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“Caen como moscas, es injusto”

  • La familia de una de las porteadoras fallecida ayer pide que el paso de ‘Tarajal II’ pueda ampararse en los Derechos Humanos y no mueran más personas “que solo van a ganarse el pan justamente”. Llevaba dos años trabajando en el Tarajal porque su marido enfermó

Como cada mañana desde hacía dos años,  Batul Hichoo se levantó a las 4 de la madrugada, dejó la comida hecha y la casa limpia y se fue a trabajar. Decidió hacerlo como porteadora “porque era un trabajo legal y ella tenía que buscarse la vida tras diagnosticarse a su marido una enfermedad degenerativa que le dificulta el movimiento y le va dejando inválido”.

Su prima explica con lágrimas en los ojos el día a día de la que se ha convertido en otra víctima mortal del paso fronterizo del Tarajal. A su lado, el viudo de Batul agarra una muleta y con la mirada perdida recuerda cuando la conoció y cómo se enamoraron y decidieron casarse hace 8 años. Ella tenía 47. “Nunca había trabajado fuera de su casa y desde que lo hacía podía enfrentarse al coste de los medicamentos de su marido, al de un tratamiento de fertilidad pues era su sueño tener un hijo y aún así ayudaba a su madre y a sus hermanos en todo lo que podía”. Por fin se quedó embarazada hacía dos meses y todos estaban felices. Pero la semana pasada tuvo un aborto, también en la frontera. “Nosotras a veces le decíamos que no fuera a trabajar, llegaba muchas veces con  golpes y hematomas que le curábamos poniéndole hielo pero ella nunca se quejaba”.

Así era. “Humilde, cariñosa, trabajadora, buena, generosa y que vivía para ayudar a los demás”, Naima pone voz a una familia destrozada. “Ella llevaba mantas para no cargar mucho peso ni hacerse daño porque sabía que no podía hacer excesos puesto que su marido necesitaba que le ayudara y se cuidaba”. Era delgada y bajita, muy parecida a su madre Sodía, que dice que no había ninguna más buena que ella. Las hermanas permanecen a su lado y asienten con la cabeza. Era la quinta de diez hijos. El padre falleció recientemente. Ella cuidaba de todo el mundo “porque todos le daban pena y si algún día dejaba de trabajar en la frontera era para ayudar a alguien”, explican sus familiares y amigos.

La familia pide que se trate a las personas como personas, no como borregos. “Simplemente eso. Ella ya ha muerto y no tiene por qué pasar esto. Nunca se ha visto que fueras a trabajar con miedo a morir, esto nunca ha pasado aquí y está pasando, caen como moscas y no hay derecho, es injusto”. Ikram consuela a todos pero para ella no hay consuelo. Es una de sus primas. “Avisaron a mi padre y fueron al hospital. Era al mediodía y ella murió temprano. Tiene un golpe en la cara muy fuerte y dicen las que estaban allí que fue el golpe por lo que cayó al suelo y allí la pisotearon el resto de porteadores. Que una mujer fue a avisar a la Policía pero que ella siguió allí y todos asustados pasaban por encima de su cuerpo porque los policías estaban dando palos”.

Decenas de porteadoras acudieron a darle el pésame a la familia y aseguran que murió aplastada. Cuentan los detalles del suceso. “Algunos dicen que fue por asfixia de las cuerdas con las que cargaba los bultos, pero aún estaba en el lado de Marruecos y no llevaba carga, eso es mentira”, dicen sus compañeras. Piden que se haga justicia, que se ordene el paso bien. “Pasan los más fuertes primero para recoger los tickets y luego los compran para revenderlos y sacar dinero entonces los que no tienen dinero tienen que luchar con fuerza para llegar antes y conseguir un pase”. Ayer había una novedad en el paso fronterizo: una gran puerta para retener la entrada. Dicen que esa puerta golpeó a Batul. “Deben parar este sistema de tickets. ¿No se dan cuenta de que ya han muerto cuatro porteadoras?”, gritan. Batul es la quinta y hablan de Karima, una sexta que llegó muy grave al hospital y que también falleció a causa de la avalancha de ayer. Dicen que era viuda y deja huérfanos a seis hijos. “A uno de ellos le daba el pecho”. Otra mujer llamada Lubna también resultó herida y se fracturó las dos piernas. “Ella ni siquiera ha querido ir al hospital porque no tiene dinero y tiene que ocuparse de sus hijos”, explican las porteadoras reunidas para recibir el ataúd con los restos mortales de Batul.

