Categorías: Sucesos y Seguridad

Buscando burlar la tragedia

Hay una línea frágil en el mar que separa el auxilio de la tragedia. Una línea que los guardias civiles del Servicio Marítimo ceutí sortean cada noche, buscando atrapar a la suerte para que se quede a su vera y hacer así un requiebro a ese Estrecho que ha conseguido llevarse a demasiados hombres, mujeres y niños marcados con el término de ‘clandestinos’.

Las noches son traicioneras. Los inmigrantes intentan escapar de las costas marroquíes en balsas de juguete o en embarcaciones a motor exponiéndose a una muerte más que probable. Sus propios miedos y el nerviosismo que éstos provocan pueden convertirse en su particular tumba al volcar la embarcación. Cada noche, a partir de las cuatro de la madrugada, las alertas se activan en esta particular franja horaria marcada siempre por la incertidumbre. “Casi todas las madrugadas salen embarcaciones”, explica el capitán Román Revilla Goicoechea, bajo cuya responsabilidad está el Servicio Marítimo Provincial de la Guardia Civil. “Cualquier actuación que se lleve a cabo en el mar es complicada y delicada”, señala a El Faro.
Salvar vidas en el Estrecho es tarea compleja. Las salidas que lleva a cabo el Marítimo para rescatar a inmigrantes se convierten en episodios preocupantes en los que el movimiento del mar, el propio miedo de los sin papeles o la aproximación de la patrullera oficial pueden tener consecuencias nefastas. Una intervención de noche y con mala mar constituye la ecuación perfecta para que la estadística de resultados esté del lado de la muerte. El ahogamiento o la hipotermia se erigen en los resultados más temidos. Un servicio rutinario puede terminar siendo una tragedia.
Los rescates que, casi a diario, se plasman en los titulares de los medios de comunicación son fríos reflejos de una labor complicada, incapaces de plasmar lo delicado de esas salidas. Tal es así que solo el hecho de que la patrullera oficial intente aproximarse a una embarcación para darles agua puede terminar poniéndoles en peligro. La destreza de los guardias civiles e incluso la psicología de la que echen mano para tranquilizar a los inmigrantes a los que tienen que rescatar se convierten en apuestas vitales.
Salvar vidas es el objetivo. Atrás quedan una hilera de servicios en los que se ha logrado traer a puerto con vida a todos los componentes de las expediciones clandestinas que surcan el Estrecho. No siempre se consigue. También hay fallecidos, muertes imposibles de evitar que conforman el particular caleidoscopio de tragedias que cada agente se lleva a su casa. La cara y la cruz, la vida y la muerte se entremezclan en el mar.
Entre las 4.00 y las 7.00 horas es la franja de mayor presión. La noche se convierte en la cobertura buscada para intentar la huida, pero a su vez imposibilita que los propios agentes puedan distinguir el número de personas que van a bordo de una embarcación o su estado. “El tanto por ciento de que pueda existir una tragedia es mayor”, advierte el capitán Revilla. “Al vernos hay inmigrantes que se ponen nerviosos o que se arrojan al agua y esto puede provocar el volcado de la embarcación”, advierte. Es una trampa mortal. Lo es para el propio inmigrante pero también para el guardia civil que se arroja al mar intentando salvar la del otro.
La capacidad de visión que puede tener la patrullera y que no abarca más de dos millas se ve fortalecida por el apoyo que presta el SIVE y las cámaras térmicas. El protocolo escrito tiene como objetivo que cada servicio termine con buenos resultados. Sobre el papel vale, pero en el día a día las cosas cambian.
La actuación de las unidades marroquíes a modo de colaboración resulta clave. La coordinación en el mar es, hoy por hoy, un hecho. La detección temprana de las embarcaciones y la confirmación de que se trata de inmigrantes ayuda a activar la oportuna intervención. Si Marruecos no intercepta la expedición es el Marítimo el que actúa. “Toda intervención es delicada, aunque no haya riesgo evidente, los propios inmigrantes pueden generarlo”, sentencia el capitán Revilla. El propio patrón que va a bordo de la patrullera del Servicio Marítimo es el que tiene que saber discernir si las vidas de las personas corren peligro, si se está ante un rescate o ante un problema policial. Esa discriminación resulta clave a la hora de abordar el servicio.
La inmigración clandestina a bordo de balsas o pateras aumenta el riesgo en el caso de emplearse zodiacs a motor. El patrón de la embarcación, otro subsahariano, es aleccionado para que si ve a la Guardia Civil no pare. La huida lleva consigo el poner en riesgo a todos los ocupantes de esa expedición clandestina. Otro punto a tener en cuenta y otro escenario con el que, en lo que va de año, la Guardia Civil se ha encontrado en tres ocasiones. El pasado 6 de abril, los agentes del Marítimo se arrojaron al mar, a la altura de la Bolera en San Amaro, para rescatar a los ocupantes de una zodiac cuyo patrón quiso escapar a toda costa. Kady, una embarazada de gemelos, fue sacada in extremis. Su imagen ha sido una de las más impactantes de las publicadas hasta la fecha. Las maniobras evasivas del patrón pusieron en peligro la vida de todos los compatriotas. Hoy Kady está en el CETI, a salvo, con sus dos bebés.
