“Revisando los libros legados por mi abuelo materno, he encontrado uno muy curioso titulado ‘Ceuta en la mano’... que contiene una recopilación de todo lo habido en aquel año”.
Revisando los libros legados por mi abuelo materno, Francisco Ruiz Medina, he encontrado uno muy curioso titulado “Ceuta en la mano” (Publicaciones “Alsamar”, Imprenta Olimpia, 1934) en el cual, bajo el subtítulo “Anuario-guía oficial de Ceuta”, se contiene una detalladísima recopilación de todo lo habido y por haber en aquel año en nuestra ciudad: distritos electorales, composición del Ayuntamiento y de sus distintos servicios, presupuesto municipal, tarifas de Arbitrios y tasas locales; horario de autobuses a la Zona del Protectorado, del tren a Tetuán, de buques, incluyendo el después conocido como “el mulillero”, que entonces llegaba hasta Orán, y las escalas del recordado “Pinillos”; guía de centros y unidades militares, así como de delegaciones ministeriales, reseñando los nombres de todos sus mandos; asociaciones culturales, deportivas y políticas; pormenorizado indicador del comercio, industria y profesiones, y, además, plano de la ciudad, que acompaña a un nomenclator de sus calles, intercalándose en la citada publicación numerosos anuncios comerciales.
Sin perjuicio de acudir en venideras ocasiones a desarrollar otros aspectos de tan interesante anuario, editado en plena época de la II República, hoy me dedicaré a considerar algunos aspectos del mencionado callejero, que nos revela cómo estaba la ciudad por aquel entonces.
En numerosos casos, se evidencian las modificaciones introducidas por el Ayuntamiento republicano, circunstancia de la que citaré diversos ejemplos. Hablando de Barriadas, la del Morro recibía la denominación de Pi y Margall, destacado político de la I República y fallido partidario del federalismo, hoy tan propugnado de nuevo por Pedro Sánchez; Villa Jovita se llamaba del Triunfo; el Príncipe Alfonso, La Unión; y Jadú Prosperidad. Es de reseñar que aunque no existía aún la Barriada de los Rosales, en la guía se cita “la venta de los Rosales”, añadiendo que era un caserío aislado situado “al principio de la carretera de la Mezquita” ¿Quién se acuerda ahora de todo aquello?
La de momento calle del General Aranda era la de Castelar; el Paseo de las Palmeras, Fermín Galán, militar laureado, de ideas republicanas, protagonista en 1930 de la fallida sublevación de Jaca y fusilado ese mismo año; la calle de la Legión se llamó García Hernández, compañero del anterior que sufrió la misma pena; la calle Real era “Soberanía Nacional”, es decir, la que reside en todo el pueblo español, por lo que dicha denominación está ahora de actualidad ante la pretensión de que sean solo los catalanes quienes decidan en referéndum su eventual e indeseable separación del resto de la Nación española; la de Millán Astray (antes parte del Callejón del Obispo) era la de Riego, el General liberal cuyo alzamiento en 1820 obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, y que acabó siendo ahorcado a finales de 1823, una vez restablecida la monarquía absoluta, por haber votado en las Cortes de Cádiz la incapacitación de dicho Rey, El famoso Himno de Riego, cantado por sus tropas durante el alzamiento, llegó a ser adoptado como nacional en el trienio liberal de 1920-23 y después por la I y la II Repúblicas españolas.
Muchas plazas también tenían en 1934 nombres muy alejados de los anteriores, ahora recuperados. la de África era entonces la de la Constitución; la de los Reyes, de la República, y la de Maestranza, de Torrijos, otro General liberal que se sublevó en 1831 saliendo de Gibraltar con setenta compañeros y desembarcando en Málaga, donde todos fueron detenidos y fusilados sin juicio previo. El Puente Almina, antecesor de la actual Plaza de la Constitución (antes de Galera) recibía el nombre de Puente del 14 de Abril, y el del Cristo (imagen que fue retirada de su emplazamiento) -ya son ganas de fastidiar- recibió la denominación de Puente del Foso de la Muralla, mientras que el Muelle España era el de la República.
Existían hasta dieciocho de aquellos famosos Patios, de los que quedan muy pocos, mencionándose trece Pasajes. Además, resulta anecdótico el hecho de que la guía mencione tanto “la cuesta de la Tetona” como “la viña de la Tetona”, lugares situados más abajo de la Barriada de España, cerca ya, al parecer, de la Almadraba. Lamento de veras no haber podido conocer a la mujerona que sin duda dio pié a tamaño apodo.
¡Ah! Olvidaba mencionar que el primer tramo de la Marina llevaba el nombre de Pablo iglesias, no sé si en recuerdo del fundador del PSOE o por una extraña premonición acerca de un futuro aún incierto.
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