En el barrio de La Condesa de Castillejos todos quisieron acompañar a una familia que aún no podía asimilar lo que había pasado. “Hace unas horas estábamos juntos y ahora ya no va a regresar”, lamentan sus seres queridos exigiendo a las autoridades que solucionen un problema que afecta a miles de personas. “No son 200 porteadores, son miles y es la forma de ganarse la vida de muchísima gente”, apuntan.

Sus compañeras, indignadas, comienzan a alzar la voz. “Pasamos por la frontera como si fuéramos borregos, queremos que todo sea civilizado, que haya un orden, que no nos den palos, somos seres humanos, deben hacer las cosas bien”. Esperan que sirva de algo la muerte de Batul pero nada merece la pena una vida. Llegan aún de noche al paso para conseguir 15 euros si tienen suerte y consiguen pasar un bulto. “Ahora no da tiempo a hacer más viajes y muchas veces vuelves con las manos vacías porque no consigues llegar al polígono”, explican. Batul ayer no lo consiguió y ya no lo conseguirá más. Deja una familia rota de dolor y a un colectivo que pide recibir un trato digno en el paso fronterizo.

Cuando su marido cayó enfermo hace dos años decidió irse a trabajar a la frontera

Él de Castillejos y ella de Tagramtamezouk, detrás de Beliones. Se conocieron “hace ya mucho tiempo”. Ella nunca había trabajado, era su marido el que llevaba el dinero al hogar hasta que cayó enfermo. “Entonces Batul no tuvo más remedio que esforzarse en buscar cada día el sustento para la casa y la compra de la medicación de su marido como porteadora”, explica su familia. Llevaba dos años haciéndolo para pagar además un tratamiento de fertilidad y que pudieran tener un hijo después de ocho años intentándolo. Hace dos meses se quedó embarazada pero tuvo un aborto justo en el Tarajal la semana pasada. “Estaban muy felices, era humilde, buena, cariñosa y siempre tenía tiempo para ayudar a todos”, cuenta su prima. Su marido muestra una foto del día de su boda y dice que aún no se cree que se haya ido. “Ella era todo para mi, mi esposa, mi hermana, mi amiga, mi madre... me he quedado solo”, lamenta pidiendo justicia y buscando una explicación al por qué de que haya tenido que morir como un animal.

“No había nadie como ella, era buena y ha muerto como un borrego, pisoteada”

Era la quinta de diez hermanos y una de las que más se parecía a su madre Sodía, que aún no se cree que no vaya a volver a casa. “No había nadie como ella, era buena, muy buena”, explica serena dejando en manos de Allah el destino de su hija. Los que la vieron le dijeron que tenía cara de paz y eso le da un poco de consuelo. “Se ha ido un ángel bueno que ayudaba a todo el mundo y pensaba en todos”. La madre lamenta que haya muerto “como un  borrego”.

Las porteadoras dicen que ayer fallecieron dos y piden eliminar el sistema de tickets

Decenas de porteadoras acudieron a despedir a Batul. Dicen que si no desaparece el sistema de tickets, donde los más fuertes se hacen paso para comprarlos y luego revenderlos, habrá más desgracias y aseguran que otra mujer más perdió ayer la vida siendo trasladada muy grave al hospital marroquí y muriendo allí.

Varias de las heridas en la avalancha pudieron pasar, magulladas, a la ciudad

El 061 tuvo que atender a varias de las heridas que consiguieron cruzar a Ceuta y que presentaban magulladuras y golpes. Fueron evacuadas al HUCE para comprobar si presentaban fracturas. La historia se repite, ya que el pasado jueves otras tantas fueron atendidas por los mismos hechos.

Años de muertes y tragedia en el camino de fardos que comunica los dos países

Fue en mayo de 2009 cuando fallecían, en la que pasó a denominarse la escalera de la muerte, dos vecinas de Castillejos. Bushra y Zhora morían aplastadas por otras compatriotas después de una estampida que provocó un hombre gritando, una persona que nunca fue identificada y que provocó que aquel caso se cerrará judicialmente sin condena alguna. Un año después moría en Marruecos la joven Hakima, tras sufrir un corte en el cuello perpetrado por un agente que quería quitarle el bulto que llevaba amarrado al cuello con una cuerda. Aquel corte para decomisar el fardo terminó costándole la vida. Después de estas tres muertes ha habido muchas heridas hasta el fallecimiento de Soad, el primero en producirse tras la apertura de ‘Tarajal II’. Medios marroquíes han difundido que murió de un infarto, pero nunca se dio a conocer la autopsia y su familia insiste en que la mató la frontera. Ahora se conoce oficialmente el fallecimiento de una, pero las porteadoras insisten que dos.

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