La bruja Llevaba desde niña aprendiendo de su abuela las artes medicinales. En múltiples ocasiones, las dos salían al campo y la vieja le iba explicando con todo detalle la época de recogida, los cuidados y las enfermedades para las que se utilizaban las plantas que encontraban en su camino.
Tras la muerte de su querida abuela y siendo ya una mujer de dieciocho años, era una experta en plantas medicinales. Ella se consideraba una sanadora. Ni más ni menos. Pero... los incultos y fanáticos habitantes de su pueblo, en lugar de estarle agradecidos, la tachaban de BRUJA.
Y esa era una palabra que hacía saltar las alarmas de la temida Inquisición. Fue aprehendida, encarcelada y vejada durante varias semanas, antes del Juicio por herejía y brujería.
El día del Juicio, antes de comparecer ante un tribunal eclesiástico y obtuso, se guardó bajo el sayo, una pequeña bolsa de cuero que había escondido en su celda de castigo, antes de que la apresaran. Como era de esperar, los testimonios de los vecinos analfabetos, más la diatriba del acusador inquisitorial, la condenaron a la hoguera.
Antes de abandonar la sala, sacó su pequeña bolsa, esparció su contenido en la palma de su mano derecha y sopló con todas sus fuerzas en dirección a la tribuna de los oscuros frailes. El efecto fue instantáneo.
Todos ellos comenzaron a ver ángeles inmaculados, acompañados de la figura de Jesús de Nazaret. Y en sus oídos, machaconamente, la siguiente frase: - Ella es mi elegida. Ella es el futuro. Y castigaré cruelmente a quien ose condenarla. Ni que decir tiene que aquella bruja fue absuelta sin cargos y puesta en libertad.
Nadie jamás supo qué sustancia contenía aquella pequeña bolsa de cuero envejecido. En la actualidad, se conocen las propiedades alucinógenas de la planta de la ayahuasca.
Pero en aquella sociedad puritana y fanática, la única que conocía su potencia y sus efectos era aquella estudiosa mujer, que sin duda, fue con otras muchas, la primera anestesista de la Historia. P.D. Cualquier ser humano con estudios, siempre, siempre estará por encima de un pueblo sin educación, sin cultura y con supersticiones temerosas.
Me ha gustado mucho su relato, salvo el PD, del final. El estudio abre ventanas y puertas a la mente, pero ha habido y sigue habiendo personas con mente abierta y sentido profundo de las cosas siendo analfabetas. Su historia es de una muchacha que aprende de las enseñanzas orales de su abuela, como se han transmitido los saberes durante milenios y la Inquisición no estaba formada precisamente por analfabetos sino por gente instruida, no digo inteligente, ni sensata, ni siquiera bondadosa, pero sí instruida. Y una frase en latín, ya no recuerdo dónde la aprendí, que viene muy bien al asunto: Quod natura non dat, Salamanca non praestat. Salamanca no ofrece lo que la naturaleza no da. Aunque el estudio puede abrir puertas y tirar barreras y es esencial que la sociedad cuide especialmente la Educación.