La democracia empequeñecida o la quiebra de la democracia tal y como lo menciona el último artículo de J.L. Aróstegui es una realidad cada vez más evidente. En este distanciamiento entre sociedad y política, son los burócratas los que están cerca del estamento político y los que, debido a su propio ejercicio laboral, conocen los entresijos de la gestión pública. Por cercanía, ambición y dimisión cívica de gran parte de los españoles la política continúa dominada por los funcionarios y por los burócratas que controlan el sistema administrativo y que se limitan a gestionar con mejor o peor resultado, pero que se encuentran alejados de los ideales que transforman las sociedades. Este cuasi adueñamiento de la política por parte de los funcionarios de la Administración también colabora activamente a crear un sistema muy cerrado tendente a la deslealtad con ciertas leyes que son incomodas, costosas de cumplir y que causan numerosas inconvenientes a la propia administración. En definitiva, el servicio a los ciudadanos se transforma, muchas veces, en un insano ejercicio que promueve trámites farragosos y papeleo interminable que persigue en muchas ocasiones la promoción de unos puestos de trabajo absurdos y alienantes y un mayor control del administrado, sin que existan mecanismos inversos de vigilancia hacia la administración. Los avances y progresos sociales deben provenir de un medio social más liberado, oxigenado y menos conformista, preñado de ideales y acostumbrado a las emociones, los sentimientos sublimes y a la plenitud vital. La burocracia constriñe, estriñe y no permite insubordinaciones mentales, pero sobretodo transforma a los seres humanos en otras entidades con apariencia humana (como le ocurrió a Gregor Samsa). Nos irá mejor a todos si comenzamos a preocuparnos por controlar a los burócratas para que cumplan con sus obligaciones sin recompensas políticas. De la misma forma, también será mejor para todos si reducimos estos alienantes puestos de trabajo y reconducimos a las personas hacia otros ideales de vida que no pasen por estar todo el día enfrascados en mover papeles de un lado para otro. Una de las consecuencias de tener un gobierno profundamente burocrático en Ceuta es que el área ambiental quede relegada a un largo olvido que ya dura varias legislaturas con el mismo alcalde-presidente. Solo campañas de maquillaje institucional y mucha pompa para anunciar mejoras ambientales evidentes por la puesta en marcha de ciertas infraestructuras que, aunque han sido reclamadas en muchas ocasiones y a las que también hemos dado la bienvenida, no dejan de ser realizaciones que responden a las obligaciones del país debido a sus múltiples incumplimientos de directivas europeas, como por ejemplo la directiva marco del agua. Ya comentamos en otro de nuestros anteriores artículos la falta de interés por desarrollar la Agenda 21 local de Ceuta. En el mencionado documento también se abordó la calidad del aire de manera directa y también trasversalmente desde otras áreas de interés para la sostenibilidad. En la actualidad, nuestra ciudad no cuenta con ninguna red de medición de la calidad del aire, a pesar de los amagos anunciadores sobre la instalación de unos sensores de medición en continuo. Sin embargo, un reciente informe sobre la calidad del aire en España realizado por Ecologistas en Acción pone de manifiesto unos datos inquietantes sobre la calidad del aire en la marinera ciudad que fueron tomados por el Instituto de Salud Carlos III. Según estos datos, superamos los niveles recomendados por la OMS para las partículas más gruesas; asimismo las mediciones del dióxido de nitrógeno superan los niveles medios establecidos por la actual normativa. La parte del informe sobre Ceuta termina de la siguiente forma “Por ello, conviene apuntar que su gobierno viene demorando la instalación de una estación de medición fija, en fase de estudio de ubicación”. La calidad del aire centra el interés de muchos profesionales de la salud que ven con preocupación cómo se incrementan las afecciones respiratorias y las alergias entre la población de las grandes ciudades. Las partículas en suspensión, el dióxido de nitrógeno, el ozono troposférico, el dióxido de azufre y el BaP no son productos químicos para tomar a la ligera y se necesitan estudios que diagnostiquen y proyectos que realicen un seguimiento y aporten información a la población. Esto hará la pedagogía necesaria para promover la reducción de consumos energéticos, base de muchas de estas emisiones, entre los ciudadanos. Además del tráfico, en Ceuta existen otras emisiones industriales perjudiciales que provienen de la generación de electricidad y que tienen difícil solución. Otras, sin embargo, como la infame planta de asfalto que escupe veneno particulado nunca debió existir y son más fáciles de solucionar: no creemos que tenga los permisos ambientales correspondientes (solicitaremos la información por escrito y esperaremos una vez más la respuesta del órgano ambiental). Este espanto contra la naturaleza y la salud de todos, cuando sopla viento de poniente, cosa habitual en la marinera ciudad, desplaza las nubes tóxicas al centro de la ciudad. Todo esto, sumado al tráfico marítimo y al de vehículos genera atmósferas poco respirables sobre todo durante el verano. También nos gustaría comentar que la decisión de unir fomento y medioambiente nos devuelve conceptualmente a lo arcaico, pero quizá operativamente pueda funcionar mejor en algunos aspectos, eso al menos esperamos. Por último nos parece inquietante e inapropiado el nombramiento de un cargo sin sueldo pero con derecho a influencia, el número trece de la lista del partido ganador de las últimas elecciones en Ceuta. Según el periódico decano publicado el miércoles 24 de junio, el señor Vivas lo presenta como experto en medio ambiente y en fondos marinos. Negamos la mayor a lo primero sin más comentarios por obvio y absurdo, sobre lo segundo, nos permitimos indicarle que una persona con conocimientos y experiencias de buceo no lo convierte en experto en fondos marinos. Esto requiere muchos años de estudio y dedicación en materias que nada tienen que ver con la medicina. Sin embargo, siendo positivos e integradores y por sugerir cosas necesarias desde los puntos de vista de la salud y del medioambiente nos parece que se le podría comisionar para desarrollar, en colaboración con otros médicos expertos, una unidad de medicina hiperbárica a cargo de la ciudad. Esto serviría para tratar diversas dolencias en beneficio de los ceutíes y también para ayudar en los casos de accidentes de buceo. También, el asambleísta número trece podría dedicar su escaso tiempo (recordamos que es funcionario médico, practica la medicina privada, participa empresarialmente en la explotación del muelle deportivo y además tiene que asistir a los plenos y compaginar todo esto con su afición al buceo y su propia vida) a crear una red de medidores que ofrezcan información sobre la calidad del aire en Ceuta. En fin, son ideas, entre otras muchas, que vertemos con espíritu positivo ya que nos parecen ocupaciones apropiadas para un profesional de la medicina y relacionadas con la salud ambiental. Por lo demás, si el nombramiento responde a otros intereses buceísticos o para impulsar investigaciones foráneas debemos decir que no es persona de consensos y que sus propuestas no cuentan con el necesario respaldo de la federación ceutí de actividades subacuáticas, y en general tampoco de una parte significativa de los que se dedican a estas actividades en la ciudad. Le recordamos al señor Vivas que antes de invertir en más investigación con un impacto mínimo en los ciudadanos de Ceuta debería ser más serio, responsable y rentabilizar socialmente el Museo del Mar abriéndolo al público.