No siempre se consigue identificarlos. Los demás inmigrantes suelen callar cuando se les pregunta, pero hay detalles que no escapan a un control básico. “Si el inmigrante nos dice que es del Chad y pilota, como lo hace, una fueraborda... no nos cuadra”, confiesa Revilla. Tampoco cuadra que mientras el resto de inmigrantes acude al CNP y al CETI, haya quien escoja el sentido contrario, volver hacia la frontera porque su idea no es buscar la acogida sino intentar ‘otro trabajo’, otro pase camuflado en la impunidad que le da el ser subsahariano. Hoy, tres de estos patrones esperan en la cárcel de Los Rosales ser juzgados en la Audiencia tras su identificación por parte de la Guardia Civil.
En lo que va de año el Servicio Marítimo de la Guardia Civil ha intervenido en 555 intentos de entrada por mar, llegando a interceptar a 105 inmigrantes que fueron trasladados a la base del puerto deportivo sanos y salvos. Unas cifras que reflejan la presión, invariable, de la inmigración en Ceuta.
El pasado año fueron 288 los inmigrantes interceptados y 1.446 los intentos de entrada por mar. Unas cifras que muy probablemente serán alcanzadas en este año y que vienen a significar que, salvo picos, la ciudad sigue siendo un punto constante en el trasiego de pateras. Hay que retrotraerse a 2010 para encontrar las cifras más bajas de presión con 290 intentos; datos que reventaron drásticamente en 2011 con 1.280 intentos y 2012 con 1.137, coincidiendo con el cierre completo del vallado y su impermeabilización.
Los servicios de los componentes del Marítimo quedan reducidos a unas estadísticas que obvian los detalles que ha habido detrás de esos salvamentos. También los que no han podido llevarse a buen puerto, como sucedió en 2013 cuando el patrón de una patera arrojó al mar, frente a Benzú, a dos subsaharianos para, después, darse a la fuga. Los agentes nada pudieron hacer por rescatarlos. La justicia marroquí se encargó, gracias a la información aportada por la Benemérita, de detenerlos, juzgarlos e ingresarlos en prisión, donde hoy aún cumplen condena por homicidio.
La inmigración en balsas o zodiacs se completan, en verano, con los pases de inmigrantes en motos de agua. Ya se han producido los primeros casos. Todos esta misma semana. El mismo día del incendio que se cebó con García Aldave, dos pilotos dejaban en la playa de la Almadraba a dos inmigrantes magrebíes. El jueves, se repetía la misma escena a la altura de Juan XXIII, en cuya playa eran abandonados, siguiendo la misma técnica, otros dos sin papeles.
En menos de 5 minutos estos pilotos pueden colocar al inmigrante y escapar. Poner un dispositivo fijo para evitarlo resulta harto complicado ya que la plantilla, demasiado ajustada, que conforma el Servicio Marítimo debe garantizar la cobertura en los auxilios a embarcaciones en el mar.
Los pilotos se nutren de vehículos propios o de motos de alquiler; bordear el espigón del Tarajal les resulta relativamente sencillo. El año pasado, la tan necesaria colaboración hispanomarroquí dio sus frutos al lograrse la identificación de algunos de estos pilotos y su detención. El intercambio de información a ambos lados de la frontera resultó necesario para abortar la salida de estas motos.
Desde que algunos vieran y experimentaran su utilidad para introducir a inmigrantes, preferentemente argelinos, paquistaníes o sirios por su tez más clara, se ha extendido una auténtica red de control sobre la Benemérita.
Un móvil es el arma necesaria para que ese control depare sus frutos. Controlan cuando salen las patrulleras para atender cualquier servicio y conocen el tiempo de respuesta que puede tener el Marítimo para interceptar a uno de estos motoristas. El control es absoluto y perfectamente calculado pero no infalible como demuestra el hecho de que se haya podido cortar algunas de estas salidas.
El intento de despiste o la salida de varias motos a la vez, algunas con el objetivo solo de servir de cebo, dan forma a otro negocio paralelo, más caro para el inmigrante que paga por un hueco en este vehículo.
El mar, entendido como una forma de divertimento para un amplio número de personas, es, en contraste, la vía de escape para quienes, estando al otro lado, nunca van a detener sus ansias por marchar. Evitar que esas travesías terminen de forma trágica, rescatar al mayor número de personas posible es uno de los fines de un Servicio Marítimo cuyos agentes tienen que tener una capacidad de reacción absoluta.
Las balsas, los remos de madera, las semirrígidas son los restos acumulados de travesías nacidas  todas ellas con la misma temeridad; escapadas que, como reconoce el capitán Román Revilla, “intentar pararlas es imposible”.
Hay quien hace años auguraba el fin de la inmigración. Lo cierto es que desde los 90 no han cesado las salidas, las pérdidas, los auxilios, las historias que han tomado como escenario la silenciosa tumba del Estrecho.

