Cuando el pasado mes de enero la empresa Tragsa llevó a cabo una poda de varios árboles en una vaguada de Benzú, los vecinos no podían imaginar que los restos generados por esa acción iban a convertirse en una más de sus preocupaciones y
una nueva queja a presentar ante la Consejería de Medio Ambiente.
Sin que entonces se recogieran los restos de madera, la vaguada quedó a expensas de posibles inundaciones. “Nuestra preocupación esos meses era que el agua se estancara en esas zonas y se produjeran inundaciones”, explica la presidenta de la asociación de vecinos, Rahma Erryfy. Pasados los meses, la inquietud se trasladó hacia la probabilidad de que los restos de tocones y de matorrales que se han ido acumulando de forma descontrolada en estas cañadas fueran pasto de los incendios que habitualmente se producen por las altas temperaturas y las favorables condiciones para que una simple chispa convierta la vaguada en cenizas.
Pero del malestar y la preocupación se pasó a la desesperación y la inquietud. Erryfy personifica el ambiente de una barriada que, dicen, queda “en el olvido político”, las demandas y peticiones en Medio Ambiente para que se solucionase el problema han sido diarias y desde la Consejería “han hecho oídos sordos”.
Ante la imposibilidad de hacerle frente al problema un día más, la presidenta de la barriada solicitó ayuda a la FPAV que inmediatamente puso a su disposición un grupo de operarios de las Brigadas Verdes que en la jornada de ayer se encargó de que la vaguada, finalmente, presente un aspecto medianamente saludable.
Sin embargo el asunto no finalizó con esta cura ‘exprés’, Tragsa acudió al lugar para dejar constancia de que la consecuencia de esos trabajos no había partido de ellos. Una ‘pelota’ que se fueron rebotando de un tejado a otro sin que el problema se esclareciese.
Si Tragsa no retiró los troncos tras su intervención y Medio Ambiente no ha puesto una solución sobre la mesa, en esta cadena de desidia tampoco faltan las Brigadas Verdes “que nos dicen que tampoco les corresponde a ellos. ¿Entonces qué pasa que no es trabajo de nadie?”, insiste la presidenta vecinal.
Sin embargo Erryfy está convencida que esos trabajos se iniciaron por orden de la Ciudad que, ahora, “inhibe responsabilidades”. No obstante para la presidenta de Benzú no es lo más preocupante. “Talaron unos árboles sin argumento alguno, no molestaban a nadie, pero lo peor fue que, quien lo hiciese, ni se limitó a recoger lo cortado con las consecuencias que ello ha podido provocar en las viviendas colindantes”, manifiesta.
Erryfy no oculta su indignación con las autoridades competentes a las que señala como las culpables de las “nefasta labor” medioambiental que se desarrolla en su barriada y que ha alcanzado su punto álgido con este suceso. “Pediría la dimisión del responsable de Medio Ambiente porque su gestión es pésima”, afirma con rotundidad. “Necesitamos profesionalidad, que asuman responsabilidades y se dejen de postureo porque tenemos que mendigar hasta el desastre que ellos mismo han provocado”.
Hasta tres vaguadas se encuentran en este estado y a ellas se suma la Cabililla de Benzú, “aún peor porque los matorrales están entre las viviendas y si llegan a arder sí que hay peligro para los vecinos”.
Erryfy urge, una vez más, a la Consejería de Medio Ambiente a actuar de inmediato en aras de evitar un problema mayor en caso de producirse un fuego. “Solo pedimos que hagan su trabajo, nada más”, concluye.