Sociedad

Cabo mayor Valero: el más antiguo de España del Arma de Ingenieros

Ceuta cuenta con una gran tradición y presencia militar. Entre las unidades del Ejército de Tierra presentes en nuestra ciudad, en el acuartelamiento de El Jaral, se encuentra el Regimiento de Ingenieros nº 7, la unidad más antigua y condecorada del Arma de Ingenieros. Es, en esta unidad, donde se encuentra actualmente el cabo mayor Francisco Valero, ceutí de nacimiento que ha hecho su carrera militar en la misma ciudad que lo vio nacer y crecer. Atraído por el espíritu militar del que ha sido testigo desde pequeño, hizo que a los 17 años tomase la decisión de formar parte de esa tradición que envolvía a Ceuta. “Mi padre tenía un negocio en los edificios militares de la Avenida España 1. Entonces, pues yo estaba allí con él continuamente echándole una mano, lo que me llevaba a estar en un contacto muy estrecho con los militares, que eran sus clientes casi al 100%. Yo iba con el chico que tenía repartiendo a los acuartelamientos. Aquello me fue llenando y me fue gustando el tema”, cuenta en una entrevista con FaroTV. Tras acabar sus estudios, el cabo mayor Valero tenía claro que su mundo era el Ejército. Con el apoyo de su padre y el consejo y el ánimo de unos amigos, finalmente accedió a formar parte del ámbito militar en el cuartel del Teniente Ruiz, cerca de donde se había criado, en el Batallón de Transmisiones. Sin embargo, su afición por el buceo y la división del Arma, hizo que se le tuviese en cuenta para formar parte en 1995 del equipo de ‘El Jaral’. Pese a llevar 40 años dedicado al Regimiento de Ingenieros nº 7, el cabo mayor Valero sigue teniendo “la misma ilusión y la misma pasión que el primer día”, indica. Este ceutí recuerda que “cuando ingresé por primera vez al acuartelamiento iba con una ilusión tremenda porque sabía que iba a comenzar una nueva etapa en mi vida que iba a estar llena de aventuras, ilusiones y experiencias nuevas”. Por otro lado, la pasión por este mundo “la descubrí más tarde. Cada mañana que me levanto, me pongo mi uniforme y salgo de mi casa con ilusión y con pasión”, asegura. Además de su pasión por el trabajo, cuenta con otras pasiones vinculadas todas ellas a la naturaleza, las cuales no han interferido en su vida profesional. Este ceutí ha sabido compaginar a la perfección sus hobbies con su profesión. La pesca, la caza o la cetrería son algunas de las actividades que el cabo mayor realiza cuando no está de servicio. Sin embargo, estas aficiones no son producto de la casualidad, sino que vienen de familia. Desde pequeño ya realizaba incursiones en el mar, debido a que su padre, Ernesto Valero, era un gran deportista de actividades náuticas y él lo acompañaba. Esto, incluso, le llevó a formarse como buzo, tanto en el ámbito civil como después en el militar. De esta manera pudo unificar afición y servicio. “Cuando hice el curso de buceador militar, yo ya era instructor deportivo de buceo. Llevaba ya muchísimos años buceando. Todos esos conocimientos que tenía de buceo civil... pues lo compartía con la Sadeco, por lo que contaban mucho conmigo”, explica. Ahora que está cerca de entrar en la reserva, el cabo mayor Valero es el más antiguo de España del Arma de Ingenieros y no puede evitar sentirse orgulloso de formar parte de este Regimiento después de 40 años al servicio. Asimismo, solo tiene palabras de agradecimiento a todos los que forman parte de él y que contribuyeron a su formación, tanto personal como militar. Es por eso que guarda en su memoria todos los momentos vividos, tanto buenos como malos. Pero, quizá, el más importante de todos “fue el día en que sellé mi juramento, cuando juré bandera, con la Patria y con los españoles, que es a quienes me debo”. Y ese deber, tanto el cabo mayor como el resto de militares, lo ha demostrado cada día que ha estado de servicio. Pero la población ha sido más consciente de ello durante esta pandemia. Los militares salieron a la calle a ayudar a los ceutíes a combatir un nuevo enemigo, desconocido para todos: el coronavirus. A través de distintas acciones, las distintas unidades del Ejército de Tierra lucharon para hacer frente al virus sin esperar nada a cambio. El Regimiento de Ingenieros nº 7 fue una de las unidades que actuó en distintos puntos de nuestra ciudad mediante la desinfección en centros escolares e instalaciones civiles y militares. “Esto es una misión más que se nos ha encomendado. Nuestra lucha es esa, tenemos que estar ahí. Frenarlo, combatirlo y machacarlo”, apunta. El cabo mayor Valero sabía que esta era su vocación, por lo que para él ser militar no es difícil. Por este motivo “no lo considero un trabajo, sino una vocación que requiere ante todo lealtad y compromiso”, señala. Pese a que el Ejército ha evolucionado, los valores que transmite siguen manteniéndose intactos. “Estoy convencido de que seguiremos evolucionando, cambiando y superándonos por nuestra mejor preparación siempre al servicio de España y de los españoles”, concluye. La larga trayectoria militar de este ceutí está vinculada a su familia, su ciudad y sus aficiones. El cabo mayor Valero empezó en este regimiento siendo un adolescente y fue creando su carrera profesional en él, hasta el punto de conseguir el rango que actualmente tiene y que conservará hasta su paso a la reserva. Aunque sus dos hijas no han seguido el mismo camino que él, su nieto está demostrando su misma pasión cuando ve a los militares por la calle o en la televisión. Igual, sin saberlo, está viendo con sus propios ojos al próximo cabo mayor de la familia.

