Esa fue la palabra que utilizó el ya teniente coronel de la Guardia Civil en el discurso ofrecido ayer a los presentes tras la toma de posesión oficial del mando. Cambios. Una palabra con mucho peso en una casa cuartel que ha atravesado, en los últimos años, muchas revoluciones. Que en un discurso oficial se hable de la necesidad de avanzar en un Cuerpo, como el del Instituto Armado, en el que todavía hay grupos de poder que piden mantenerse en el pasado es importante. Para mi, particularmente, fue la clave. Y tiene su importancia si quien lo dice es el mando López, quien sabe bien lo que es una Comandancia con Quílez, con Guitard y con Cortes. Tres mandos con tres etapas y tres formas de llevar la Comandancia bien distintas. Ese diferencial se ha traducido en las distintas consecuencias de todos conocidas y sufridas, para bien o para mal, por los propios guardias. El delegado del Gobierno, que es hombre a quien le gustaría seguir viviendo en esa paz social que sólo tiembla con Aróstegui y sus críticas, no se anduvo por las ramas y en su discurso fue claro al aludir al “listón muy alto” dejado por Cortes. Ni a don José ni al teniente coronel les hace falta que nadie les venga a detallar qué significa esta alusión.
Comienza una nueva etapa en la Benemérita en la que no cabe malestares de chiquillos de guardería ni mucho menos amenazas veladas en momentos en que no habrá espacio para fumar la pipa de la paz porque a Madrid, quizá, no le convenga. La historia actual es la que manda y de momento ya está dejando espacios a posibles cambios. Palabra que antaño ni hubiera permitido asomarse por una Comandancia marcada por una caza de brujas constante, por una diferenciación de escalas que se creían clases sociales o por unos comportamientos que dejaban mucho que desear.
Del acto de ayer me quedo, les confieso, con ese buen presentimiento nacido de discursos que ahora deben materializarse en realidades. Si buscan anécdotas, alguna que otra hubo, aunque me quedo con el recuerdo de aquella carta que envió el viceconsejero de Gobernación, Manuel Coronado, a este medio, en la que decía que no tenía enfrentamiento alguno con el jefe accidental del Cuerpo, José Antonio Sorroche. ¿Me lo creo? Ustedes convendrán conmigo que asistiendo ambos al acto de las Murallas Reales podrían haberse colocado juntos ¿no? Siempre habrá un Ángel Gómez para ponerse en medio.
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