Aunque el 1 de marzo de 1958 el Ministerio del Ejército emitía una nota en la cual afirmaba: “Alcanzados totalmente los objetivos propuestos por el mando en las operaciones de limpieza, puede hacerse ahora pública una síntesis de su desarrollo, habiéndose mantenido el secreto militar, a fin de no brindar a las bandas rebeldes informes sobre los movimientos de nuestras tropas”. Esto en el papel significaba que la mencionada guerra había finalizado, pero era algo distinto en la práctica. Se mantenían nuestras tropas en estado de alerta, y no exentos de algunos tiroteos de las bandas rebeldes contra los ‘CR’ (Centros de Resistencia) y ya en dichas fechas, los que estaban enfrente eran tropas del Ejército Real de Marruecos, incluso con armamento, la mayor parte procedente del ejército español.
De la Península partieron en 1958 varios batallones expedicionarios, unos a Ifni y otros al Sáhara. En este caso, un cabo de Infantería del Regimiento Tetuán 14 de Castellón que pasó un año en posiciones de Ifni, narra parte de sus buenos y malos recuerdos.
De Altura a Sidi Ifni
Antonio Gil Bonanad, nacido en Altura (Castellón), del reemplazo de 1957, ha sido y es un gran amigo, al cual siempre he admirado por ser de esas personas firmes en sus ideales y respetando las ideas de los demás y, además, otra muestra de mi admiración es por su valentía. Aún recuerdo verlo en los festejos de lo que se denomina ‘carrera de antorchas’, vulgarmente conocido como ‘toro embolado’. Se trata de amarrar a un toro bravo de noche con una soga con la que varios hombres atan a un poste para colocarle sobre los cuernos un soporte metálico con dos bolas de alquitrán en sus extremos. A esas bolas se les prende fuego y ahí es cuando viene lo más difícil y arriesgado, cortar la soga para liberar al toro. Todo esto de noche. Ahí es donde infinidad de veces veía al amigo Antonio, con una sangre fría y un valor a toda prueba, cómo cortaba la soga y esquivaba al toro, sin darse jamás ninguna importancia, haciendo de sus cualidades de sencillo y humilde, imitando a este intelectual: “La mejor parte del valor es la discreción”, Shakespeare.
Tras la jura de Bandera en el Regimiento de Infantería Tetuán 14 en Castellón, Antonio Gil Bonanad, ascendía a cabo, y de este regimiento salía un batallón expedicionario con destino a Sidi Ifni desde el Puerto de Valencia el día 21 de junio de 1958. Embarcaban en el vapor-mercante ‘Monto Amboto’, donde tres días después, el 24 de junio, desembarcaban en la playa de Sidi Ifni. Allí, en Ifni, se unían a otros batallones expedicionarios: el Lepanto 2 de Córdoba, Argel 27 de Cáceres, San Fernando II de Alicante y otras unidades, cuya misión encomendada según el documento del Estado Mayor del Gobierno General de Ifni, 3ª Sección de Estado Mayor, núm. B), era el Plan General para la defensa exterior de Sidi Ifni, con la denominación de Plan Cerrojo, fechado el 1 de junio de 1958, con el fin de blindar el perímetro con denominación de elementos y subelementos cubiertos por varios batallones en las posiciones de compañía, sección y pelotón.
Dicho documento exponía que el enemigo mostraba una actitud claramente defensiva, si bien hostigaba con cierta frecuencia, disponía de potentes reservas en Bu Izaran y Eglimin, con unos 500 hombres de las bandas armadas y unos 3.500 de reserva. Al otro lado de la frontera, los puestos fronterizos tenían a Fuerzas Reales marroquíes, cuyos efectivos ascendían a unos 7.500 hombres dotados de artillería, cañones antiaéreos, carros de combate y vehículos blindados.
La idea de maniobra del Plan Cerrojo era organizar y defender la posesión de Sidi Ifni, así como conservar fundamentalmente Buyarifen, Sidi Yusseff, las Cota 200, 277, 391 y 3.254, además de Gurran Id Mehas, Alat Ida Ususgun, Sidi Mohamed Ben Daud, Laura Quebira y Ayaiax.
La valentía del cabo
El entonces cabo Antonio Gil Bonanad, pertenecía a la 3ª Compañía de Armas Pesadas, estando al mando de un pelotón de ametralladoras, cuyo jefe era el capitán Jesús Oliver Fernández y los tenientes Joaquín Aynar Gracia y Julián Castresana Díaz. Precisamente este cabo recuerda con cariño y emoción un hecho sucedido en las trincheras de Ifni en agosto de 1958: “En la posición se recibe un comunicado de que los rebeldes marroquíes iban a pasar por la Cota 250. El teniente Castresana reúne al pelotón y les dice, que en caso de ataque ordenará el repliegue del pelotón y quedara él solo, ya que a él le corresponde mantener el puesto y entregar su vida si fuese preciso, ya que es profesional”.
Un hecho que pudo haberles dado un serio disgusto e incluso causarles la muerte, sucedió a finales de agosto ante la escasez de agua. El cabo Gil, junto con dos soldados, atravesaron las líneas y fueron hasta un pozo que estaba en territorio enemigo y llenaron las cantimploras sin encontrar enemigos. El teniente Castresana, al enterarse, les reprimió con humanidad, y les hizo saber el enorme peligro que tuvieron y que no pasó nada porque el enemigo estaba ausente en unas edificaciones distantes cumpliendo los ritos del Ramadán.
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