Una balsa, un chaleco carente de utilidad y móvil premarcado para las travesías

Aunque hay travesías que los inmigrantes se costean por sus propios medios, lo normal es que estas expediciones sean orientadas antes por alguna pequeña red. Se les vende el ‘paquete’ completo: la embarcación, los chalecos cuya inutilidad es manifiesta por su mala calidad y un móvil con el número de Tarifa Tráfico premarcado para pedir auxilio cuando estén en el mar.

El desembarco en los islotes cercanos a Ceuta como isla Perejil: una vía fracasada

Las rutas normales que siguen los inmigrantes están ya establecidas. Las embarcaciones parten de las costas marroquíes con el objetivo de alcanzar directamente las costas peninsulares o de adentrarse en Ceuta. Este año, no obstante, pretendió abrirse una nueva vía de llegada, la que pasaba por desembarcar a los subsaharianos en isla Perejil. El primero de los viajes resultó exitoso. Fue en abril. Un helicóptero de Salvamento Marítimo dio la nota rescatando a los ocupantes de la isla que manifestaron haber perdido en el mar a otros compañeros que nunca aparecieron. Fue un hecho insólito por la parafernalia explotada. Esto motivó la organización de una segunda expedición que no llegó a Perejil, sino que, por error, llegó a otra roca cercana bajo soberanía marroquí. La tercera sí que acertó: los subsaharianos desembarcaron en Perejil motivando una nueva crisis más periodística que diplomática después de que Marruecos se hiciera cargo de ellos. Los críticos exigieron saber qué quedaba del ‘Perejil español’. El hecho es que se vetó esta vía.

Este año: menos nadadores y más zodiacs masificadas con pilotos camuflados

La Guardia Civil ha conseguido detener a al menos tres subsaharianos que estaban ejerciendo de gomeros pilotando embarcaciones fueraborda hacinadas de compatriotas. En algunos casos se cuenta con la ayuda de las cámaras para poder identificarlos, en otros es la sagacidad al comprobar que, tras ser auxiliados, no van al CETI sino que pretenden volver a Marruecos porque su objetivo es seguir haciendo pases. Ofrecen nombres y orígenes distintos. En este 2014 se han detectado más casos pero, por contra, menos nadadores en solitario o con motores humanos.

Mujeres y niños en las embarcaciones: episodios preocupantes que se repiten

Hacía años que no llegaba a Ceuta una embarcación con menores. En este año ya se han repetido dos casos. Ambos constituyen los episodios más preocupantes por cuanto el riesgo aumenta notablemente. Los nervios del colectivo, la cantidad de gente que es hacinada en una embarcación duplicando o triplicando el número de personas que pueden ocuparla reglamentariamente... Son salidas complicadas para los integrantes del Marítimo.

Los agentes del Grupo Especialista de Actividades Subacuáticas, de apoyo fijo

Desde las 5.00 horas, cada día, los GEAS forman un retén permanente para apoyar al Marítimo en los servicios de auxilio en el mar. Con los especialistas de este grupo se cuenta para rescates especializados o para la recuperación de personas. Están a diario de retén al margen de sus actividades posteriores.

Un trabajo permanente pero expuesto, en pleno puerto deportivo, a la vigilancia de todos

La base del Servicio Marítimo, en pleno puerto deportivo, permite distribuir los medios con que cuenta la Unidad y la plantilla de que dispone. Pero a su vez permite que todo lo que hacen sus integrantes esté expuesto a la vigilancia de todos. De curiosos y de quienes, aun siéndolo, buscan satisfacer su necesidad de conocimiento para darle un uso delictivo. Son las personas que hacen su control paralelo a los agentes para, de esta forma, disponer de su información y, teléfono en mano, intentar, como en el caso de los pases de motos de agua, colaborar con quienes pretenden ejecutar acciones al margen de la ley.

Se busca una utilidad a las embarcaciones empleadas para el tráfico

En la parte trasera del torreón del Marítimo se acumulan algunas de las embarcaciones intervenidas por la Guardia Civil en servicios de inmigración. A las mismas se les busca alguna utilidad. La subasta, a través de Hacienda, es una de las formas. Tras levantarse un acta de contrabando, se da parte a Hacienda para que dé opción a su adquisición por parte de alguna persona que pueda darle alguna utilidad. En los casos en que está en perfecto estado, es la Guardia Civil la que intenta reutilizarlas.

 

Pinche aqui y vea dos videos cortos de como viajan las pateras. Asi es como se los encuentran la Guardia Civil:

http://www.youtube.com/watch?v=fz8dLuT-jno

 

 Pinche aqui y vea el segundo video.

 

www.youtube.com/watch?v=PEuc1R_lCNc

 

 

 

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