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Caídas y precedentes

La semana pasada, una señora de 70 años sufría una aparatosa caída en pleno centro. Mañana le operarán de las graves lesiones sufridas. Al margen de los golpes, presenta rotura en cúbito, radio y codo. Su evolución será lenta y, con esa edad, cualquier tipo de avance se convertirá en una auténtica odisea.

El caso de esta mujer es uno más de tantos que se han producido en la ciudad. Que se han producido y se han denunciado, habiendo incluso sentencias condenatorias. Las baldosas de la zona Real-Revellín son temidas por los ciudadanos. Quién no ha sufrido una de estas caídas, quién no ha sido víctima de un riesgo evidente que se acrecienta cuando a las mentes iluminadas de este pueblo les da por mojar las calles a las horas punta. Parece como si quisieran poner en un aprieto a los padres que intentan ganar la batalla a las agujas del reloj para llevar a sus hijos en hora al colegio.
La Ciudad ha repetido en más de una ocasión su mensaje tranquilizador que se resumía en una intervención seria para evitar con accidentes en los que, además, la institución municipal ha resultado condenada a pagar indemnizaciones. Siempre aparecen trabas, problemas para terminar con esa situación de inseguridad que nos afecta a todos.
La institución municipal parece dormirse siempre en aquellos asuntos que nos afectan directamente a todos. Su resolución debiera ser lo más urgente posible pero, al contrario, queda arrincondana en el rincón de las eternas promesas. Y los resultados están ahí: caída tras caída. En este último caso, ocurrido la semana pasada, tenemos a una señora postrada en una cama, con graves lesiones, con dolores que no se quitan, y con una recuperación muy costosa por delante.
A esta señora, desde luego, no le van a servir de nada las promesas de que se va a actuar, los mensajes de tranquilidad, porque de la noche a la mañana, debido al mal estado de la vía, se ha visto con su capacidad física mermada y con un futuro inmediato que pasa por largas y costosas rehabilitaciones.
No hace ni un par de meses publicábamos un reportaje sobre la situación de estas baldosas (las más temidas, por cierto, las verdes). En el mismo se plasmaban las promesas de la Ciudad por acometer mejoras que nunca llegan. De hecho llevan más de un año con el compromiso de llevar a cabo unas sustituciones que  no terminan de verse.
Precisamente en los pequeños detalles se demuestra la grandeza de un Ayuntamiento. Preocuparse por lo que realmente afecta al ciudadano debiera ser la máxima de cualquier gobernante y su equipo. Las promesas deben dejar de serlo de manera urgente. La inacción no viene más que a significar un rechazo absoluto a las peticiones de unos ciudadanos que se ven expuestos a peligros que tienen sus responsables.

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