es el que está por descubrir. Tengo mi personaje favorito que siempre fue Hamlet, me encantaría hacerlo. Lo he hecho, a pequeña escala digamos, y muy pocas funciones. Pero es la sinfonía, es el personaje que encarna nada.  
–Es bastante crítico en redes sociales con el 21% del IVA cultural y se ha unido a otros artistas para pedir que baje. ¿Cuál es su propuesta?
–Básicamente que baje (risas). Al igual que nos hemos acercado a Europa cambiando hasta la Constitución por lo que nos pedía, acercarnos también a Europa en el IVA que tiene la gran mayoría de los países de nuestro entorno. Incluso países en crisis como Portugal e Italia tienen una impuesto cultural menor que el nuestro.
De todos modos, eso que dice que nos hemos unido para pedir de manera razonable esa baja de IVA, lo que es curioso que no hay más público, más gente normal de la calle, que reivindique ésto porque, al final, el que lo paga es el señor que compra la entrada, un CD, un libro...
–¿Conoce Ceuta?
–No, por lo menos conscientemente. Sé que de bebé viajé a Ceuta con mi familia y lo sé porque me contó una anécdota: me registraron en la Aduana los pañales por si mi madre estaba ahí trapicheando o algo (risas). Hace muchos años que me lo contó. Los policías de Aduanas me quitaron los pañales... Hay algún policía de Ceuta que me vio la pilila cuando era un bebé (risas).