Tanto en Ceuta como en Melilla, donde ya se han cumplido ocho meses de las respectivas huelgas que realizan los médicos especialistas, nadie se preocupa por intentar la intermediación entre las dos partes.
En primer lugar, parece mentira que una institución oficial como es el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, que nada más que existe para regir la Sanidad pública en las dos ciudades autónomas, tenga la chulería de no querer escuchar a los médicos. Los facultativos no están defendiendo ninguna acción que parezca totalmente descabellada. Defienden acciones que están en vigor en todos los sistemas de salud autonómicos.
Para ser hasta objetivo quiere pensar que esa negativa de sentarse a negociar y llegar a acuerdos no es el pensamiento de los responsables del Ingesa en Ceuta y Melilla, sino las directrices de los directivos apoltronados en sus tronos de Madrid para dirigir la salud en dos ciudades a más de mil kilómetros de distancia. Porque no es cuestión que se hayan sentado en la mesa de negociación, sino que tengan la voluntad de querer llegar a un acuerdo. Sentarse se sienta cualquiera, pero puede ocurrir que los proyectos defendidos por los facultativos les entren por un oído y les salgan por el otro.
"Pero repito que son los ciudadanos quienes pagan. En el primero de los casos por las suspensiones de las consultas y de las operaciones y en cuanto al software volver a las prescripciones en papel, sin poder revisar sus medicaciones o su historial médico"
De vez en cuando, nos llegan las estadísticas y te llevas las manos a la cabeza: miles de consultas suspendidas y cientos de operaciones aplazadas y al final quienes padecen estos tiras y aflojas son los usuarios del sistema de salud. Son los ceutíes y los melillenses los que sufren las diferencias entre unos y otros.
Y en esta cabezonería del Ingesa también podemos ver el desastre con el nuevo software que lleva a los médicos a no atender como se merecen los ciudadanos.
Son los facultativos quienes denuncian que siguen las dificultades que ya comenzaron a principios de la semana pasada. Una dificultad que llevó a que los médicos acudieran a protestar ante los dirigentes del Hospital Universitario. El Ingesa mandó una nota de prensa para reflejar que las dificultades ya se habían solucionado. Pero vuelta a la carga por parte de los sindicatos para reflejar que seguían manteniéndose los problemas.
Hablamos de los enfrentamientos entre los directores de la salud pública y los facultativos y de las dificultades para el manejo de los programas informáticos. Pero repito que son los ciudadanos quienes pagan. En el primero de los casos por las suspensiones de las consultas y de las operaciones y en cuanto al software volver a las prescripciones en papel, sin poder revisar sus medicaciones o su historial médico.
Es una verdadera vergüenza que no se solucionen, pero también que las instituciones y los partidos políticos estén preocupados de otros temas cuando resulta que la salud es el principal o la segunda preocupación de los ciudadanos.
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