La situación del carguero ruso Zapolyarye no ha mejorado mucho desde que llegó a la costa ceutí el pasado 28 de julio. Desde entonces, el conflicto laboral entre tripulación y armador no ha avanzado y los primeros siguen en el interior del barco esperando tocar tierra para volver a su país de origen. Desde Capitanía Marítima siguen de manera muy cercana este caso, junto con la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte en España (ITF), pero tras casi dos semanas de negociaciones la situación sigue igual que el primer día.
La embarcaciones tienen la obligación de contar con una póliza para estos casos
El capitán marítimo Jesús Fernández de Lera manifestó que por mucho que se ha intentado contactar con los armadores para que resuelvan de una vez esta situación, “aquí nadie responde a los requerimientos”. Cada vez que se pone en contacto con ellos, explica, le dicen “que sí, que en unos días”, pero la situación sigue igual “y así llevamos dos semanas”, lamenta el capitán marítimo. El pasado miércoles volvió a poner en contacto con los armadores, una empresa reconocida y que tiene más de una embarcación de este tipo, mediante correo electrónico, pero a día de ayer no había recibido respuesta a sus cuestionamientos. Detalla que tiene contacto directo con el ITF quien también está trabajando para solucionar este conflicto y ambos no entienden la actuación que está llevando a cabo el armador. Fernández de Lera recordó que en los años fuertes de la crisis era habitual que los armadores, por cuestiones económicas, abandonaran sus barcos, pero lo extraordinario de esta situación es que aún la tripulación permanezca en el interior de éste. Por este motivo, viendo que la situación no avanza y teniendo en cuenta la situación de la tripulación, la cual apenas cuenta con víveres, desde Capitanía Marítima no descartan intervenir la semana que viene. El capitán marítimo explica que cada embarcación está obligada a tener una póliza que asegure la embarcación y a su tripulación y en casos de este tipo, se ve obligada a la repatriación de ésta.
Pero para ello, el primer paso es que el barco toque tierra, admite Fernández de Lera y para ello también tiene que estudiarse de qué manera se hará y mediante qué procesos. Lo que tiene claro es que el barco no puede estar “eternamente” frente a las costas de Ceuta, advirtiendo que ahora el clima es favorable, pero en caso de temporales, es un riesgo tener una embarcación de estas características fondeada a pocos metros de la costa. “La situación pende de un hilo”, confiesa el capitán marítimo quien cree que la semana que viene quizás ya se pueda determinar el futuro de este barco ruso cuyo conflicto laboral ha terminado de explotar en Ceuta.
Una tripulación sin pisar tierra y con escasez de víveres a bordo
La situación de la tripulación en el interior del carguero es lo que más preocupa tanto a Capitanía Marítima como la a Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte en España (ITF). En primer lugar, ésta tuvo que ser atendida por Cruz Roja, quien les ayudó con alimentos, ya que apenas contaban con víveres a bordo, tras llevar tres meses vagando por el mar. Los 20 tripulantes fueron los que contaron a este medio las penurias que llevan sufriendo desde que el armador les comunicó que la empresa no tenía suficientes recursos para mantenerlos. Según ha sabido Capitanía Marítima, se les compró algo de combustible, no el suficiente para seguir navegando y hace cuestión de unos días se les envió comida, aunque poca cantidad. Otra de las cuestiones es la carga, 23.000 toneladas de sal para deshielo, que debían trasladar de Tarragona a Gran Bretaña, pero al no tener combustible la carga nunca llegó a entregarse. Una situación, cuanto menos difícil, tanto para ellos, como para la autoridad marítima ceutí.