Fueron los primeros en llegar al peligro y han sido los que apagaron las últimas ascuas. Los Bomberos de Ceuta han sido los responsables de la extinción del incendio forestal entre Calamocarro y Benzú. A falta de confirmación por parte de la investigación del Seprona, el fuego ha devorado más de 60 hectáreas con gran valor ecológico.
Los operativos del Servicio de Extinción de Incendio y Salvamento (SEIS) reflexionan en el día después sobre esta catástrofe ambiental: todas las decisiones que se tomaron, el problema de los cambios de viento, las dotaciones que trabajaron durante más de 16 horas, la coordinación con el Infoca y la Unidad Militar de Emergencias (UME)… Todo lo que ocurrió hasta que se logró controlar el incendio y empezar a pensar en su extinción.
Miguel Ángel Ríos, el jefe del SEIS, es el último responsable por parte de los bomberos de todas las decisiones tomadas. “Nada más llegar la primera dotación, sin ni siquiera estar interviniendo, determinamos que era de una gravedad extrema”, comenta. La cadena de mando comienza a operar: el cabo avisa al sargento de guardia y este avisa al jefe de Servicio, quien despliega desde entonces todos los recursos disponibles.
“Hay una palabra que describe mucho lo que se vio: dantesca. El fuego era brutal, muy fuerte, con un potencial calorífico enorme. Era una zona muy boscosa, muy rica a nivel vegetal y de animales. Llegamos a ver zorros y jabalíes por la zona. Cuando vas acabando el incendio ves el resultado final te entra mucha tristeza por cómo ha quedado la naturaleza”, explica el jefe de los bomberos.
La Jefatura ya contaba con que iba a tener refuerzos desplegados de Andalucía y de la UME desde las 3 de la madrugada. Es aquí cuando se viven los momentos más críticos de la operación: se trata de ‘aguantar’ las llamas hasta que lleguen los refuerzos. Para ello había dos opciones: ir atacando por pequeños frentes o esperar la intervención hasta que las llamas lleguen a un cortafuegos en la zona de Loma de los Huesos.
Se optó, finalmente, por la segunda opción, que resultó ser un éxito. Los cambios de viento impedían fijar un único punto de ataque. “En principio determinamos que era por el oeste, pero luego no era así, que si el este. El derrotero final nos llevó a Loma de los Huesos”, explica Ríos.
En este punto se establecieron tres vehículos, con seis equipos de intervención en total, donde se pudo pegar la primera ‘patada’ al fuego. “A pesar del potentísimo viento, pudimos empezar a pensar que podíamos atajarlo sin que nos fuera a mucho más”, detalla. Ya era cuestión de esperar a los medios aéreos, que solo pueden intervenir con la luz del amanecer, y a las incorporaciones de la UME.
En todo momento hubo una mentalidad ejemplar por parte de los Bomberos. Pese a que algunos acumularon más de 16 horas de trabajo o venían como salientes de guardia -su turno de trabajo terminó hace menos de un día, por lo que podían acumular cansancio de su jornada-, mentalmente no flaquearon ni un segundo.
“Es tu casa y tu deseo es que no le pase nada a nadie, no hizo falta ni aleccionar ni el apoyo moral porque es algo que se tiene ya”, explica Ríos.
El apoyo físico, por otra parte, vino con las incorporaciones de los medios andaluces y del ejército. Una vez se llegó a las 6 de la tarde, algunos bomberos pudieron comenzar a retirarse y ser relevados por otras dotaciones incorporadas con más descanso.
No solo había que tirar de corazón. La capacidad técnica del Parque de Bomberos resulta importantísima en una emergencia que no se sabía hasta cuánto tiempo iba a durar.
La coordinación entre los diferentes equipos desplazados de Andalucía y del Ejército, además del relevo de los propios bomberos ceutíes, era vital para seguir apagando el fuego. Alejandro Vargas-Machuca, técnico del SEIS, detalla que los trabajadores tienen que ser “totalmente autosuficientes en las primeras horas de emergencia”.
“Cuando hay previsión de que va a durar ocho horas, mi trabajo consiste en proporcionar todos los recursos extraordinarios que hagan falta”, apunta el técnico. En el día después del incendio, el retén del Parque de Bomberos se encuentra limpiando y descontaminando el material empleado. El polvo acumulado en el fuego puede resultar tóxico y cancerígeno para los trabajadores, por lo que debe estar listo para el siguiente servicio lo antes posible.
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