Los clásicos cedés que durante décadas se han usado para espantar a las aves de terrazas y balcones pasan ahora a la historia a causa de dispositivos mucho más modernos y elaborados. La lucha para evitar que palomas o gaviotas depositen sus excrementos en nuestras viviendas cuenta con una nueva ‘arma’, se trata de búhos de plástico que sirven para ahuyentar a estas aves y, con este carácter disuasorio, evitar que se acerquen a las viviendas.
Hace tan sólo unas semanas que se han puesto a la venta en distribuidoras como Doncel y según los responsables de esta tienda, “han volado” y apenas quedan un par de ejemplares en stock. Grandes superficies, pero principalmente los propietarios de las viviendas, son los más interesados en adquirir estos dispositivos.
Y es que son muchos los ceutíes que buscan la manera de paliar las consecuencias de la masiva presencia de pavanas en nuestra ciudad, sobre todo en época de apareamiento. Si hace unas semanas El Faro abordaba el estudio que Aena estaba llevando a cabo para el uso de la cetrería en el helipuerto de Ceuta, en esta ocasión son los ciudadanos de a pié los que buscan soluciones para evitar los molestos excrementos de estas aves.
Hay distintos modelos, los que se pueden ver por las terrazas y azoteas de nuestra ciudad son de dos tipos, un búho estático de plástico que tiene la cabeza móvil y otro que se cuelga, con las alas extendidas. Según este comercio distribuidor, cada dispositivo viene con unas instrucciones como, por ejemplo, ir cambiando su ubicación para que las aves no se acostumbren y no “sospechen” de que no son reales.
Su precio oscila entre los 15 y los 23 euros y cada vez más están colonizando los balcones ceutíes. Además, centros comerciales o incluso el antiguo hospital de la Cruz Roja ya cuentan con sus búhos distractores.
Sin embargo, pese a que se trata de un fenómeno que no sólo se está dando en Ceuta, sino en otras ciudades españolas, se cuestiona la efectividad de estos dispositivos. Francis Valero, cetrero ceutí, asegura que una vez que pasan las semanas, las aves ya no ven a estos búhos como una amenaza, sino como un elemento más del entorno. “Las aves son muy listas y las pavanas más”, explica este experto en relación a estos distractores.
Pone el ejemplo de los antiguos espantapájaros y de cómo las aves terminaban por posarse en ellos. Dice que este caso es lo mismo, que por mucho que lo vayan cambiando de sitio, el ave al final no lo considera un peligro, por lo que continúa posándose en balcones y terrazas e, incluso, junto a estos dispositivos.
De ser efectivos, considera, los aeropuertos no desembolsarían un presupuesto específico para el uso de la cetrería, sino que pondrían estas aves de mentira. Se trata, a su parecer, de otro elemento más que puede funcionar durante unos días, pero que tarde o temprano pierden su función. Ve más efectivos otros sistemas, como las tiras de alambres que muchos edificios instalan para evitar que palomas o gaviotas se posen, pero son más complicados de colocar y necesitan cierta instalación.
Útiles o no, ya forman parte del paisaje urbano de Ceuta.
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