Viajero incansable, escritor y fotógrafo. Así se define Juan Antonio Muñoz, un enamorado de la aventura y de “todo lo raro” del mundo. El Amazonas, el desierto del Sahara, Pakistán, oeste de China, Etiopía, la India o Marruecos han sido algunos de los escenarios en los que ha conseguido detener el tiempo y fotografiar momentos irrepetibles que permanecerán para el futuro. Pero el país que le robó el corazón fue Marruecos.
A sus cumplidos ya 60 años, continua poniéndose el mundo por montera. Nada frena sus ansias de captar y documentar aquellos lugares en los que el hombre occidental aún no ha estado. Una pasión que al madrileño no le viene de cuna, pero le nace con 12 años cuando le regalaron su primera cámara de fotos: una Zenith.
“Desde entonces he pasado toda mi vida con un cámara de fotos a cuestas y yendo de aquí para allá en busca de aventuras”, comenta desde Ouarzazate aunque en unos días pondrá rumbo a la cordillera Atlas, “a 3.000 kilómetros de altitud para buscar a los últimos nómadas de esa zona”.
La primera vez que pisó suelo marroquí fue con 18 años. “Ya entonces me di cuenta que quería vivir aquí. Marruecos es excelente. Está todo muy cerca y tiene paisajes muy diferentes. Llevo de residente aquí desde 2001, aquí he formado mi familia y aquí seguiré. Hay muchísimas cosas interesantes que fotografiar. He tenido siempre claro que no quería vivir en una gran ciudad. Esto es otro mundo y la gente aún no lo conoce”, explica.
Comenzó recorriendo mundo con su cámara y una moto (o coche cuando es necesario) y con muchas ganas de expediciones, como llama a sus viajes. Consiguió aunar sus dos pasiones: la fotografía y los viajes, “en una época en la que éramos muy pocos los atrevidos o locos”. Comenzó escribiendo sus reportajes para la revista 'Los aventureros', donde se publicaría el primero de muchos. “Cuando empecé a viajar solo en moto o coche como nadie lo hacía salían los míos en todas las revistas de aventura”, relató.
Ahora su objetivo está puesto en los nómadas del Atlas. “Quiero aprovechar para irme cuanto antes porque aquí con los rebrotes están hablando de que volverán a confinar algunas ciudades. Entonces, si eso pasa, pues que me pille ya en el monte por ahí perdido”, bromea. Pero su foco siempre han sido los países “raros” y que “están a punto de cambiar sus tradiciones”.
Hace un par de años la Embajada de España en Marruecos le otorgó el Premio al Mejor Trabajo Fotográfico sobre Marruecos y también ha escrito dos libros sobre “el Marruecos tradicional”. “Todo lo tradicional está desapareciendo. Documentar esa parte etnológica de esos países ahora mismo se está reduciendo mucho y más ahora con la pandemia y con las guerrillas que hay en muchos lugares”, comentó.
A pesar de que su vida está en Marruecos, pues además de la fotografía tiene tres alojamientos rurales “para perderse” por diferentes parajes del reino alauita, cada dos meses le gusta volver a su Madrid natal. “Sigo teniendo mi casa en Madrid y cuando puedo cada dos meses me voy con el coche por Ceuta para ver también a mi madre, pero ahora no puedo hacerlo”, explicó.
En algunos de sus viajes, siempre que puede tiene un ayudante: su hija. “Sara tiene siete años y cada vez que puedo me la llevo por ahí para que vea mundo. Quiero educarla de otra manera para que observe y tenga otra sensibilidad que no se aprende en la escuela”, comenta ilusionado.
Aún es pronto para saber si Sara seguirá sus pasos, pero “le encanta la fotografía, aunque ahora a este viaje no puedo llevármela porque voy a estar incomunicado y es pequeña”, concluyó.
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