Yo he sido siempre muy observador, y desde que llegó el móvil aún más. Eso de poder coger nota y almacenarlas antes que se te vaya esa idea, ese instante de inspiración, creo que es maravilloso.
Conocí a un buen compañero y a parte de aprender muchas cosas de el tuve unos periodos donde no sabía si eran pérdidas de la realidad, unos “kit kat”, como se le llaman ahora, o podía ser un problema grave.
Tenía una reciente visión de otro hombre que lo he apreciado muchísimo, no por haber estado con el muchos años, sino por qué congeniamos bastante bien, y por ser un hombre fiel a sus amigos, me dio mucha lastima lo que le ocurrió.
Tenía episodios donde se quedaba totalmente dormido, dentro de una conversación, y aunque no estuviera muy bien, pero ya lo tenía yo asimilado como un defecto.
Nunca pudo preveer que se trataba de una enfermedad. Yo la verdad que tenía una sensación de estar relacionado con su vida alegre y agarrada a una botella del manjar tan rico como es el whisky, desde aquellos momentos, aunque le cogí un verdadero gusto pero tuve que apartarlo de mis instintos por no caer en la misma piedra que le pasó a mi querido amigo.
Tuvo que ser internado muchas veces por padecer micro infarto cerebrales.
Pobre hombre de familia que la verdad los quería con locura tanto a sus hijos, como a su esposa que siempre los tenía en su boca.
Este nuevo amigo también tenía este defecto de dejarme con la palabra a medias, pero solo tenía una diferencia, que Fernando roncaba y este hombre no.
Era muy significativo y a la vez curioso.
Estuve indagando un poco tanto asesorando me con médicos conocidos, como “bicheando” por internet, y me vino la idea que no era una enfermedad, gracias a Dios, sino algo muy diferente.
Intenté varias veces referirle este proceso tan raro que tenía y él buscaba sus maneras y evitaba hablar del asunto.
Lo normal eran esas desconexiones con la realidad a las horas de 9 am., 17 pm., 3 am.
Casi como si fuera un rito.
Mis hipótesis eran tan raras, que la única que solapaban perfectamente era de ser una enfermedad parecida a la de Fernando, aunque la falta de esos ruidos característicos de “roncar”, no llegaba a tenerme muy convencido.
Hasta que un día pude llegar al diálogo y me confesó algo prodigioso.
Tenía una hermana gemela y a esas horas tenían una conversación telepática.
Yo me quedé con la boca abierta y los oídos aún más y deseando que me diera más datos para poderlo meter en mis notas del teléfono, esto era una pedazo de noticia tan tremenda que jamás podría haberla adivinado yo solo.
Pero nuevamente estuvo la suerte de mi parte y aquí lo estoy narrando.
“Desde pequeñitos aprendieron a comunicarse en silencio, y las comunicaciones a través del pensamiento era cada día más perfectas.
Se volvieron más grandes cuando tuvimos que separarnos, primero por mi actual trabajo y luego por los avatares de la vida.
Pero una cosa sí teníamos claro, seguiríamos estando unidos por toda la vida.
El pacto fue que pasara lo que pasara a las 3 am, 9 am., y 17 pm., nos pondríamos en comunicación.
Y así estamos, más unidos que nunca y en una época donde una simple llamada telefónica nos puede ahorrar tanta parafernalia, pero hijo mío la costumbre es la rutina de las personas mayores y para que vamos a romper unas rutinas”.
Yo todavía estoy fuera de mí, admirado y con tres palmos de narices sobre lo que me revelaron.
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