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El reto de José Luis por buscar a sus amigos de la mili

Esta es una de esas historias que emocionan, de las que deseamos tener un final feliz y con la que más de uno se puede sentir identificado. La historia uno de los muchos hombres que tuvieron que desplazarse hasta Ceuta desde todos los puntos del territorio español para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio.

En 1982, el asturiano José Luis Martínez Rodríguez fue destinado a Ceuta para hacer la Mili en el Reemplazo 81/2º en el Regimiento de Artillería 3 del Monte Hacho. Cuarenta años después, quiere reencontrarse con algunos de los compañeros con los que compartió esta experiencia.

Se trata de Andrés Muriente Russel, de Santander; Francisco de los Mozos Torres, de Barcelona; y Alberto Yarritu Uzquiano, de Álava. Ellos son los tres compañeros con los que más relación tuvo. Al principio, al llegar aquí, eran todos desconocidos, pero poco a poco entre ellos fueron forjando lazos hasta convertirse en grandes amigos.

Según relata José Luis, “vivimos allí un año de mili, con vivencias de todo tipo, buenas y malas, y marchamos a la vez”. Por eso, tiene muchos recuerdos con sus amigos y compañeros, “como cuando bajábamos a Ceuta, que teníamos que ir siempre vestidos de militares, no podíamos ir de paisano, de calle”.

También recuerda el momento de “coger los taxis de noche, cuando todos queríamos volver a las diez al Monte Hacho y era prácticamente imposible”, así como las fiestas que montaban.

José Luis Martínez Soldado en Ceuta en 1982: "Siempre te queda ese gusanillo de querer saber qué ha sido de ellos"

Además de las vivencias con sus compañeros, José Luis también rememora cuál fue su misión durante los últimos seis meses que estuvo aquí. Tenía que “disparar un cañonazo a las 12:00 horas, a las puesta de sol, al toque de bajada de bandera. Subía a los polvorines, cogía las balas y a las doce en punto disparaba y al toque de bajada de bandera, otra vez. Era una misión en la que tenías que estar muy atento a la hora. Cualquier cosa que estábamos haciendo, yo a esas horas me tenía que ir sí o sí. Si se enteraban que no lo tirabas tenías un castigo”.

De eso han pasado ya 40 años y tras su marcha de Ceuta, estos amigos volvieron a reencontrarse en alguna ocasión. “Andrés y Francisco estuvieron los dos aquí en Asturias, en mi casa, hace ya años, y yo en Barcelona en casa de Francisco”. Luego, “Francisco estuvo en Asturias hará 15 años o así pero de Andrés nunca más volví a saber de él. Yo paro muchas veces en Pechón, Cantabria, su localidad, e incluso pregunté por él, pero nadie me sabe decir algo”, lamenta.

Tras perder el contacto no ha vuelto a saber de ellos y expresa que “siempre queda ese gusanillo de querer saber que ha sido de ellos, si siguen vivos o no, porque ya tenemos una edad”.

José Luis ha hablado mucho con su hijo Borja sobre esta etapa de su vida y ha hecho que también sienta el gusanillo de buscar a los compañeros de su padre.

Borja Martínez, hijo: "Me haría ilusión que se reencontrasen. Aunque fuera solo uno, sería un logro"

“No era la primera vez que me comentaba sobre estos tres amigos y las peripecias que tenían por allí. Entonces me dio curiosidad porque me contó que llevaban bastante tiempo sin verse y dije, a ver si puedo encontrar algo a través de internet y os pongo en contacto”.

Borja cuenta también que “siempre me gustó la historia bélica y las situaciones que vivían en aquella época. Son situaciones que te enseñan bastantes valores, sobe todo el respeto, compañerismo y el esfuerzo. También a cumplir y a sufrir castigos que muchas veces te pasas de la raya y los de arriba te ponen un castigo. Es un aprendizaje y creo que a mucha gente joven, que es algo que nos queda un poco lejos, les vendría bien desde mi perspectiva”.

Por todo ello, los vínculos que se crearon durante los años de cumplimiento del Servicio Militar obligatorio son tan especiales. Así, asegura que le “haría ilusión que se reencontrasen y que volvieran hablar y a mí me gustaría ir a ver qué comentan allí y ver qué ha hecho el tiempo con ellos. Sería magnífico si pudieran encontrarse. Aunque fuera solo uno, sería un logro”, concluye.

Espera que el reencuentro sea una realidad

Al conocer la historia, Borja decidió ponerse manos a la obra y hacer todo lo posible para encontrar a aquellos amigos con los que su padre compartió un año de su vida en Ceuta.

Pensó en el poder de las redes sociales y empezó a buscar a través de Facebook y Twitter. También intentó dar con el linaje familiar tirando de sus apellidos.

A la espera de confirmación, en el día de ayer, Borja contactó con un posible familiar de Andrés, que hizo el árbol genealógico de la familia Muriente. Aunque no lo conoce en persona, son de la misma familia y conoce a alguien en común . Así, espera que pueda contactar con él a través de eso más pronto que tarde,

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