Francisco Valero, cabo mayor desde 2004, ha sabido compaginar sus aficiones y su servicio a la Patria

Compaginar aficiones y trabajo siempre es una tarea complicada. Pero cuando parte de tu trabajo se puede realizar gracias a tus aficiones, es mucho más sencillo. El ceutí Francisco Valero, cabo mayor desde 2004 y el más antiguo de España del Arma de Ingenieros, hace posible eso. Su afición por el mar, otorgada en parte por su padre, Ernesto Valero, le llevó a realizar clases de buzo. Gracias a ello, y a que se llevó a cabo una división del Arma, fue requerido en el acuartelamiento ‘El Jaral’ para formar parte de ese equipo. De esta manera, dejaba atrás el cuartel Teniente Ruiz para iniciar una nueva etapa militar. Sin olvidar sus obligaciones como militar, las que realizaba con mucho orgullo y pasión, el cabo mayor pudo seguir llevando a cabo algunas de las actividades que más les gustaban como la caza o la cetrería. Pese a que esta última tuvo que dejarla durante un tiempo, pudo recuperarla hace unos años, ya que Ceuta le sigue proporcionando todo lo que necesita para realizar el arte de la cetrería o como señala el propio cabo mayor, “hacer volar a mis pájaros”. Francisco Valero siente este Regimiento como su segunda familia, puesto que en él ha vivido momentos muy intensos, tanto buenos como malos. “Los malos, que han sido los menos”, cuenta, “simplemente los he dejado apartados”. Este ceutí guarda en su memoria muchísimos recuerdos y momentos especiales, puesto que 40 años al servicio dan para mucho. Ahora, con su paso a la reserva muy cercano, puede que el que más recuerde especialmente sea su jura de bandera: “Si tuviera que elegir un momento sería el día que juré bandera, pues sellé mi compromiso de servicio a España y a los españoles”. Para el cabo mayor Valero, ser militar es más que una profesión, es una vocación. Por ello, “si uno quiere ser militar lo primero que tiene que ser es leal a sus principios”. En estos tiempos que nos ha tocado vivir a causa del coronavirus, tanto el cabo mayor como el resto de militares han sabido demostrar esa vocación y el deber que tienen con España y con los españoles. Este Regimiento, como tantas otras unidades militares de la ciudad, contribuyó a la lucha del coronavirus con la desinfección de centros escolares así como de otras instalaciones tanto civiles como militares. Aunque dé la impresión que ser militar es algo difícil, este ceutí no lo considera como tal, puesto que la vocación que siente hace que no le vea dificultad alguna. Desde que descubrió el mundo militar siendo un niño, Francisco Valero supo que este era su camino. Y, tras contar con el apoyo de su padre y el consejo de algunos amigos, se embarcó en lo que para él ha sido la aventura de su vida. Mientras llega el día de pasar a la reserva, el cabo mayor seguirá prestando el mismo servicio que lleva haciendo durante 40 años, desde que empezó siendo un adolescente. Ahora solo le queda esperar si su nieto, quien comparte su pasión por todo lo relacionado con los militares, llega algún día a sentir esa vocación que él mismo sintió y que lo llevó a ejercer la profesión que tanto le ha dado en la vida.

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