Opinión

Las campanadas de las uvas

Sonó la última de las doce campanadas y mi estado de ánimo quedó tal como estaba; no se produjo ninguna emoción que me perturbase ….. tampoco estaba a la expectativa de que ello ocurriese. La observación de sí mismo y de la realidad que nos rodea confirma que nuestra vida transcurre sin solución de continuidad hasta el final de la misma, y que estamos integrados en una sociedad y ésta, a su vez, en una naturaleza de leyes universales que escapan a nuestro control y que definen su curso.

El cambio es continuo …..es un devenir constante e infinito y su comprensión necesita de un catalizador que es la curiosidad entusiasmada (interesante locución) que nos anima y empuja a seguir buscando sentido y objetivo a la vida, a develar todo aquello que se oculta a nuestro conocimiento y que escapa a nuestra capacidad de comprensión humana (nuestro cerebro, el de cada uno, es como es ….y de momento no da para más).

¿Qué ocurriría si pensásemos en un Planeta sin seres humanos? No tenemos respuesta razonable y acudimos a la imaginación que nos reproduce un sentimiento sombrío, deprimente …. desolador; y pensar en eso nos provoca una liberadora catarsis que nos aleja del cataclismo que supondría la ausencia absoluta, el vacío total …. la nada. Pero no ocurre ¡¡Estamos, estamos aquí, y vivos!!

Aunque a la vida no siempre se le ha buscado sentido, y si acaso se le ha encontrado, no siempre ha sido el mismo: hay que imaginar en los albores de la humanidad, cada grupo, cada tribu, que con un conocimiento tan rudimentario no se plantearían más objetivos que sobrevivir y aún no se le buscaría ningún sentido al hecho de la vida.

Cuando ya las sociedades fueron más numerosas y complejas, donde la subsistencia se hizo más fácil, la tensión y la inquietud se suaviza y se relaja, el conocimiento se va ampliando y van apareciendo preguntas sobre la realidad circundante, la sorpresa se hace presente porque la atención se dispersa a la vez que se puede concentrar en objetivos más variados. Las comunidades se hacen prácticas se aúna el conocimiento al esfuerzo general y la curiosidad se genera de forma colectiva….la vida con todas sus inquietudes discurre en una dinámica de conjunto.

Pero las realidades no se aceptan del todo si no se conocen las causas que la han provocado; es el concepto de inteligencia el que nos permite formar la idea que determina la realidad, y que se concreta en aprender, entender y razonar. No se llega a la convicción si no se cumple la correspondencia “causa-efecto, efecto-causa”; lo que concluye que no hay efecto sin causa: La convicción a través de la razón es una exigencia y necesidad del humano inteligente, y por eso el conocimiento a través y sólo de la intuición no siempre es efectivo, que quiere decir que suele ser dudoso y sujeto al azar, a la probabilidad. Así, lo mejor es que las decisiones puedan ser tomadas y aconsejadas por la suma de las dos capacidades: la razón más la intuición. Pero no siempre actuamos y evaluamos con una razón suficiente, y es porque la educación recibida puede que haya sido un límite a nuestras posibilidades de tomar decisiones. Por eso, en definitiva, no siempre se tiene el suficiente criterio para “educar” a la razón a que pueda entender los sentimientos, las emociones y las propias pasiones.

La razón pone todo su empeño en hacernos comprender nuestros límites y nos coloca en la disposición voluntariosa de seguir viviendo y a encontrar como inevitable el sufrimiento que eso supone. El conocimiento a través de la razón exige un esfuerzo de reflexión que no todos somos capaces de afrontar y ejercitar; por eso aparecieron las religiones como un atajo a la mente ante el agotador esfuerzo que exige hacer frente a la resolución de los conflictos que presenta la realidad. Así la religión y su pretendida vocación no es solamente un síntoma de impotencia, de debilidad y de falta de entereza, sino también de cobardía ante las adversidades de la propia vida.

Si acaso, se podría entender la disposición religiosa de cualquier signo en los primeros compases de las civilizaciones conocidas: mesopotámicos, egipcios, griegos y romanos, judíos, cristianos antiguos y medievales, con sus múltiples creencias y filosofías, donde cada sociedad, en su época, vivió en el consiguiente paradigma…. desde la ignorancia más profunda al conocimiento más avanzado y hasta el dogma más indignante empeñado en ocultar la verdad que aclarara los enigmas.

Ahora sabemos que la evolución del universo es incontenible, incluida la del ser humano que no cesa(miremos a la Historia); el proceso a veces se acelera y otras se ralentiza, pero siempre la dirección y el sentido es el mismo …. hacia adelante. Y no podremos saber el efecto final hasta que no conozcamos, con criterio de certeza y verdad absolutas la causa original (ahí está el límite de la mente humana). Así, en esa línea del “pensamiento permitido” no queda otra que concluir que el sentido de la vida, de momento, no sea otro que seguir buscándole sentido a la vida….

Seguro que a lo largo de este año nos daremos cuenta que todas nuestras peticiones, ruegos, plegarias y parabienes adelantados, no han servido para nada: el que tiene que enfermar, enferma; el que tiene que morir, se muere; los que tienen que nacer, nacen, y al que le tenía que tocar la lotería, le toca …. todo es como siempre. Y que todo lo que además nos acontezca, será fruto de nuestras acciones …. también como siempre: ricos muy ricos, y pobres muy pobres; dominadores y dominados; abusadores y abusados; satisfechos y desesperados … astutos e ignorantes; millones de desplazados de su querido terruño en constante sufrimiento; miles de ahogados en el océano que buscaban una playa de refugio y asilo que mitigase su miseria …..también como ya hace mucho tiempo.

Y este paradigma, si no somos capaces de cambiarlo, se repetirá al final del 2.022, y a pesar de ello, otra vez, durante las doce campanadas del 31 de diciembre seguiremos con el mismo ingenuo ritual de las uvas y el champán, celebrando la misma rutina de vida consentida, la misma vana ilusión, los mismos deseos insatisfechos…. los mismos ruegos, las mismas plegarias….

¿HASTA CUÁNDO ….?

Creo que sólo a los niños hay que crearles ilusiones (que es lo que les toca) para que al menos en esa corta etapa del camino sean absolutamente felices. A los hombres, ofrecerles oportunidades y proponerles motivos para que puedan emprender sus proyectos y que puedan vivir, si no ilusionados como un niño, al menos que lo hagan entusiasmados…. Y en esa tarea además del propio hombre como principal protagonista, es necesaria la colaboración del Estado que nos acoge que debe crear las condiciones que lo propicie.

En cualquier caso la vida continuará siendo un reto….. Sí, pero hay que procurar que sea un reto apasionante….

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