Hoy agradezco a mi mascota que me haya rescatado de estar tendido en mi cama y me haya llevado a la calle a que me diera el aire y observar, ver, hablar con todos los que tienen esos instintos de “ rular’ por esta sociedad.
El preceptivo “buenos días” a todo aquel que uno conoce aunque ya no se estila mucho, lo digo por la cara que ponen algunos, la broma de la mañana, de “ya que no estás haciendo nada podrías darle un paseíto a mi perrito”, con el consiguiente “quien quiere perro, ya sabe lo que le toca”. Yo casi siempre tengo que responder con esa cara de felicidad: “tener que echar agüita a los pipís” del perrito y agacharme, para recoger sus materiales de deshecho.
A parte de agarrar al “macho alfa”, para que no se pelee con ningún animal de su especie o de sus rivales felinos. Y así durante un buen tiempo hay que aguantar esos tirones, ya que el rastreo “por sus ancestros”, les hace olfatear los rastro de sus eternos enemigos y su testiculina se le va al máximo.
Pero queda mucho más; ver que el pan ha dicho adiós y tener que buscar una panadería, de esas que están quedando poquitas por todos lados gracias a la competencia desleal de nuestro vecino país, donde este componente básico de nuestra dieta alimentaria cotidiana, está por debajo de nuestros precios, y hay mucha permeabilidad en dejar entrarlo. Conclusión: cierre masivo de panaderías y un paro más que acuciante de panaderos.
Y escuchar el malestar de este sector, de boca de uno de los más antiguos, con sus 62 años, y que lleva el “gen”, del pan en sangre, “desde los 9 añitos dentro de la panadería, hasta los 18 que me aseguraron”, le sobra más que tiempo para dejarlo el año que viene, aunque sus perjuicios son por el hecho de tener tantos años ocupados y muchos solo tienen contactos con la Seguridad social cuando van a jubilarse a su debida edad, con pensiones muy parecidas a la que ha cotizado y desgastado su organismo durante unos pocos de añitos peleando porque no falte los emolumentos en la cuenta de la máquina de nuestra futura jubilación.
Y por fin hablo con el clásico que está contento con todo, pero que va a andar para olvidarse de su pasado, ligado con el tabaco y el alcohol, y que pierde su fuerza cuando está con sus zapatillas deportivas, dándose un largo paseíto por todos los buenos rincones de nuestra Ciudad Autónoma de Ceuta. Y yo le di su merecido ánimo que seguro se te olvidará esos pequeños defectos de una sociedad consumista, que luego queremos olvidarnos de algo tan traumático como son esas drogas legales que el Estado nos facilita.
Buenos días y a seguir con todo lo que nos queda de mañana, la tarde y parte de la noche hasta que consigamos el sueño reparador.
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