Colaboraciones

El calor de una madre

Lo miré a los ojos y supe que ya no había nada que hacer. Por mucho que recé a nuestro Dios, yo sabía que el lo tenía todo decidido.

Le puse un escapulario dentro de su bolsillo y le rogué que no lo perdiera, tirara, ni nada de nada.

Mil lágrimas he derramado y comprendido que el viaje que iba a hacer era de ida y la vuelta solo el Altísimo sabría o dispondría.

Hablaba con las otras madres que también habían sufrido en sus carnes la partida de un hijo hacia otra parte, otro lugar, otra civilización.

Ellas con las ojeras de no pegar ojo durante tantas jornadas me puso al trapo de lo que podía suceder.

Y nuevamente entre en una isla donde solo veo agua y poco que comer. Pero no podía quitarle esa ilusión a mi pobre hijo, ya que el boca a boca de sus amigos, las nuevas tecnologías que les ponían al corriente en pocos instantes, les hacía ser un elegido y no un mártir.

Levantaba las manos y preguntaba si podía hacer algún sacrificio, algo que me diera la esperanza de no perder a mi querido hijo.

Y el silencio tenía por delante y pasaban delante mía los recuerdos de aquellos instantes que había estado conmigo.

Esa lactancia, esos días donde no podía dormir ya que había que estar muy atento a aquella criatura.

Pero parece que nunca se acaban los días donde algún mal nos acompañan a las "mamás", y aunque hayamos superado fiebres, dolores, males, entuertos, jugarretas, estamos siempre con nuestro querido "nene", ese que se ha hecho mayor en pocas jornadas y ahora está decidiendo el marcharse de los brazos y el cobijo de su madre.

Solo debo de esperar ese momento donde se de el pistoletazo de salida a la aventura de una salida.

Esa que tanto temo, esa que me hace desconsolar, no dormir y ser un errante en esta vida que estoy todavía contigo.

!Ven mi pequeñín!, no te vayas que tú madre sufrirá tú no estar conmigo.

Pero se que eres muy obstinado, muy echado para adelante y no cambiarás de opinión.

Pídeme de que desees, yo buscaré la forma de ayudarte, pero no partas a un futuro, que nadie sabe donde irás.

Mañana será otro día, otra lucha contra el reloj, y solo busco un refugio, unas ganas de seguir con mi vida hacia adelante.

Veo a otras suplicando en las arenas del mar, llamando a su hijo por su nombre y el no contestar desgarra mucho más esa herida que nos ha inculcado un hijo que ha partido, se ha ido y no sabremos de el durante largas jornadas.

Mañana será diferente, hoy estoy en otro lugar, donde tú no estas y yo estoy sola y desconsolada.

Un beso querido hijo y que sepas que el calor de tu madre nunca te faltará.

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