El próximo 16 de julio se cumplirá justo un mes desde que cinco marroquíes, todos ellos naturales de Tetuán, salieron de Ceuta a bordo de una embarcación. Se conocieron cuando, en plena crisis de mayo, cruzaron los espigones. En nuestra ciudad intimaron hasta coincidir en que todos querían lo mismo: dejar Ceuta y alcanzar la Península. Siguieron lo que ya se ha convertido en una especie de ritual: llamar a sus familiares para decirles que marchaban y que volverían a comunicarse una vez alcanzaran la Península. Esa llamada nunca se llevó a cabo.
“Hasta ahora, no sabemos si están vivos o no”, explica uno de los familiares. Ibrahim, Khaled, Muhammad Saeed y otro joven también llamado Ibrahim se unieron en esta expedición junto a un quinto participante de travesía cuyo nombre no ha trascendido. Ese mismo 16 y pocos días después, dos embarcaciones con marroquíes llegaron a Gibraltar. En el Peñón se inició un procedimiento judicial contra todos ellos, pero sus identidades no cuadran con las aportadas por las familias de estos desaparecidos que tras esa última llamada recibida el 16 de junio siguen esperando una comunicación, al menos una noticia de cuál es su paradero o dónde pudieron terminar. Pero nada. Nadie llama ni los servicios que han terminado con rescates coinciden con las características de este grupo.
“Ninguno ha llamado desde que se fueron y no sabemos si llegaron o no”, explica la familia. Esa es la angustia que les domina. No saben nada y por eso piden ayuda.
Sus testimonios no son aislados, muy al contrario, reflejan el gran drama de la frontera sur, un drama que se palpa en cada una de estas familias que piden información sobre sus seres queridos y a los que nada ni nadie calma.
En el caso de estos cinco tetuaníes sus teléfonos no emiten señal, algo tuvo que pasar en esa travesía que tenía una ruta clara: salían de una playa de Ceuta y tenían como meta alcanzar las costas peninsulares a las que nunca llegaron porque, de haberlo hecho, ya se habrían puesto en contacto con unos padres que esperan tener noticias de ellos.
Tampoco se sabe nada de la embarcación en la que iban a montarse ni si alguien ejercía de pasador o ellos mismos la ocupaban. Su rastro se perdió ese 16 de junio cuando anunciaron que salían.
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