Bien... Ya paso el debate de... ¿Los pesos fuertes del bipartidismo? Entonces habrá que hablar de ellos. Pero lo haremos por sectores, para ver si nos hemos enterado de algo:
Corrupción. En este tema todo era de esperar. Pedro Sánchez repetía sin cesar: “Gurtel, Barcenas, Rato... y otros”. Rajoy respondía: “ERES en Andalucía, Griñán, Chaves... y otros”. Conclusión: Nada nuevo bajo el sol, todos lo esperábamos. Era el clásico... ¡Y tú más! Al que tanto nos tienen acostumbrados. Allí solo se oía un repetitivo eco: ¡Mentira! y ¡falso!
Empleo. Aquí fue más simpático ¡Yo derogaré... y derogaré... y derogaré!, decía Pedro Sánchez. ¡Yo he aprobado... y aprobare... y aprobaré!, respondía Rajoy. Pero nadie decía cómo mejorar el verdadero gran problema español del empleo en las familias.
Servicios sociales. Pedro decía más ayuda, más bienestar, más viviendas sociales, más aumento de pensiones... etc... etc. Todo intenciones, pero quedaba sin resolver el problema ¿Cómo y con qué dinero?, que respondía Rajoy.
Rescate. ¡Ya nadie habla del rescate a España! Decía Rajoy. ¡Sí lo hubo bancario!, respondía Pedro Sánchez, olvidando que ese comentario sobre el rescate se planteó con un gobierno socialista, cuando aún el gobierno de Rajoy había llegado a gobernar y que ahora, mal que le pese a Pedro Sánchez, ya nadie habla de ello. ¡Otra estulticia entre dos monólogos obcecados con argumentario aprendido!
Reforma laboral. ¡Empleos temporales, precarios e inestabilidad de los contratos, pocos contratos indefinidos! Decía Pedro Sánchez. ¡Más empleo desde que nosotros gobernamos! Respondía Rajoy. Pero de ahí no salían... ¡Derogar, derogar... derogar! Decía Pedro Sánchez, pero sin opciones de construir nuevas soluciones. Y ahí se quedaba todo... ¡Ahí se quedaba todo!... ¡Yo voy a derogar y hacer, pero no sé cómo! Y el otro ¡Yo he hecho tantas cosas, pero sin explicar bien lo que ha hecho! ¡En fin nada de nada!
Rabia personal. ¡Usted, señor Rajoy, debía de haber dimitido, usted no es decente! Dijo Pedro Sánchez. ¡Hasta aquí hemos llegado! Respondió Rajoy. ¡Eso ha sido ruin, mezquino y miserable! Espeto a su contrincante en legítima defensa. Nada que opinar, son simplemente los clásicos mensajes de predicadores de poca monta. De esos conocemos muy bien a algunos en nuestra casa que utilizan la ofensa personal para desestabilizar al oponente y hacer sonar más sus vacíos argumentos. Sólo recordar que los insultos personales deben estar muy lejos de quienes quieren gobernarnos. Lo triste es que sólo estas expresiones quedaran para la historia de nuestro tiempo.
Conclusión. Nadie gano el debate. Los afines a uno y otro dirán que ha ganado el suyo, porque sólo sirvió para eso el debate: “Para contentar a los propios”. De eso se encargan las redes sociales tan dirigidas por unos pocos y que tanto adocenan a nuestra generación. Los más de los mortales, aburridos seguimos sin saber quién queremos que nos gobierne, ante tal oferta electoral.
Y de nuevo a esperar al próximo 20 de diciembre, donde todo volverá a ser igual, porque con estos debates sin reflexión ni propuestas casi nadie sabe lo que tiene que votar. Sólo han ganado los medios de comunicación que tienen pollo literario para más de una semana.