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Ignacio Blasco Sanz no solo fue, en su etapa de servicio a la patria, Cabo en el Grupo de Tiradores de Ifni, fue algo más cuando, en las primeras elecciones de la democracia, fue elegido alcalde de su pueblo
Mi buen amigo y compañero Ignacio Blasco Sanz no solo fue, en su etapa de servicio a la patria, Cabo en el Grupo de Tiradores de Ifni, fue algo más cuando, en las primeras elecciones de la democracia, fue elegido como alcalde de su pueblo natal; Muniesa (Teruel), algo que se ganó con los valores que le inculcaron en Tiradores de Ifni. Fue un gran alcalde, y ello está en todo lo que hizo en su pueblo natal y, es que, la grandeza tiene su mayor mérito cuando con pocos recursos se hacen muchas cosas.
DE TERUEL A LAS TRINCHERAS DE IFNI
Ignacio Blasco Sanz, en febrero de 1958 partía como otros muchos jóvenes a incorporarse a cumplir sus deberes con la patria en el Grupo de Tiradores de Ifni.
El periodo de recluta lo hizo en el Centro de Recluras de “Hoya Fría”, en Tenerife. Se optó por hacerlo aquí y no en Ifni debido a los combates que a diario allí se sucedían.
El entonces joven Ignacio se iba a incorporar a una Unidad de élite; el Grupo de Tiradores de Ifni, una de las Unidades del Ejército Español que, a lo largo de la historia, dejó en el campo del honor cientos de heridos y muertos en acción de guerra. Sus banderas y guiones ostentan las más altas condecoraciones, y muchos de sus hombres lucen sobre sus pechos Cruces de Guerra, del Mérito Militar y menciones en las órdenes del Grupo por su ejemplar comportamiento.
Ignacio Blasco Sanz, al que tuve el honor de conocer, era un hombre campechano, humilde, servicial y amable con todo el mundo. Sin esperar nada a cambio llevaba en su sangre aquello que cumplen todos los turolenses: trabajadores infatigables, muy patriotas y amantes de la libertad de su patria.
De la grandeza de Ignacio Blasco quedaron su esfuerzo y su honradez en su etapa como Alcalde. Se ejecutaron las obras de una Residencia de Mayores, también una cooperativa, no había agua potable y fue él quien consiguió que su pueblo la tuviera, se asfaltaron varias calles… Tanto es así que en publico se rindieron cuentas de los gastos llevados a cabo por su Alcaldía ante todos los vecinos. La muerte de Ignacio quedó reflejada en esta cita “…Los grandes hombres mueren dos veces, una vez como hombres y otra como grandes…” (Paul Valery).
Ignacio, tan pronto como se incorporó al Centro de Instrucción de Reclusos demostró y se granjeó el aprecio de sus Jefes, así, lo habían apodado como “el Maño”. En los ejercicios de tiro en diana metía más de un 90% de los disparos con el fusil; tanto es así que en un ejercicio de tiro con los 120 soldados de su compañía, se clasificó en segundo lugar.
Fue un fiel cumplidor siempre de sus deberes, y lo hacía, tal y como un filósofo escribió, amándolo “…Cumplir el deber no tiene más mérito que lavarse la cara, lo importante es amarlo…”.
EL CABO QUE SE HIZO RESPETAR Y QUERER
Finalizado el periodo de instrucción y tras jurar Bandera, Ignacio Blasco Sanz realizaba el curso de Cabo y, con fecha de 22 de agosto de 1958, el Capitán General de Canarias le expedía el nombramiento de Cabo del Grupo de Tiradores de Ifni perteneciente al I Tabor del Grupo de Tiradores de Ifni, y fue a lo largo de los meses que cumplió su deber con la patria, donde demostró con su ejemplar comportamiento lo que la ordenanza del Cabo tan bien lo detalla “…El Cabo, como jefe más inmediato del soldado se hará querer y respetar de él…”.
Demostró su humanidad en todo momento. Así, una noche, un centinela del pelotón del Cabo Ignacio Blasco se quedó medio adormilado, cuando llegó el Sargento en la ronda, le abroncó y le dijo que iba a dar parte de él. Cuando el Cabo Ignacio llegó a dicha posición, se encontró al mencionado Centinela llorando mientras sollozaba qué iba a ser de él, que tenía una hija pequeña y que lo iban a mandar al Castillo.
Ignacio se presentó al Capitán y le contó la verdad, éste mandó llamar al Sargento para que se presentara ante él. Fue entonces cuando el Capitán le dijo “anda y lárgate; estos muchachos valen más que tú”. Esto fue debido, sin duda alguna, a la humanidad de Ignacio.
El comportamiento de Ignacio Blasco Sanz fue reconocido por sus Jefes, desde Tenientes, el Capitán, como el propio Comandante-Jefe del I Tabor de Tiradores de Ifni; José Espejo González. Así, le tenían un gran aprecio, tanto en lo profesional como en lo personal.
A lo largo de los meses que estuvieron en las posiciones del cinturón defensivo de Ifni, los mandos comprobaron que el Cabo Ignacio era un auténtico profesional. En cierta ocasión, un Teniente de su Compañía fue con quejas a su Capitán, quien le invitó a marcharse advirtiéndole que el Maño era el mejor de la Compañía.
Un día llegó a la posición un mando de la Armada, el centinela Tirador de la ametralladora le dio el alto y, como no contestaba, le ordenó cuerpo a tierra. Este centinela llamó al Cabo Ignacio y este, cuando se presentó ante el Oficial, increpó al centinela por no saber la graduación de la Armada. Este mando dio cuenta tanto al Capitán José López Andión, como al Comandante del I Tabor, respondiendo ambos “…Este joven Cabo maño es de los más cojonudos que tenemos aquí en la posición…”.
El 4 de Julio de 1959 el Cabo Ignacio Blasco Sanz llegaba a su casa con la satisfacción del deber cumplido. Descanse en paz un buen soldado.